Desde el Km 0 de Mendoza, porque su oficina de gerente de ventas de Prudential Seguros SA ubica en el tercer piso del Edificio Gómez, Pablo Javier Cairo levanta la vista y cuando observa a la distancia con una mirada de lógico orgullo y gran nostalgia, se encuentra con las imágenes que lo erigieron en un excelente deportista, mejor persona y muy buen padre de familia.
Quizá el referente más grande de todos los tiempos del hockey sobre patines mendocino por su condición de campeón provincial, argentino, europeo, olímpico y mundial, más allá de los grandes y valiosos pergaminos de su hermano Gabriel Eduardo, que también construyó una carrera a todas luces brillante en el deporte de la bocha y el stick.
Es que en su prolongada trayectoria, primero como jugador y luego como entrenador, plena de triunfos y títulos, grandes hazañas y goles decisivos, Pablo jugó en Casa de Italia (Mendoza: 1970-1983), Unión Vecinal de Trinidad (San Juan: 1983-1984), Pordenone (Italia: 1984-1986), Novara (Italia: 1986-1988), Vercelli (Italia: 1988-1989), Seregno (Italia: 1989-1991), Roller Monza (Italia: 1991-1992), Reus (España: 1992-1994), Novara (Italia: 1994-1996), Bernardino Rivadavia (Mendoza: 1996) y Casa de Italia (Mendoza: 1996-1998). Además de su exitoso paso por la Selección Argentina, con la que se consagró campeón mundial como jugador en Novara (Italia) en 1984 y como integrante del cuerpo técnico en Recife (Brasil) en 1995 y en Reus (España) en 1999.
Como hockista ,desde su posición de medio y delantero, posiciones que podía ocupar con igual prestancia e idéntica eficacia, resultó campeón absolutamente de todo lo que jugó: Mendocino en infantiles, quinta, juveniles, junior y primera; Sanjuanino en junior y primera; Argentino en infantiles, junior y primera; Sudamericano a nivel de clubes, campeón de la Recopa Argentina y campeón intercontinental de clubes campeones con UVT de San Juan.
También como jugador resultó 5 veces campeón en Italia, 4 veces campeón de la Copa Italia, Campeón de la Copa “Lega Italiana”, campeón de la Copa CERS de Europa, campeón de la Recopa Europea, campeón de la Euroligue (Copa de Campeones de Europa) y campeón de la Liga Catalana en España. En la temporada 1990-1991, cuando dirigía y jugaba en el Seregno ganó el “Stick de Oro” como máximo goleador de la Liga Italiana con 108 conquistas: 93 en el campeonato y 15 en los play off.
Además de ser campeón Panamericano, Sudamericano y de la Copa de las Naciones en 1992 fue el capitán y el símbolo de la Selección Argentina que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona (España) cuando el hockey participó como deporte exhibición por iniciativa del español Juan Antonio Samaranch, que era el presidente del COI -Comité Olímpico Internacional- en homenaje a que en su juventud había practicado ese deporte.
Por otra parte, como reconoció con una expresiva sonrisa en la amable charla con Más Deportes, fue el único que jugó con sus cuatro hermanos: con el mayor, Marcelo Ignacio (30-11-61), en Casa de Italia, con Alejandro Raúl (18-10-67), en Novara de Italia y la Selección Argentina, con Gabriel Eduardo (07-03-69), en Reus de España y la Selección Argentina, y con el menor, Mauricio David (13-07-75), en Casa de Italia, en la culminación de su carrera.
En su etapa de entrenador, como integrante del cuerpo técnico de Miguel Gómez, se dio el lujo de dirigir a su hermano Gaby en los Mundiales de Recife (Brasil) en 1995, Wuphertal (Alemania) en 1997, Reus (España) en 1999 y San Juan (Argentina) en 2001. También fue técnico de sus hermanos Alejandro y Mauricio y de sus hijos Stefano y Facundo en Casa de Italia, Atlético San Martín y Banco de Mendoza.
El olímpico
Cuando recorre aquel inolvidable pasado en su San Martín natal, donde nació hace 48 años, un 06-06-64, que evoca con tanta melancolía,Pablo se encuentra también con la imagen de sus padres -Marcelo Antonio Cairo, destacado atleta en gimnasia en aparatos, y María Encarnación Valdivia (mamá Eli en la intimidad del hogar paterno), docente de vocación - y sus cuatro hermanos todos varones: Marcelo Ignacio que es abogado y que ahora está radicado en España, Alejandro Raúl, Gabriel Eduardo y Mauricio David. Aquel tiempo tan feliz de la lejana infancia, entre los 6 y 7 años en el club El Líbano, a una cuadra de Casa de Italia, y el interés compartido entre el fútbol y el hockey sobre patines.
