Los padres de
Renzo Casali, el joven de 18 años atropellado en San Rafael
escribieron una emotiva carta con el fin de generar conciencia en torno a las muertes por accidentes de tránsito y en la que explican por qué no donaron los órganos.
"Somos los papás de Renzo Casali, el estudiante del Bachillerato de Bellas Artes que falleció en San Rafael en un accidente de tránsito, dice parte de la misiva publicada en el diario
El Dia
.
"Quisiéramos enviarles una líneas para ver si podemos contribuir de alguna forma, a partir del dolor, a tomar conciencia por las víctimas fatales como consecuencia de accidentes de tránsito (ustedes tienen una cruzada en ese sentido). No buscamos prensa, sólo contribuir", aseguran Ileana y Raúl Casali.
La carta completa
“Con el dolor que nos embarga, queremos encontrar algún consuelo y ver de qué forma podemos construir algo positivo a partir de la dolorosa muerte de Renzo en su viaje de egresados. No queremos dramatizar nuestro dolor con los sueños y virtudes de nuestro hijo, puesto que seguramente será igual, con algunos matices, a la de otros casos de jóvenes muertos inesperadamente en un accidente. Tampoco queremos prensa amarilla, ni venganza, ni posicionamientos políticos.
Hay dos temas en los que creemos que podemos contribuir. Uno es la concientización de la magnitud de la cantidad de pérdidas de vidas por accidentes de tránsito en nuestro país, que deben estar entre las principales causas de fallecimiento a edad temprana.
El otro es la importancia de la existencia de mecanismos que garanticen un sistema legal de donación de órganos que alcance humanamente sus objetivos. En los operativos de control de alcoholemia que realiza la Comuna, entre el 10 y el 15% de los automovilistas muestra niveles superiores a los permitidos.
El primero de los temas tiene escasa difusión y por ende, carece de la repercusión necesaria, atendiendo a la gran cantidad de siniestros que afectan la integridad de los ciudadanos y la frecuencia con la que se suceden.
El control del Estado es deficiente o “distraído” en esta materia, en una sociedad en la que sabemos que el alcohol y la droga no son impedimentos para circular, y que aún en el caso de ser detenido un conductor en ese estado, poco se hace para castigarlo ejemplarmente.
Tienen mucha más prensa las muertes en actos de violencia o la llamada ‘inseguridad’ que las que ocurren como consecuencia de accidentes de tránsito; será porque en estos últimos todos somos un poco responsables, por la imprudencia o la falta de cumplimiento responsable de las normas, muchas escritas pero no cumplidas y otras con penas muy leves que hacen que no se tenga miedo de violarlas. Desgraciadamente, todos somos hijos del rigor…
Es difícil decir que en la Argentina hay Justicia cuando un delincuente al volante, que conducía alcoholizado, es decir con desidia y desapego total de la vida del prójimo, sólo estuvo unas pocas horas privado de su libertad por haber sido excarcelado tras el pago de una fianza de 50 mil pesos.
Tales conductores actúan quizá desaprensivamente a sabiendas de que con el pago de una fianza pueden continuar con su vida normal mientras transitan el proceso judicial, en tanto víctimas como Renzo ven truncos para siempre todos sus proyectos.
Deseamos que todos se sumen al apoyo dado desde la Organización Madres del Dolor (www.madresdeldolor.org.ar) firmando las planillas que se están difundiendo para la modificación de la Ley de Tránsito Nacional, considerando como agravantes del proceder del conductor que -aún sin intencionalidad- atropelle y lesione o mate a otros, cuando haya exceso de alcohol comprobado, cuando conduzca por encima del límite de velocidad permitido y cuando se dé a la fuga. Con este mismo objetivo de reclamar justicia es que nos proponemos organizar próximamente una marcha en esta ciudad.
Con respecto a la segunda cuestión planteada, deseamos que se sepa lo que realmente sucedió, sin ánimo de aplacar nuestra culpa por haber decidido no donar los órganos de nuestro amado Renzo, sólo queremos poner en conocimiento público que falló el sistema del INCAIMEN” (Instituto Coordinador de Ablaciones e Implantes de Mendoza).
