Luego de doce años con las puertas cerradas, de los rumores de una posible venta y la resistencia de los artistas locales, el Teatro Mendoza volvió a subir el telón el pasado viernes a la noche. En la gala, varias figuras del ámbito político local y nacional se dieron cita en la reinaugurada sala.
El titular de la Secretaría de Cultura, dependiente del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Nación, Pablo Avelluto, fue uno de los representantes a nivel nacional que estuvo presente. Previamente a asistir al acto el funcionario conversó en exclusiva con este diario, en una extensa charla sobre sus políticas culturales, su visión sobre el cambio que hubo en la cartera que dirige, y la situación política de Cambiemos en este año electoral.
-¿Cómo se trata el tema de recuperación de patrimonios culturales en estos días?
-Son dos partes: una tiene que ver con lo edilicio, lo simbólico. Otro teatro importante, que venía viviendo una situación dramática era el Cervantes; por suerte lo pudimos recuperar también. La cultura de una región pasa por el valor de esos lugares. Desde la Nación pusimos 22 millones de pesos para la recuperación de ese teatro. Después viene otro plano que es la explotación de ese lugar: la programación, la actividad que se desarrolla, cómo lo volvés a convertir en una usina de actividad y punto de encuentro, que tiene que ser acorde a este tiempo. Ese será el desafío de las autoridades de la Cultura de la provincia.
-Parte de esa activación viene con las puestas teatrales que llegan desde Buenos Aires, ¿cómo hacemos para descentralizar esa idea y lograr una verdadera cultura federal?
-Es un gran desafío. Cuando llegué a Cultura me di cuenta de que todas las instituciones culturales están en Buenos Aires. ¿Qué parte de la Biblioteca Nacional, qué parte del Museo Nacional de Bellas Artes, disfrutan todos los argentinos?
-Y qué parte del presupuesto también...
-Nosotros vamos llevando un análisis de la incidencia de las acciones en función de la población y el consumo. Con la cuestión de la federalización, cómo movemos el patrimonio, hicimos un montón; pero falta un montón. Además hay otro tema: cómo articulamos público y privado. El año pasado fue el más importante en materia de estrenos del cine argentino y este año tiene la particularidad alentadora de que venimos con récord de rodajes. Hay 33 proyectos que se están filmando en este momento y eso es trabajo concreto. Pero por primera vez está subiendo el número de rodajes que se están haciendo en las provincias, y eso es un tema que nos habíamos propuesto a modificar desde el INCAA. Así los talentos audiovisuales no se han tenido que mover a Buenos Aires y así ha pasado con otros aspectos. Es muy difícil el tema de la federalización, por un tema de desigualdad. Sobre todo en el plano de la formación y del consumo.
-Volviendo al tema público y privado, si no hay una intervención estatal muchas cosas no proliferan. Muchos espacios de esparcimiento cultural privados son cerrados por varias razones, como por ejemplo que sea considerado un lugar de "ruido molesto". ¿Cómo rever esa mirada?
-Desde Cromañón nos dimos cuenta de que cierta laxitud podría ser suicida. Eso por un lado. Por otro lado creo que eso se unió a algo que trabajamos desde Cultura Nación que es cómo profesionalizás a las industrias creativas. Durante muchos años hubo cierta “alternatividad” en la cual parecía que el mundo normativo, de la planificación económica, del vínculo con el Estado, era transar con el sistema, para llamarlo de una forma burda. Yo creo que no es así. Es un lenguaje. Es un lenguaje que si querés participar tenés que hablarlo.
Hace poco estuvimos con los productores de los grandes shows internacionales, muchos de ellos empezaron así. Creo que hoy hay herramientas que te permiten dar ese salto cualitativo. Muchas veces es cierto que las particularidades de esos sectores no son conocidas para el Estado, entonces las normativas nos pasan. El país está lleno de fiestas populares, no siempre cumpliendo las medidas básicas de seguridad. Y no es sólo la seguridad del público, la del artista, del técnico: ¿cuántas ambulancias tienen que haber, cuántas salidas de emergencia? Todos esos temas están al alcance del gobierno de una localidad. Nuestro rol en ese sentido es poder ayudar al Estado y a los privados a encontrar ese lenguaje común que les ayude a entender que mi derecho a tener un centro cultural termina donde empieza el del vecino a dormir el viernes a la noche.
-¿Qué obstáculos hay en ese trabajo ahora que la cartera se redujo a una Secretaría, desde el año pasado?
-Para nosotros no fue un cambio significativo. En lo personal no fue un cambio en el vínculo con el presidente, ni con el ministro (Alejandro) Finocchiaro, como con el secretario (Lino) Barañao. Yo no vine por un cargo y en cuanto al equipo, es el mismo con el que vengo trabajando, no hay ninguna modificación. Presupuestariamente tenemos la misma autonomía que cuando éramos un ministerio. Uno siempre quiere para Cultura la mayor cantidad de recursos y siempre tiene para hacer más que la plata de que disponés. Lo que sí entendí es que había mucha confusión dentro de la administración, donde normalizan ciertas cifras. Es fácil perder la referencia cuando ves pasar millones de pesos y a veces el Estado no administra bien sus recursos.
Es cierto que la plata es justa. Pero también es cierto que nos la ingeniamos para raspar la olla, para seguir haciendo lo que queremos hacer, para que el MICA (Mercado de Industrias Culturales) siga estando, para que podamos hacer la Cumbre de las Américas este año, para que podamos seguir evaluando los consumos culturales de todo el país y mucho más. El presupuesto es un indicador; y su gestión, es otro.
-¿Qué retrospectiva hace desde el 2016 en adelante?
-Hicimos un cambio muy importante en relación al uso de las políticas culturales, como la utilización de los medios públicos, como una actividad de propaganda partidaria. La idea de que a los artistas se los acercara al Estado en función de su identificación con la política del gobierno, y no por sus atributos, y eso era muy perjudicial. No sólo los kirchneristas pensaban así. Algunos se enojaban conmigo por llevar escritores K a las ferias, ¿y por qué no? Lo contrario a la política cultural K no es la política anti K, es la política pluralista, donde todos pueden hablar.
-En este año electoral la situación de Cambiemos se ve complejizada por el duro momento económico, sobre todo las clases más desprotegidas de la sociedad, ¿cómo ves las posibilidades electorales de este año?
-La sociedad es la que decide, primero. Esto tiene que ver con antiguo versus contemporáneo, qué expresa lo contemporáneo y qué expresa con modelos que han dado lo que tenían para dar y han fracasado. Este proceso es mucho más grande que Cambiemos, y tiene que ver con la sociedad, desde abajo hacia arriba. Por supuesto que la situación económica es muy dura y hay una responsabilidad muy clara en quienes gobernamos en una sobrevaloración de la posibilidad de resolver los problemas rápido, de una complejidad estructural de arrastre de décadas.