Más tarde el aprendizaje del rugby en la función de apertura, en la Quinta “A” del Liceo Rugby Club, cuando era alumno de la XXX Promoción del Liceo Militar General Espejo, donde también practicó handball, gimnasia en aparatos y atletismo. Sin abandonar el fútbol, que por esos tiempos le abrió las puertas como número 9 titular en la cuarta división del Atlético San Martín, porque tenía un formidable disparo de media distancia. Sin embargo pudo mucho más el juego del patín, que se consolidó con aquel grupo de entrañables amigos del Club Casa de Italia, que nombra con tanto afecto al citar que entonces jugaban “por la Coca Cola, la pizza y la birra”:
Genaro De Stéfano, Gabriel Beningazza (hijo de Armando, su recordado primer entrenador), los hermanos Aldo y Ariel Santaolaya, el Huevo Lucero, Carlos Morán, Pedro Zambrana, Bruno Discépolo, Segundo Sanz, Osvaldo Ballido, José Manuel Tercero y Martín Tercero. Grupo al que también se sumaron Candado Dolcemáscolo, Tino Messina, Gustavo Álvarez, Trucha Ligonié, Raúl Zambrana y dos de sus cuatro hermanos: Alejandro Raúl y Gabriel Eduardo, los que también exhibían ese fuego sagrado que al igual que Pablo los llevaría a jugar y triunfar en las grandes ligas de Europa.
Justamente cuando habla de Alejandro y Gabriel recuerda que los tres, en un hecho único e incomparable, integraron la Selección Argentina que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona, España, en 1992. En esa oportunidad, donde el hockey sobre patines participó como deporte exhibición, el periodismo especializado calificó a Pablo como “El Gran Capitán Olímpico”, no sólo por sus condiciones técnicas sino también por su alma de líder y espíritu ganador.
Cairo recuerda que la Argentina había iniciado la etapa clasificatoria con una derrota 1 a 0 frente a Portugal y dos empates ante Italia y Estados Unidos, para vencer luego a Brasil (3 a 1), Italia (7 a 3), Holanda (4 a 1), Portugal (2 a 1) y España (8 a 6) en el partido decisivo que se definió en tiempo suplementario y donde Pablo señaló dos goles.
También nombra a aquel calificado plantel que además integraban Guillermo Hermann, Alfredo Bridge, Alejandro Rodríguez, Diego Allende, Alejandro Cairo, José Luis Páez, Gabriel Cairo, Roberto Roldán y Raúl Monserrat, dirigidos por Miguel Gómez. Además, la Copa Intercontinental lograda por UVT de San Juan en 1985, la primera y única de un equipo de Sudamérica ante los poderosos conjuntos europeos, es otro de los logros que evoca con mayor orgullo:
“Le ganamos las dos finales al Barcelona de España en el estadio del Parque de Mayo: 5 a 3 y 5 a 4”. El exitoso currículum deportivo de Pablo Javier Cairo se completa como entrenador, actividad que inició en la temporada 1990-1991 del Seregno de Italia, donde jugaba y dirigía, al que clasificó campeón italiano y campeón de la Copa CERS europea.
También fue subcampeón sudamericano (22-04-97) y subcampeón argentino junior (15-07-97) ambos con Casa de Italia; subcampeón con el Salerno de la Copa Italia (1998-1999), coordinador general del Club Patín Alcobendas de Madrid, España, en 1999-2000, DT de la Selección de Uruguay en el Mundial B desarrollado en el 2000 en Londres, Inglaterra; campeón del torneo mendocino Vendimia, argentino y semifinalista de la Liga Argentina con el Club Atlético Palmira en 2001; DT del Club Saint Omer, de Francia, entre 2002-2003, siendo campeón en ese país.
Además de su paso por la Selección Argentina primero como ayudante de Miguel Gómez (campeón del mundo en Recife, Brasil (1995) y Reus, España (1999) y subcampeón del mundo en Wuphertal, Alemania (1997) y después como máximo responsable (subcampeón del mundo en San José, California, Estados Unidos (2005).