-¿Qué evaluación hace de la visión del Presidente sobre la economía?
-Piensa que tiene que superar una experiencia populista. Y yo creo que está equivocado si piensa que lo único que tiene que hacer es superar una experiencia populista.
-¿Por qué?
-Estamos en una economía sin brújula, en una transición larga hacia no sabemos dónde. ¿Cuándo pierde la brújula esta economía? A fines de los 60 y principios de los 70 la sustitución de importaciones dejó de ser el motor del crecimiento, y el vacío no fue ocupado por una dinámica exportadora.
Lo que brilla por su ausencia es una coalición pro-exportadora. Entonces las demandas de la sociedad, de los pobres, de los trabajadores formales, de la clase media internacionalizada, son satisfechas transitoriamente y azarosamente o bien con endeudamiento o bien, como durante los primeros años del kirchnerismo, por términos del intercambio favorables. Hasta que el azar se da vuelta y todo termina.
-¿A qué se refiere con una coalición exportadora?, ¿crecimiento impulsado por exportaciones?
-No. Argentina necesita exportaciones que sostengan el consumo y la inversión doméstica. No sabemos cómo la economía crecerá en los próximos años. Hace más de una década que las exportaciones no crecen. El PBI por persona viene cayendo desde 2011. Para esquematizar, estamos en una década perdida.
-Macri y su equipo dicen "generamos confianza, cae la tasa de interés, nos endeudamos más barato e importamos capital para producir más", ¿qué hay de malo con eso?
-Lo que le dije: la ausencia de una coalición social y política pro exportadora. Eso sí sería una verdadera fábrica de confianza. Tengo la impresión de que esa coalición es algo más que lo que expresa Cambiemos.
-¿Qué países de la región pusieron énfasis en esto que usted plantea?
-Chile, Uruguay, lograron cambios, pero son economías pequeñas, no nos sirven como ejemplo. Efectivamente creo que es un vacío que afecta a toda la región. Quizás sea una buena noticia, porque quizás podamos salir todos juntos.
-¿Este planteo implica contener las demandas de los sectores más sumergidos?
-Supongo que no me está hablando en serio. Asistir a los pobres es, en términos macroeconómicos, muy barato. Cara es la clase media internacionalizada. Usted, yo.
-Pero de vuelta. Siempre se dice que un Presidente y su equipo económico están urgidos por el día a día. Y un planteo como el suyo es de más largo aliento...
-¿Cómo llamó Pellegrini a la crisis de 1890? Crisis de progreso. Pellegrini era tan consciente de las potencialidades de la Argentina que aquello era un tropezón y seguía adelante. En cambio, ahora cualquier crisis es parte de esa larga historia de una Argentina sin brújula. Le digo algo al respecto.
Veo mucha gente especializada esperando que se recupere el ingreso de capitales de corto plazo, el financiamiento como solución. Se entusiasman con eso otra vez. La esperanza que yo tengo es que las exportaciones crezcan hasta sorprendernos el año que viene. Eso puede organizar un debate más fructífero.
-Pero mientras tanto estamos en una crisis que no es una crisis de progreso. El dólar volvió al radar de los argentinos. ¿Cómo ocurrió que caímos en eso?
-No me parece que el encadenamiento de los hechos sea tan difícil de explicar. Herencia de una crisis asintomática, una muy explicable cautela política para enfrentarla porque había que revalidar los títulos electorales, un moderado cambio de clima externo después de las elecciones intermedias que reduce el financiamiento a una Argentina vulnerable, y aquí estamos inevitablemente, negociando con el FMI.