No hicieron falta mariachis ni esa música ranchera tan típica de este país para que River siguiera de fiesta. Como un eco de su consagración en el Torneo Final y la Súper Final, se dio un gusto que en los últimos meses se volvió repetido para sus hinchas: le ganó a Boca, aunque esta vez fue por penales (4 a 2) y después de igualar en los 90 minutos. De los últimos cinco Superclásicos, festejó en cuatro: ganó tres en el tiempo reglamentario, el de anoche desde los doce pasos y también hubo un empate.
En los penales, para River anotaron Vangioni, Lanzini (la figura), Ferreyra y Ledesma, quien se despidió de River con el gol de la definición, como lo merecía un jugador de su clase. El tiro de Chiqui Pérez dio en el palo, Barovero se lo atajó a Forlín y convirtieron Sánchez Miño y Riaño.
El Superclásico tuvo mucho de amistoso, empezando porque estaban permitidos cinco cambios más el del arquero. Los 2.414 metros de altura de este caótico pero también encantador DF influyeron para que los dos regularan sus energías durante el primer tiempo, y eso se notó en el desarrollo, al que de a ratos le faltó intensidad. Y tuvo un árbitro que se convirtió en el hazmerreir de la noche: sobre el cierre del primer tiempo, cobró un penal para River por una falta de Díaz a Vangioni que no había existido.
El Cata le fue a recriminar al lateral que se había tirado, se generó un tumulto generalizado y, cuando éste terminó, las protestas de los jugadores de Boca hicieron arrepentir al mexicano Pérez Durán. El árbitro cobró infracción para Boca, provocando la indignación de todo el plantel de River.
River supo aprovechar los enormes espacios que le dejó Boca en el fondo para ponerse en ventaja a los 35’. Fue en el mismo arco de los goles de Diego a Inglaterra en 1986 y tras un pase quirúrgico de Lanzini para Villalva, quien no definió todo lo esquinado que pedía la jugada pero contó con la complicidad del flojo achique de Trípodi.
River no se desprotegió tanto como Boca. Lució más compacto y armado, aunque Boca contó con una chance muy clara de gol cuando estaban 0 a 0: Barovero le tapó un remate franco a Cubas en una gran reacción. Antes, un tiro de Sánchez Miño obligó a otra estirada del arquero.
River arrancó mucho mejor el segundo tiempo. Desorientado, Boca veía como su rival le manejaba la pelota y llevaba el partido con tranquilidad. Sin embargo, en un descuido defensivo, Insúa mandó un centro y el toque de Riaño sacudió el palo.
El ingreso de Kranevitter por un extenuado Keko Villalva no le hizo bien a River. Porque perdió protagonismo ofensivo y permitió que creciera el juego de Boca. Un Boca que llegó al 1 a 1 a los 25, con otra buena entrada de Riaño, esta vez, luego de un buen centro de Sánchez Miño. River ya no fue el equipo seguro de sí mismo de antes y casi no volvió a inquietar.
Boca, en cambio, buscó más al final pero le faltó claridad para llegar con peligro. Y después River volvió a celebrar. En los penales, claro, pero con la misma intensidad.