Fito Páez, Andrea del Boca, Pablo Echarri, Nancy Dupláa, Nacha Guevara, Peteco Carabajal, Adriana Varela, Ana María Picchio, Víctor Laplace y decenas de artistas apoyaron abiertamente a la presidencia de Cristina Kirchner. El gobierno de Mauricio Macri, en cambio, carece de figuras del mundo cultural que lo respalden.
Para el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, lejos de ser un mal síntoma es una señal positiva porque, a su criterio, Cambiemos “no se propone ser el kirchnerismo al revés” sino una gestión que contenga e integre a todas las personalidades sin distingo ideológico.
En una entrevista que le concedió a Los Andes en la sede ministerial, ubicada en el barrio de Recoleta, Avelluto defendió los cambios en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), afirmó que la grieta social está “cediendo” y dijo que “el principal problema del kirchnerismo es su anacronismo”.
-¿Qué diferencias hay entre la gestión kirchnerista en Cultura y la suya?
-Nosotros no priorizamos las afinidades partidarias o ideológicas a la hora de determinar nuestra gestión cultural. Las zonas blandas de la política pública, Derechos Humanos, Cultura, medios públicos, durante la gestión anterior habían sido puestas al servicio de la propaganda del Gobierno.
Nosotros no hacemos eso. Y por dos razones principales: por un lado, porque está mal, porque son recursos públicos que no pueden ser utilizados con fines partidarios; y por el otro, porque no sirve. El gobierno anterior, con el control de todas esas áreas, perdió las elecciones. Nosotros no somos el kirchnerismo al revés. Lo contrario del kirchnerismo es la pluralidad. No es a un relato, el contrarrelato. A un relato, muchos relatos, incluido ese relato.
-¿Por qué la gestión kirchnerista tuvo tanta adhesión del mundo cultural y ustedes no?
-La narración del kirchnerismo se montó sobre elementos ya existentes de la cultura política argentina. Uno de ellos tiene que ver con los Derechos Humanos; otro, con el nacionalismo cultural; otro, con una vieja tradición del peronismo del uso de los sistemas de medios públicos para hacer propaganda partidaria.
No me gustaría decir que el Estado era empleador de muchos de estos artistas. Ha habido casos de esos, no los descarto. Es más fácil cuando te contratan, pero no creo que haya sido el caso mayoritario. Creo que adhirieron a un discurso atractivo: estamos combatiendo el mundo; hay malvados por todos lados que quieren lo nuestro, desde Estados Unidos hasta Clarín; el mal está en Macri, los bancos, los fondos buitres, los militares del Proceso.
Desde ese punto de vista, la narración tiene un sentido, pero del otro lado aparecen los bolsos de (José) López, (Amado) Boudou, (Julio) de Vido, la tragedia de Once, los datos de la realidad.
-Pero el discurso político cala hondo en las masas. Se supone que este colectivo de figuras es la intelligentzia de la cultura y sin embargo tuvieron mucha adhesión...
-Muchos de ellos vieron en ese proceso político, la mayoría de buena fe, una transformación que evocaba otros procesos de transformación narrados desde nuestra historia. Básicamente, los años 70. Pero uno podría pensar en ese momento apoteótico del primer Lula (Da Silva) o cuando (Hugo) Chávez parecía ser la continuidad de Fidel Castro; el momento de Evo (Morales) o de (Rafael) Correa. La foto de la contracumbre con (Diego) Maradona... Todo eso alimentó la idea de que la Argentina estaba haciendo la revolución social. Y la verdad es que no estaban haciendo la revolución social. La revolución social era completamente imaginaria.
-¿Cómo es eso de ser intelectual orgánico? Parece un oxímoron.
-Es la tesis de Carta Abierta. A nosotros no nos parece apropiada. Queremos intelectuales independientes, no orgánicos. Yo integro el Club Político Argentino, donde hay intelectuales de diversas tradiciones, más cercanos o lejanos al Gobierno, porque a mí no me interesa que el intelectual sea un militante o un funcionario, sino sus ideas, que pueden ser elogiosas o detractoras.
En el periodismo pasa lo mismo. El intelectual orgánico es el que compra el paquete completo. Se convierte en un repetidor del discurso político.
-¿Este Gobierno entonces no necesita el apoyo de intelectuales y figuras del mundo de la cultura y el arte?
-Es que para nosotros no existen ese tipo de figuras.
-Pero no tienen a nadie.
-Tampoco es que no tenemos a nadie. Pero no estamos buscando votantes entre los artistas. Me consta que hay artistas que votan a Mauricio Macri y Cambiemos. No estamos buscando formar el Carta Abierta macrista. O tener a un Pablo Echarri y a una Nancy Dupláa de nuestro lado. Eso sería pensar que Cambiemos es igual al kirchnerismo pero con otra polaridad.
