Dicen que pase lo que pase, "la vida continúa". Sin embargo la frase, tal vez tomada de la película argentina de 1969 con Sandro como protagonista, no encierra una verdad absoluta.
Por lo menos en la vida de Luis "Chavo" Juncos, que hace poco más de un mes tuvo que despedir los restos de su hijo Fernando, asesinado de un disparo.
Este miércoles se conoció que la Justicia había condenado a Mariano Lorenzo López Moya, en un juicio arreglado entre las partes, conocido en el léxico judicial como abreviado (procedimiento previsto por la ley procesal, que es legal y válido para dictar una sentencia, sea de condena o no), a 17 años de cárcel.
Sin embargo para Luis esta rapidez no habla de justicia sino que con esta condena "quieren que el caso sea olvidado pronto y no se hable más de La Favorita ni de la inseguridad con que convivimos".
Y remató: "Porque este tipo que ahora dice que tiene miedo y pide que lo trasladen de penal, tiene otras condenas y también un homicidio, en un hecho nunca aclarado".
El "Chavo" Juncos es un recordado futbolista que vistió la camiseta de la "Lepra", donde hoy continúa con el buzo de técnico de la 8° división de Independiente Rivadavia.
Y en diálogo con Los Andes recordó que "vivo en La Favorita desde que comencé a jugar al fútbol. Es decir, toda una vida. Y por eso puedo hablar con conocimiento porque acá más o menos nos conocemos todos (pese a que la población de La Favorita supera hoy las 30 mil personas), pero sabemos quiénes son los laburantes, los que estudian, y también conocemos a aquellos que viven del delito, que se la pasan drogados o borrachos, que están armados y olvidaron todos los códigos de convivencia".
Y Luis, vestido con un buzo deportivo y con una gorra con los colores del club que lo tiene como ídolo, continuó con su bronca transformada en reclamo.
"Estamos tan cerca del Centro como lejos de la gente que nos gobierna. Acá hubo una pueblada (tres casas y un auto quemados) y sirvió para que toda la familia López Moya se fuera del barrio. Y eso lo hizo la gente después de la muerte de mi hijo. Fue como una justicia por mano propia, porque nunca las autoridades respondieron a las denuncias que se hicieron en la fiscalía.
“Y en esas acusaciones se hablaba de esta gente con nombre y apellido, pero nunca... nunca lo detuvieron y tampoco después que asesinara a Nano, porque hay que recordar que pese a la gravedad de lo ocurrido y que el tipo rápidamente fuera identificado, López Moya se entregó sólo y en la madrugada.”
Curiosamente, mientras el hombre hablaba en el salón de la Unión Vecinal, por la calle pasaban algunos móviles de la Policía. "Sí, ahora están dando vuelta por las calles del barrio, pero después de lo que pasó, porque antes no estaban..."
Finalmente, el hombre que dedicó la vida al deporte y también al barrio, donde tiene a su cargo la "escuelita" de fútbol, tomando la mano de Jazmín, la nieta que le dejó "Nano", señaló: "Cada vez que la nena me pregunta por su padre no sé qué decirle. Simplemente la abrazo y sin que me vea lloro..."