No era un día más en la familia Pérez. Desde que las agujas del reloj marcaron las 12 de la noche y arrancaba el día lunes 2 de junio, en el “bunker de los Pérez”, nadie más pudo pegar un ojo.
Ellas (por Mirian, mamá) y Tatiana (hermana) rezaban. Ellos, papá Carlos y los hermanos Franco y Nahuel caminaban por cada rincón de la casa y a la pasada se tiraban uno que otro comentario. Las uñas se comían a cada segundo y las promesas brotaban desde los más profundo de cada corazón. Soñaban con que podía ser un día histórico.
Y así fue. Sonó el ringtone del teléfono de mamá y de inmediato Miriam salió corriendo a la pieza. Eran las 16.50 aproximadamente. Todos los medios de comunicación hablaban de la lista de Sabella. Era un WhatsApp. Emisor: su hijo mayor, el Enzo. Contenido: “¡Mami, mami! estoy entre los 23!!! juego el Mundial. Los amo!!!”.
Tardó menos de un segundo en leer el mensaje y de repente pegó el grito: “No lo puedo creer.. Enzo va al Mundial, Enzo va al Mundial. Es un sueño, Enzo va al Mundial”. De repente, cuenta, un mar de lágrimas inundó su rostro. El corazón doblegó sus palpitaciones. Llegó el abrazo de Carlos, Tatiana, Franco y Nahuel. Los Pérez abrazados y envueltos en llantos, recibieron la noticia más anhelada: Enzo Nicolás Pérez, actual jugador del Benfica portugués, integraba la lista de 23 jugadores que representarán a la Argentina en el próximo Mundial de Brasil.
“Fue un momento único, mágico. No dormí en toda la noche. Siempre me pongo muy nerviosa. Pero cuando leí el mensaje que Enzo me mandó, exploté. Es increíble todo esto. Recién ahora todos nos estamos calmando un poco. Es difícil de explicar lo que se siente. Se cruzan por la cabeza todos los partidos en los que acompañamos a Enzo y ahora que jugará un Mundial, es realmente un sueño”, estas fueron las primeras palabras que expresó Mirian, la mamá del ex jugador de Maipú, Godoy Cruz, Estudiantes -LP-, etc.
Y con respecto a todos los partidos que tuvo que acompañar a Enzo cuando era niño, cuando solamente jugaba por diversión, su mamá, al borde las lágrimas nuevamente, expresó: “Siempre lo acompañamos en familia. Es más, empezó a los 5 años en el club Petroleros de El Bermejo y embarazada de Tatiana, íbamos los tres a todos lados. Siempre lo seguimos. Llegaba de la escuela y lo único que hacía era jugar a la pelota. Era su amor. Su gran amor”.
Sobre cómo hacía Enzo para cumplir con el colegio si todo el día jugaba a la pelota, Miriam, contó: “Es una regla de la casa. Primero los deberes. Después la pelotita. Fue a la Escuela Antártida Argentina. Si no hacía las tareas, no había partidito, no tocaba la pelota. Deberes, un té y pelota. Así todos los días”. Su papá Carlos apareció en escena y agregó: “De chico nunca nos imaginábamos esto. Él jugaba al fútbol porque se divertía y porque yo fui jugador de Maipú y quería que hiciera un deporte. Arrancó en Petroleros y luego lo llevé a Banco Mendoza. Hasta que mi corazón me dijo que tenía que jugar en Maipú. Tanto yo como Enzo somos Cruzados de corazón”.
Enzo debutó con 15 años en la Primera del Deportivo Maipú e inmediatamente se convirtió en una promesa. Por esta razón, pasó a Godoy Cruz, club que en ese momento competía en la B Nacional y tenía el mejor semillero de Mendoza. Fue clave en el primer ascenso del Tomba a Primera en el 2006. A partir de ese momento, su carrera no tuvo techo. Salió campeón del ascenso, Primera, Copa Libertadores, pasó al fútbol europeo, vistió la camiseta nacional y ahora, jugará su primer Mundial. Increíble.
Sobre cuáles fueron las claves de la carrera del Principito, su mamá, explicó: “Siempre fue muy sano. Profesional y gran deportista. Cuando pasó a Godoy Cruz tuvimos una reunión familiar y nos manisfestó la posibilidad de dejar el secundario. Lo charlamos mucho. Fue una decisión difícil. Nos prometió que se iba a dedicar al fútbol. Entonces, toda la familia lo apoyó. Hoy, lo puede disfrutar. Se lo merece porque siempre fue muy responsable”.
Cada vez que Miriam habla de su ‘bebé’ mayor se le iluminan los ojos. Felicidad. Orgullo. Pasión. Muchas cosas invaden su ser: “No puedo ver los partidos de Enzo. Me pongo muy nerviosa. Grito. Me desespero. Camino. Me encierro en la pieza a rezar, llorar, festejar, todo. No te imaginás cuando hay un penal”. Carlos (papá) responde: “Mucho no entiende (risas) pero es verdad, no los ve a los partidos. Mis tres hijos y yo nos sentamos al frente del televisor y lo vivimos como si estuviéramos en la cancha”.
Miriam se quedó con la sangre en el ojo por el comentario de su marido y contraatacó: “Entiendo y mucho. Pero, ¿qué mamá no se pone nerviosa cuando juega su hijo? Es imposible. Y más cuando le pegan. Esa sensación no se la deseo a nadie. Y además, quiero dejar en claro algo. Odio cuando los hinchas se acuerdan de uno. Yo pregunto, ¿quiénes son los más insultados en una cancha? Nosotras, las madres. Eso no se puede permitir”. Consultada sobre cómo hará en el Mundial cuando juegue Argentina, canten el himno y las imágenes de TV muestren a su hijo, Miriam, lagrimeo de nuevo: “Tendré que disfrutarlo, porque el fútbol fue, es y será su pasión”.
Enzo francescoli, su máximo ídolo
“Me nublé, se me bajó la persiana y no supe qué hacer”. Estas fueron las palabras que el Enzo Pérez expresó cuando conoció a Enzo Francescoli allá por el 2010 y vestía la camiseta de Estudiantes. Fue un encuentro organizado por la revista El Gráfico. Por aquel entonces, el Principito, así lo llaman por su fanatismo por el ídolo Millonario, era dirigido por Leo Astrada. Fue en City Bell, complejo del Pincha. Le avisaron que el DT quería hablar con él y se dirigió a los vestuarios, de repente se encontró con el ‘Enzo’. El ídolo de la familia, por eso, su nombre de pila. Su timidez ocupó toda la escena hasta que Francescoli le tocó la espalda y le dijo “qué hacés tocayo”. Y ahí comenzó un encuentro que Enzo Nicolás, el que nació en Maipú, llevará guardado de por vida en su corazón. Su fanatismo por River es conocido. En su casa del barrio Antártida se respira perfume riverplatense y Cruzado. Si surge la posibilidad de jugar en Boca, papá Carlos, respondió: “Nunca, ni loco. Enzo es profesional, pero bostero jamás”.