Desde hace más de 60 años que la tarjeta de crédito o débito es el método más conveniente para realizar pagos, o al menos resulta más simple que el intercambio de billetes. No necesitamos revisar si tenemos dinero encima, no hay problemas de cambio para el pago de bienes y con sus deficiencias sigue siendo un método que permite su denuncia y baja automática en segundos si llegamos a extraviarla, el dinero impreso genera una pérdida definitiva si perdemos o nos roban la billetera.
El problema de la tarjeta de crédito o débito es que continúa siendo inconveniente para muchas otras cosas. Se le critica en principio la lentitud de la operatoria con el cajero, quien tiene que verificar la identidad del portador de la misma solicitando alguna credencial, además de los problemas de seguridad que se esconden bajo la falsa creencia urbana de que nuestra cuenta es inviolable gracias a los cuatro dígitos que forman al PIN que ingresamos al utilizarla.
Las empresas de tecnología llevan años debatiendo como solucionar de una forma fácil y conveniente el uso del dinero. En cada país esto varía de acuerdo a la legislación vigente y la intervención de compañías privadas que provean a la población de este tipo de avances. En Japón por ejemplo utilizan pagos electrónicos móviles desde hace una década, aunque este no es el caso de la gran mayoría de las naciones.
NFC parece ser la respuesta a un ecosistema de pagos que permita independizarnos de las tarjetas y los billetes, reemplazándolas por un dispositivo que se encargue de la transacción y continúe siendo seguro aún después de extraviado o hurtado.
Pero ¿Cómo funciona? ¿Qué diferencias hay entre una solución de una empresa y la otra? ¿En Argentina existe?
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