Padre Pío, el sueño de la casa propia que le ganó a una estafa

Lo conforman 24 casas enclavadas en una zona donde conviven la ciudad y el campo. Para construirlo sus vecinos debieron superar varias dificultades, hasta a dos estafadores que los engañaron.

Padre Pío, el sueño de la casa propia que le ganó a una estafa

Es un barrio  joven a cumplir 10 años de vida, pero muchos más  de  lucha. Inaugurado el 20 de diciembre de 2004, la frase de Dominga Aloi, una de las vecinas, lo define bien: "Fue  sacrificado tenerlo, pero tuvo un final feliz".

El Padre Pío de San Rafael tiene como cada barrio del departamento su impronta, sus historias de vida, de luchas y de logros; pero además tiene algunos condimentos que otras barriadas no tienen y que ayudaron a que se lograra su construcción.

Después de muchas promesas  allá por 1997-1998, una de las cuales fue la más dolorosa e incluyó una estafa monetaria a más de 80 personas en pleno apogeo del "uno a uno", 24 familias creyeron en que la unión hace la fuerza y formaron una cooperativa, que reunión tras reunión le fue dando forma a poder concretar el sueño de la casa propia.

Ya en pleno "corralito" y recuperados de aquella estafa, algunos de los damnificados seguían soñando con su vivienda y apostaron todo a concretarlo, derrumbando las promesas de algunos vivos que se quedaron con el dinero. Así, lograron el objetivo.

"Empezamos con las reuniones, en la semana eran dos o tres en la casa que alquilaba cada familia, con viajes a Mendoza, juntar papeles e irlos presentando a la Municipalidad para que el IPV nos diera el cupo de casas... Fuimos a ver al intendente de ese momento, me parece que fue (Vicente) Russo, y nos dijo que nada podía hacer con lo que nos pasó, pero que nos uniéramos y presentáramos una propuesta y así hicimos", cuentan los vecinos.

Cada uno debía tener su terreno cancelado para que el IPV les aprobara la construcción de las casas. En esto tuvo mucho que ver el escribano Daparo, quien era dueño de los terrenos. En la presentación final de los mismos mucho se le debe, y cada uno de los vecinos sabe cuánto, para poder iniciar los trabajos de construcción de cada casa.

"En una de las  reuniones allá por 2001 surgieron cuatro o cinco nombres para el barrio de los cuales debíamos elegir uno. Nuestra familia, devota del Padre Pío, propuso ese y ganó en la elección, pero era la cuarta propuesta. Se lo presentamos a la Municipalidad y les gustó y a partir de ahí comenzó el milagro de la casa", contó Eduardo Olivares Aloi.

El barrio está enclavado entre los de Smata y el Municipal. Y hoy también está el del SUTE en la zona; está delimitado por las calles Edison al Oeste, Paula Albarracín de Sarmiento al Este, la avenida Juan Domingo Perón al Norte y al Nur Ismael Orbelli. En el medio, de Sur a Norte, nace la calle San Pío con una rotonda al final de la misma.

Con amplios lotes de distintas  medidas (en su gran mayoría de 18 metros por 24), las casas están conformadas por dos dormitorios, cocina-comedor y baño instalado cuando se las entregaron. También cuentan con los servicios de luz, agua y gas, pero aún no tienen cloacas y los vecinos siguen trabajando para conseguirlas.

Con el plano sobre la mesa cada vecino eligió su lugar, pero la prioridad la tuvieron quienes tenían la cuota al día y habían asistido a las reuniones en forma periódica. Distribuidos los terrenos, se inició la construcción y los vecinos fueron los directores de la obra y eligieron hasta qué cerámica tendría su casa.

La Unión Vecinal ya no trabaja como tal y los esfuerzos son aislados, pero la idea de seguir mejorando el barrio siempre está vigente. Así, junto a otras personas de barrios cercanos hoy se busca instalar una iglesia en honor a San Pío: los terrenos están, el dinero pareciera que también, pero las  trabas los persiguen, ya que la Municipalidad debe ceder las tierras al Obispado e iniciar la construcción, pero los papeles y la voluntad de hacerlo aún no están.

Los días del barrio Padre Pío transcurren con gente de trabajo, familias de clase media y con la tan temida inseguridad aún no tan presente como en otros  barrios.

Allí se disfruta de la tranquilidad y el poco ruido de los vehículos y se entremezcla la ciudad con algo de lo rural; el canto de los pájaros y el ruido de algunos animales que viven por la zona le dan color y sonido al barrio, con los malos recuerdos ya en el olvido y el futuro imaginando nuevas mejoras.

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