Entrevistar a Pachu Peña es una de las cosas más divertidas que le pueden pasar a un periodista. Lo que se ve en la pantalla chica es lo que uno obtiene en vivo. No actúa un personaje ni responde a la vieja clasificación que dice que los cómicos en persona son en realidad tipos serios y sin sentido del humor. Cada respuesta de él va acompañada de risas y una mirada de complicidad. Disfruten de este reportaje con un hombre que se divierte y sabe hacer divertir.
-Volviste al cine y otra vez con Bañeros.
-Sí, esta es mi segunda película. Me puse muy contento cuando Carlos Mentasti y Luis Scalella (N.d.R. productores del film) nos llamaron para arrancar con esta idea. A mi entender, teníamos que haberla hecho antes. Bañeros 3: Todopoderosos (2006) tuvo mucho éxito y tenés que aprovechar el momento y meter otro enseguida. Como hacen en Estados Unidos, salvando las distancias de lo que son las producciones norteamericanas. Lo que digo es muy personal, porque me pasó, por ejemplo, que cuando iba al colegio a buscar a mis hijos había muchos chicos que me conocían por la película y no por los diez años que había trabajado en televisión.
¿Te gusta incursionar en el cine?
-Me parece muy divertido. La verdad es que no me llaman para hacer otros papeles porque uno está muy encasillado en el rol de comediante. No reniego para nada de eso, pero sí me gustaría muchísimo también hacer algo distinto. Me encantaría poder mostrar una faceta diferente haciendo otro tipo de cosas. Se me ocurre que podría hacer un drama. Amo esa clase de películas, sobre todo si son basadas en historias de la vida real.
-¿Le aportaron algo al guión original?
-Nosotros nos queríamos meter un poco en el libro y hacer una historia con zombies y que nosotros lucháramos con ellos, porque a los chicos les gustan esas cosas de terror, pero al final la idea no prosperó. La película es para un público muy infantil y va a andar bárbaro porque está muy bien lograda. La gente que está detrás de todo esto sabe a lo que apunta y siempre logra sus objetivos. Le tenemos mucha fe y estamos expectantes por el estreno.
-¿Sugeriste la participación de alguien?
-Me preguntaron por Nazareno (Mottola) y les dije que era bárbaro cómo trabajaba. Es un chico fenómeno, buen compañero y los nenes también se mueren con él. En “Peligro Sin Codificar”, cuando aparece en el programa, los chicos lo idolatran. Traté también de que pudiera participar Pichu (Straneo), pero estaba muy ocupado con “Tu Cara me Suena” y otras cosas y no pudo. Todos contamos con un público infantil que nos sigue, lo vemos los domingos cuando vienen a divertirse viendo el programa en vivo. Contamos con eso que nos juega a favor y también con el boca en boca
-¿Hubo mucha improvisación?
-Algunas cosas sí. Imaginate que estábamos Pablo Granados, Fredy Villarreal, Mariano Iúdica y yo, cada uno quería meter un bocadillo o agregarle algo al libreto. En mi caso, a veces dije cosas que a Rodolfo Ledo no le convencía pero a mis compañeros sí, así que opté por darle bolilla a lo que me decía el director y listo. Es que en esta película hacemos de nosotros mismos y eso es difícil, aunque parezca mentira. De todas maneras, por suerte en este largometraje hablo poco.
-¿Qué tal la experiencia de trabajar con animales?
-A mí, con total sinceridad, mucho no me gustó, pero porque me tocó trabajar con un guacamayo. Había escenas en las que tenía que mover la cabeza para decir “sí” o “no” y no me respondía, no se movía. Para colmo, yo estaba en musculosa y el pobre animalito se prendía con las patas a mis hombros con toda la fuerza. A eso sumale que teníamos que usar bronceador para protegernos del sol y hacía que el pájaro se patinara. Yo sufría porque me clavaba las garras más fuertes y en una oportunidad, cuando me lo sacaron después de una escena, me había sacado sangre. Más allá de todo esto fue divertido, igual que trabajar con los lobos marinos, pero a mí me da cierto respeto porque nunca sabés cómo va a reaccionar un animal.
-En la película también trabajan Fátima Florez y Karina Jelinek, que debutan en la pantalla grande.
-Fue muy divertido trabajar con ellas. A Fátima la conocía de “No hay Dos sin Tres” (2004-2005) en Canal 9, en donde hizo algunas participaciones pequeñas, cosas muy puntuales, cuando recién arrancaba en la profesión. Llegué a conocerla más en 2009, en “Showmatch”, cuando Marcelo Tinelli nos juntó de nuevo para estar en el programa. Tiene un talento bárbaro, es muy completa y muy profesional. Karina es un caso aparte, genera muchas anécdotas. Algunas cosas las hacía muy bien y otra la querías ahorcar, en el buen sentido de la palabra. Es una chica que se esfuerza y también es muy trabajadora.
-Contanos la mejor anécdota de la película.
-Teníamos que hacer una escena larga en plano registro. Arrancaba conmigo, pasaba por los demás, terminaba con Pablo y tenía que llegar hasta Karina. En ese momento Rodolfo Ledo era como Martin Scorsese, si le salía bien era un golazo. Comienza a filmar, empieza conmigo, pasa uno a uno a los demás chicos, y cuando llega hasta ella Karina se estaba sacando fotos posando para la revista Gente. Eso creo que es una anécdota inolvidable.
Éxito sin codificar
En 2008 arrancaba por la pantalla de América “La Red TV - Sin Codificar”, un programa que seguía el fútbol argentino con una mezcla de humor. Por problemas contractuales dejan el deporte de lado, pasa a llamarse “Sin Codificar” y se agregan sketches con humor. Tras cinco temporadas abandonan esa pantalla y pasan a Telefé con el nuevo nombre “Peligro: Sin Codificar”. A poco más de un año le preguntamos a Pachu qué le significó ese cambio.
-¿Cómo viviste el paso a Telefé?
-Creo que Telefé ya nos venía siguiendo y nos quería porque la mayoría de los que trabajamos ahí somos ex Videomatch. Al canal le interesaba el producto, veía que podía funcionar y se dio el paso. En América teníamos muchos seguidores, como de culto, y también los que se despertaban descerebrados a las dos de la tarde y lo ponían mientras seguían en la cama. La pasamos muy bien ahí, eso sí lo quiero recalcar. Telefé es un canal muy familiar y repercute tanto en chicos como en adultos, por lo tanto la llegada al público fue más grande. Lo notás cuando hacés algo en el programa y al otro día salís a la calle y la gente te da su devolución. En América pasaba pero a otra escala mucho más chica.
-Ustedes le dieron a la televisión la cuota de humor que le faltaba.
-Es cierto, no había programas humorísticos en ese momento. El nuestro tiene un poco de eso y de entretenimiento, muchas variantes en realidad. Hoy en día salimos al aire un poco más de tres horas, por un pedido específico del canal. Lo cierto es que nos divertimos mucho entre nosotros. Eso es clave para que la gente se divierta porque, si la pasemos bien nosotros, logramos contagiar esa alegría a los televidentes. Siempre decimos que estamos agradecidos y tocados por una varita mágica porque trabajamos de lo que nos gusta. Nos podemos dar el lujo de divertirnos cuando trabajamos y eso es único.