Y la verdad es que no somos eso, porque la sociedad ya no es eso. No estoy pensando en cómo recluto intelectuales, escritores, cineastas, para que voten a Macri, que era lo que sí hacían los otros. Todos tienen derecho a tener sus ideas. Ahora, la ideología política de un intelectual y su simpatía partidaria no vale más que la de un albañil. En una democracia somos todos iguales.
-Algunos productores de cine dicen que la resolución 942 para acceder al nuevo Fondo de Fomento del Incaa hará que cierren pymes del sector.
-No es así. Que me digan en qué lugar de la resolución sienten que no van a poder acceder al Fondo de Fomento. No es así. Esa resolución lo que busca es precisamente que la primera plata que recibe un productor sea para el rodaje, para poder pagarles a los que contrataron.
Los agujeros negros son uno de los problemas que hemos tenido, no solo de la gestión anterior a la de Ralph Haiek (la de Alejandro Cacetta) y la del kirchnerismo, sino que es una situación endémica en el Incaa.
-En la industria del cine se quejan de que a todos sus reclamos ustedes los barnizan de kirchnerismo para deslegitimarlos.
-No es cierto. No hay en las autoridades del Incaa ninguna persona que piense así. Además, están en permanente diálogo con ellos. Muchas veces la expectativa está centrada en el prejuicio o en el siguiente interrogante: ¿estos tipos de Cambiemos están realmente comprometidos con la cultura? Como si hubiera una zona de desconfianza, aun a priori. Frente al prejuicio, los hechos.
Esto ya pasó en la ciudad de Buenos Aires, en la gestión de Macri. El prejuicio es como jugar contra el frontón: no jugás contra otro, entonces te devuelve lo que vos ponés ahí, hasta que en un momento pensás: me parece que no hay otro jugador del otro lado. Siento que nuestra gestión cultural, al igual que la de todo el Gobierno, va ganando respeto.
-¿En qué se convertirá el kirchnerismo?
-Va camino a ser un resabio de otra época, en el presente. Como uno podría decir de esos partidos de minorías muy intensos. Cuando yo era chico, el Partido Comunista de Argentina estaba en todas las movilizaciones por la vuelta de la democracia y los Derechos Humanos, eran enormes sus movilizaciones, con sus banderas al viento.
Uno podría pensar que en la Argentina había muchísimos comunistas. Y no, eran argentinos que estaban ahí. Muchos podrán apegarse a sus rituales y emblemas, como pasa ahora con el kirchnerismo. El problema es que esa carga simbólica del kirchnerismo refiere a un país que ya fue. El país actual quiere soluciones actuales, contemporáneas.
El problema es que ese lenguaje político no interpela a los sectores contemporáneos. Es como ser castrista hoy. Bueno, puede ser. Pero suena raro.
Los prometidos fondos para equipar el Le Parc pasaron al año que viene
-Este año usted recorrió el antiguo teatro Mendoza, una sala tradicional que estaba abandonada y ahora la están restaurando con fondos nacionales. ¿Le han pedido plata de alguna comuna de Mendoza o ya han mandado fondos para alguna restauración similar o abrir una sala nueva?
-No. Sí recuerdo que visité el teatro en Mendoza, también visité una sala en Godoy Cruz. Y también estuve en el centro cultural Julio Le Parc. Pero no hubo un pedido concreto.
-¿Por qué no todos los mendocinos pueden acceder a Incaa TV o Encuentro? Sólo se ve por TV satelital. ¿No deberían ser como la TV Pública, por aire?
-No, porque hay una limitación de canales para la Televisión Pública. En el caso de Encuentro, depende del Sistema de Medios Públicos. En el caso de Incaa TV, que ahora se llama Cinear, son los acuerdos que logra hacer con las distintas compañías de cable.
Sí tiene mucho éxito la plataforma digital de Cinear, que es como el Netflix argentino. Antes se llamaba Odeón y ahora, Cinear. Es gratuito el acceso y cobran muy poquito para ver los estrenos, pero una tarifa ridículamente baja.
-En mayo anunció en Mendoza $ 2 millones para equipar con audio e iluminación el espacio cultural Julio Le Parc. ¿Qué pasó con ese dinero?
-Lo vamos a hacer ahora, a principios de 2018. Ya está el presupuesto. La historia fue muy triste porque el Gobierno anterior, cuando hizo el centro Le Parc, que es muy grande, lo equipó.
Y cuando dejó el poder, los equipos no estaban. Equipos de proyección, de sonido, para las tres o cuatro salas importantes que tiene el complejo. Entonces, nos comprometimos a darles una mano. No llegamos este año, pero ya estamos con el Presupuesto 2018.