“Adherimos fervientemente a la donación. A nadie le deseamos que pase por el momento de desesperación de saber que su hijo se está debatiendo entre la vida y la muerte, y en ese mismo instante tener el deber de decidir que en caso de morir pueda trascender en otras personas con la donación. Ésa era nuestra elección, donar y hacer trascender en otros a nuestro hijo. Pero para la toma de tal decisión sólo necesitábamos tener la certeza de que nada más había para hacer y que la muerte había sido definitiva. Eso no sucedió.
Nuestro Renzo murió en el Hospital Schestakow de San Rafael al menos tres veces… El domingo 29 de septiembre, a la madrugada, nuestro hijo sufrió el accidente, entrando muy grave a la sala de Terapia Intensiva. Al final de ese día, amables ángeles verdugos (difícil tarea de los profesionales del INCAIMEN) se presentaron diciendo que debían hacer los últimos estudios del protocolo para certificar la muerte, y a partir de allí proceder a la ablación.
Nos citaron para la primera hora de la mañana siguiente; pero nadie apareció, sembrando al mismo tiempo esperanza y terror. Sólo lo hizo un médico que nos dejó la esperanzadora noticia de que uno de los electroencefalogramas había dado señales de actividad. El número de muertos por accidentes de tránsito en la Región suma 114; más de la mitad de los motociclistas fallecidos circulaba sin casco.
Al mediodía nos hicieron pasar al horario habitual de visita. Cuando yo, el papá de Renzo, estaba abrazado a la mano de mi hijo -escuchando y cantando a su oído sus canciones-, se me acercaron dos médicos (uno de ellos el director del hospital) a darme el pésame por su muerte.
Sorprendido, pregunté por los electros y la respuesta fue: ‘todos dieron planos’. Casi al mismo tiempo, antes de reunirme con mi esposa para darle la triste noticia, empecé a recibir mensajes de pésame: conclusión, el director había comunicado a la prensa que Renzo había fallecido a las 14.
Luego nos citaron a las 18, para iniciar (nuevamente) los trámites del INCAIMEN. A esa hora una médica nos hizo pasar para pedirnos disculpas en nombre de la provincia de Mendoza por las desprolijidades cometidas, admitir que ‘el director del hospital se había apresurado al dar la noticia’, y decir que en virtud de las innumerables presiones recibidas, debían repetir los estudios de protocolo para certificar la muerte.
Volvimos más tarde para recibir otra vez la tortuosa entrevista del INCAIMEN, en la que nos comunicaron que se debían repetir los estudios, ya que los previos no servían porque las muestras estaban ‘contaminadas con residuos de medicación’ que desvirtuaban los resultados’, sumados al apresuramiento del director del hospital, las presiones de la Universidad de La Plata, los medios, etcétera.Todo en concordancia con el discurso de la médica del hospital, diciéndonos que debíamos volver a las 2 de la madrugada… El número de muertos por accidentes de tránsito en la Región suma 114; más de la mitad de los motociclistas fallecidos circulaba sin casco.
La mañana siguiente, tomamos la cuestionada decisión luego de ver por televisión que el director del hospital había comunicado que el deceso se había producido a las 2 de la madrugada del día 1 de octubre (el certificado de defunción que se nos entregó lo establece a las 20:05 del 30 de septiembre), y que esperaban ‘la respuesta de los padres’ sobre la donación (presión mediática, si las hay, ¿acaso la donación no es anónima?).
Esto, sumado al tiempo que debía esperarse para que entregaran el cuerpito sin vida al forense para que procediera a hacer la necropsia, extender el certificado de defunción y autorizar el traslado, hizo que decidiéramos poner fin a la tortura, llevarnos los restos y con gran dolor no realizar la donación de sus órganos.
Por todo ello, exhortamos a las instituciones médicas -sean públicas o privadas- y gubernamentales a garantizar el fiel cumplimiento de la normativa vigente, verificando con absoluta certeza todos los signos que en forma acumulativa exige la legislación a fin de determinar la muerte, y recién entonces comunicar el deceso a los familiares a los efectos de la donación de los órganos de su ser querido.
Y ratificamos que en condiciones “normales” hubiéramos consentido la donación sin objeción alguna. Esperamos haber sido lo suficientemente claros en el mensaje. No queremos prensa ni escándalo, sólo sacar un provecho en beneficio de la comunidad por la muerte de nuestro hijo, a fin de honrar su memoria en pos de una sociedad mejor y transformar la fuerza del dolor en algo positivo. Gracias”.