Parte de la nutrida agenda desarrollada por el Grupo Mundial del Comercio del Vino fue desgranada por el presidente de la Federación de Cámaras Vitícolas, vicepresidente de la Corporación Vitivinícola Argentina e integrante del Fondo Vitivinícola Mendoza, Pablo Asens.
Es que el directivo viajó a Nueva Zelanda representando al país, y allí tomó contacto con los debates que hoy planean sobre la industria. “El espíritu del Grupo Mundial del Comercio del Vino es zanjar las diferencias entre los países en temas sensibles como prácticas enológicas, denominaciones de origen y etiquetas, aspectos que en muchos casos son las piedras no queridas y que impiden el intercambio comercial entre las naciones”, remarcó Asens.
-¿Qué resultados arrojó su última reunión para la industria local?
-Logramos que Argentina contara con el apoyo de Estados Unidos y Canadá, para pedir ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) la aceptación de la denominación Reserva y Gran Reserva para los caldos nacionales. Teniendo en cuenta que a Chile le fue aceptada en Europa el uso de ambas denominaciones, y nuestro país desde 2008 viene haciendo reclamos, decidimos hacer una presentación formal ante la OMC con apoyo de Estados Unidos y Canadá.
En nuestro país tenemos una legislación eficiente y exigente del Instituto Nacional de Vitivinicultura sobre cómo clasificar Reserva y Gran Reserva, por lo tanto la Comisión Europea no debería poner tantas objeciones.
-¿Qué beneficios obtiene Argentina al pertenecer al Grupo Mundial del Comercio del Vino?
-La buena relación con el resto de los países vitícolas y el lobby. El negocio vitivinícola se debe nutrir de las visiones de todos los países miembro. En las reuniones del Grupo Mundial del Comercio del Vino, además de Argentina, países como Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Chile y Sudáfrica sintonizan y acuerdan sobre temas cruciales para el comercio.
-¿Como cuáles?
-Por ejemplo, normas para el etiquetado. A veces, cuestiones sencillas como tamaño de las letras de las etiquetas o la carencia de un determinado componente, pueden ocasionar que barcos enteros queden varados en los puertos y sin posibilidad de vender la mercadería que transportan.
El Grupo del Comercio del Vino acuerda sobre disposiciones comunes para todos los países miembros, luego esa información es bajada a las Legislaturas y a los Congresos de cada país para que se viabilice a través de los organismos técnicos y de control vitícola. El objetivo final es siempre eliminar todo tipo de disidencia y permitir que el comercio sea más activo entre los países miembro.
-¿Qué otro tema se abordó en la última reunión del grupo?
-Las normas de sustentabilidad, como huella de carbono, huella del agua, fair trade (comercio justo) están despertando mucha polémica. Europa se está volviendo muy exigente con respecto a las certificaciones y hay que tener mucho cuidado para que no se transformen en una trampa para frenar el comercio. El debate actual está centrado en el límite de la sustentabilidad; esto es hasta donde la industria va a avanzar en esas prácticas.
-¿Por ejemplo?
-Sudáfrica advirtió que la sustentabilidad puede llegar a encarecer más los vinos. Europa hace hincapié en la huella de carbono. Y el cumplimiento no es el mismo para un francés, que para un argentino. Nosotros cosechamos nuestra uva la que es transportada y atraviesa grandes extensiones de rutas. El camión produce una contaminación mucho mayor que en Francia, donde el grueso de las bodegas tienen sus propios viñedos.
Nosotros usamos tractores para hacer labranza, en cambio en Europa no. Nosotros, si queremos exportar un vino al Viejo Continente, tenemos que atravesar el océano, lo que genera contaminación. A la larga, la huella de carbono puede convertirse en una barrera paraarancelaria que puede ocasionar más dificultades en el ingreso del vino de nuestro país. En Argentina tampoco hay acuerdos.
-¿Cómo es eso?
-Hay sectores que pretenden que todas las bodegas cumplan con las prácticas de manufacturas, y ciertamente no todas las firmas pueden cumplimentarlas. Y eso no significa que las bodegas van a dejar de hacer un buen vino.
Si bien hay normas de higiene que las bodegas deben cumplir, hay que tener cuidado de que las normativas que no hacen una ventaja comercial a la hora de vender sean un verdadero dolor de cabeza para los bodegueros.
-¿Cómo viene la agenda del año del Grupo del Comercio del Vino para este año?
-Uno de los temas será la venta de vino a granel en el mundo. De las exportaciones totales de vino, a granel significa el 50%. Su lado positivo es que ha permitido que muchos países puedan equilibrar sus stocks internos y evitar la caída de precio de su producción.
Sin embargo, el vino a granel constituye una amenaza, como la pérdida de la indicación geográfica y la tergiversación de la calidad de los caldos cuando arriban a otro país. No podemos evitar que el negocio decrezca, pero sí vamos a bregar para que los vinos argentinos exportados sigan representando la calidad de nuestra industria.