Padres y la inconducta de sus hijos

Los padres pueden ser sancionados y multados por desórdenes que cometan sus hijos. Es un mecanismo previsto por el Código Contravencional.

Padres y la inconducta de sus hijos
Padres y la inconducta de sus hijos

Habrá quienes estén a favor y no faltarán disconformes con la medida. Pero la provincia dispone ahora de mecanismos legales para sancionar la inconducta de menores en la vía pública, aunque los castigos serán asumidos por los padres.

Esto es así por la aplicación del Código de Contravenciones de la provincia de Mendoza, que entró en vigencia en octubre de 2018. El dispositivo legal prevé sanciones para padres, tutores o guardadores legales de los menores a su cargo y que hayan incurrido en acciones inapropiadas o lesivas de los derechos de otras personas de la comunidad.

Es por lo que deberán responder unos 80 adultos con responsabilidad sobre menores que consumieron alcohol y produjeron diversos incidentes en la vía pública durante las presentaciones de buzos de las promociones de los últimos cursos.

Esa situación también se suele registrar en ocasión de las fiestas de egresados, que concluyen con incidentes de distinta envergadura.

En general, preocupa mucho que chicos con edades entre los 15 y 17 años puedan estar en estado de ebriedad, o alteren el orden o se encuentren en sitios no permitidos para su edad.

Aunque todavía formalmente no se han aplicado sanciones a los mayores por las conductas de sus hijos en los casos narrados, y se sustancian los procesos correspondientes, la aplicación del código procura que los progenitores se involucren más en lo que hacen sus hijos fuera del hogar y se eviten episodios que pueden terminar en desmanes, daños a la propiedad o a las personas.

Los escenarios de violencia producidos por menores alcoholizados o afectados por consumo de alguna sustancia tóxica deben hacernos reflexionar profundamente sobre las causas y las consecuencias de dichos comportamientos.

Las “celebraciones” de fin de curso, las presentaciones de buzos de promoción o las “juntadas” a altas horas de la noche de los menores pueden conducir a excesos y a una pérdida de valores.

Ahora bien, cuáles son las obligaciones y los deberes del Estado y las familias frente a estos desbordes que no sólo compromete el futuro de muchachos y chicas y hasta de la sociedad.

Desde el punto de vista del Estado es evidente que el factor preponderante es la educación. Además de la legislación obrante, ahora, como se ha explicado, se ha añadido el Código de Contravenciones, que amplía el cuadro de las responsabilidades al nivel parental. La responsabilidad parental  es el conjunto de deberes y derechos que tienen los padres sobre la persona y los bienes de los hijos menores de edad.

La experimentada educadora Elia Ana Bianchi de Zizzias sostiene que “el problema es más complejo desde la perspectiva de la responsabilidad moral de los padres con respecto a la conducta de los hijos menores, porque vivimos en una sociedad disruptiva, con familias ensambladas y confusión de roles de los miembros que la componen. “Los padres de la generación X, entre 35 y 50 años, también pierden el sentido de ‘pamaternidad’ responsable, quieren detener el tiempo y compiten con sus hijos en la forma de vestir, de tatuarse, y, por supuesto, se convierten en ‘amigos’, pierden la autoridad de padres y casi siempre delegan responsabilidades, buscando argumentos para justificar sus actitudes”, sostiene.

Siguiendo el razonamiento de la educadora consultada, podemos decir que el momento difícil de la realidad argentina exige la mayor concentración en la función de guiar por buena senda a los hijos.

Los diálogos tripartitos, entre jóvenes, docentes y progenitores, pueden resultar beneficiosos para entender el panorama y desarrollar las demostraciones juveniles con las lógicas exteriorizaciones de la edad, con alegría y hasta con algunas picardías, pero siempre dentro de los límites de la convivencia pacífica y fuera del alcohol y las drogas.

Entonces valen el esfuerzo de abordar estos hechos y no dejar de preocuparse y de asumir que no será fácil conseguir resultados inmediatos.

El problema ético a plantear es el de la ejemplaridad en valores, el amor, el respeto y la comunicación fluida entre padres e hijos.

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