En el país del bife, el pollo gana lugar en la mesa de los argentinos

En dos décadas el consumo de carne aviar casi se cuadruplicó. Las razones: el precio y la creencia de que es más sano.

En el país del bife, el pollo gana lugar en la mesa de los argentinos
En el país del bife, el pollo gana lugar en la mesa de los argentinos

En la tierra del tango, el fútbol y el bife de chorizo irresistible, el pollo también gana su propio terreno. Los argentinos comen menos carne vacuna, pero consumen más pollo. En los últimos 20 años, el consumo de carne aviar casi se cuadruplicó, mientras que el de carne vacuna cayó 30%. Un cambio en la mesa que atraviesa cuestiones de precios y percepciones sobre la comida saludable.

En 1990, cada argentino consumía por año (y en promedio) 78 kilos de carne vacuna en milanesas, asados y churrascos. El año pasado, fueron menos de 55 kilos en promedio, según los registros del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación. En cambio, el consumo de pollo rondaba los 12 kilos por persona por año en 1990, y este año llegó a los 40 kilos.

Las razones del recambio son complejas. Sergio Britos, nutricionista de la Universidad de Buenos Aires, lo explica: "La reducción en el consumo de carne de vaca se debe a múltiples causas, pero la fundamental es el precio. Aunque la mitad del pollo se desecha (es decir, sus huesos), su precio termina siendo más económico que la carne vacuna". Hoy, con 100 pesos se puede comprar -como barato- apenas 3 kilos de asado, mientras que con el mismo valor el consumidor se lleva 7 kilos de pollo.

También hay razones de ventajas en la preparación de las carnes. "El pollo se prepara de diferentes formas, y tiene menos barreras de aceptación que el pescado, cuyo consumo aún continúa bajo. Además, suele creerse que el pollo es más magro y sano que la carne vacuna", consideró Britos.

Para la nutricionista Mónica Katz, de la Universidad Favaloro y autora del libro "No dieta", "los médicos fueron desaconsejando el consumo de carnes rojas al seguir guías alimentarias de EEUU y Europa, donde se crían vacunos en condiciones muy diferentes a nuestro sistema de producción ganadera. Una cosa son las vísceras o los embutidos, y otra es la carne sin procesar y magra. Se ha colocado a todo lo proveniente de la vaca en un mismo cajón pecaminoso. Hay una terrible confusión". Y recomendó alimentarse con cortes magros, como peceto, cuadrada, lomo y cuadril.

"Las carnes vacunas aportan proteínas de alto valor biológico, vitaminas del complejo B y sobre todo hierro", enumeró. Y en cuanto al pollo, aconsejó la pechuga: "Tiene las mismas cualidades que la carne vacuna, aunque menos hierro". Además, Katz señaló que hay una tendencia cultural (no sólo en la Argentina) al vegetarianismo: "Estamos recorriendo el camino de la demonización alternada de diferentes grupos de alimentos, y en este momento le toca a la carne".

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