Jorge Sosa - Especial para Los Andes
Lo hemos dicho varias veces en este cúmulo de palabras que amontonamos cada domingo: los mendocinos no conocemos a Mendoza, en su gran mayoría los mendocinos no han visitado las bellezas que andan desparramadas por esta provincia.
En el programa de radio que diariamente conduzco hicimos una encuesta en torno a esta pregunta: “¿Qué lugar de Mendoza le gusta más?”. El resultado nos sorprendió. Porque mire usted que hay lugares para extender el embeleso y quedarse a llenarse la mirada de maravillas.
Nombro solo algunas: el Cañón del Atuel con todas esas formaciones que fue esculpiendo el viento y la lluvia y el río Atuel que acompaña mansamente; el Camino de Uspallata a Villavicencio con la riqueza histórica y cultural que encierra (El Balcón, Los Campos de Darwin, Paramillo, las minas, el Tunduqueral); los Castillos de Pincheira, refugio de belleza pero también de historia; la Laguna del Diamante, es joya de las alturas; Los Reyunos, el Aconcagua, o tal vez paisajes menores pero igualmente inolvidables, como las Lagunas de Llancanello, o Manqui Malal, en Malargüe, o más cerca, a una hora del centro: el Camino de la Carrera. Sin embargo el más mencionado fue el lago de la represa Potrerillos.
Realmente el lugar es bellísimo, un lago amplio, espectacular rodeados de cerros, el cordón del Plata de fondo, una verdadera maravilla para disfrutar, y sobre todo: está muy cerca del gran Mendoza. El habitante de la metrópolis no se anima más allá de los doscientos kilómetros en su ciudad. También por ello Potrerillos es el elegido.
Antiguamente la ruta siete pasaba por Cacheuta (que tiene lo suyo) y luego enganchaba con Potrerillos. Pues la construcción de la represa interrumpió el camino y entonces durante años los habitantes de Cacheuta que distaban a poca distancia de los de Potrerillos tuvieron que hacer decenas de kilómetros para llegar al otro lado. ¿Cuál era la solución? Un túnel. Pero no un túnel extensísimo que atravesase la cordillera, un túnel como el que atraviesa los Alpes o el mismo túnel Cristo Redentor. No, un túnel de unos pocos metros, de una escasa distancia. Tendrían que haber llamado a futbolistas de buen pie, esos son especialistas en hacer túneles.
Los inconvenientes aparecieron desde el inicio, que no hay presupuesto, que desapareció el presupuesto, que el suelo no es muy propicio, que no se consiguen agujeros de ese tamaño, que patapín que patapán. Hasta hubo un derrumbe en un intento que se hizo.
Cacheuta y Potrerillos seguían separados como dedo de gallina.
Ahora parecería (lo decimos en potencial porque nunca se sabe) que van a terminar el túnel y los dos pueblos quedarán unidos en forma directa sin las vueltas enormes que había que dar para unirlos. Entonces otra vez se podrá ir de Potrerillos a Cacheuta o al revés en pocos minutos bordeando el lago.
Esto hará al lugar cada vez más deseado, más buscado, más visitado. Si ahora, la represa de Potrerillos es uno de los paisajes preferidos de Mendoza cuando esté el camino del perilago terminado ha de ser todavía más preferido. Algún día todo el lugar estará impregnado de ofertas turísticas que hasta pueden llegar a formar una ciudad como lo hizo el dique San Roque en Córdoba. Estamos a punto de conocer un nuevo hermoso paisaje de esta Mendoza que está lleno de ellos. Sería digno de esperar que no lo arruinemos.