Sequías extremas, inundaciones sin precedentes y tormentas devastadoras están afectando en forma sostenida la vida sobre nuestro planeta. Estos eventos climáticos no solo impactan las actividades humanas comprometiendo la seguridad alimentaria, la provisión de energía y nuestras vidas frente a catástrofes climáticas, sino también a miles de especies que acompañan al ser humano en este planeta.
En un mundo altamente modificado por la mano del hombre, las actividades humanas se han convertido en la causa principal de los cambios ambientales a escala global. Sin duda, los cambios introducidos por el accionar humano tienen en el presente efectos más perjudiciales y prolongados que los asociados a las catástrofes naturales que ocurren en nuestro planeta.
Las velocidades, escalas y combinaciones de los cambios ambientales son ahora fundamentalmente diferentes a los que ocurrieron en otros momentos del pasado. En este punto de nuestra historia, es muy probable que como seres humanos estemos cambiando la Tierra más rápidamente que nuestro conocimiento de su delicado y complejo funcionamiento.
Invernadero
La quema de combustibles fósiles, particularmente el petróleo y el carbón, junto al proceso de deforestación global, son las causas principales del aumento de gases de tipo invernadero en la atmósfera. Como en un invernadero, estos gases retienen la radiación solar y aumentan paulatinamente la temperatura en la Tierra. El dióxido de carbono y el metano, entre otros gases de tipo invernadero, han alcanzados niveles sin precedentes en los últimos años. Los prolijos estudios científicos a partir de las burbujas de aire atrapadas en los hielos antárticos, revelan que los niveles actuales de dióxido de carbono en la atmósfera no tienen precedentes en el último millón de años.
El año 2016 fue el más caluroso en la Tierra desde 1850, momento a partir del cual existen registros adecuados para estimar la temperatura a escala global. En 2016 la temperatura superó a la de su predecesor 2015, quien a su vez batió el record de temperatura global alcanzado en el 2014. En su último informe, el Panel de Cambio Climático de las Naciones Unidades, formado por más de 1.000 científicos de todos los países del mundo, claramente establecía: “El calentamiento del sistema climático es inequívoco, y desde la década de 1950, muchos de los cambios observados no tienen precedente”.
Los estudios científicos a escala global muestran que la atmósfera y los océanos se han calentado, la cobertura de nieve y los glaciares han disminuido, el nivel del mar se ha elevado, y las concentraciones de gases de efecto invernadero han aumentado. Las catástrofes climáticas vividas o registradas por la mayoría de las personas indican, junto a los estudios científicos, que sin duda estamos viviendo un Cambio Climático Global.
Este consenso alcanzado por la sociedad a escala mundial, pareciera no ser compartido por el actual presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump. En un acto calificado como “lamentable” por la mayoría de los líderes mundiales, el presidente Trump afirmaba el 2 de junio de 2017, que los Estados Unidos abandonarán el Acuerdo de Cambio Climático alcanzado por 194 países en diciembre de 2015 en Paris. Precisamente, una de las justificaciones provista por Trump para abandonar el Acuerdo, es su duda sobre la existencia del Calentamiento Global que vive nuestro planeta. Según sus palabras, tal vez solo se trate de un “engaño malintencionado”.
Luego del fracaso iniciativas previas, tales como el Protocolo de Kyoto de 1997, el Acuerdo de París de 2015 busca limitar el calentamiento global a 2 grados centígrados o menos para 2100. Esta iniciativa requiere de compromisos para reducir el dióxido de carbono y otras emisiones a partir de la quema de combustibles fósiles y la deforestación. Para ello, los países firmantes del Acuerdo de París se comprometen a limitar, en un rango temporal comprendido entre 2050 y 2100, la cantidad de gases de tipo invernadero emitido por las actividades humanas alcanzando los mismos niveles que los bosques, el suelo y los océanos puedan absorber en forma natural.
El Acuerdo de París también contempla que los países más ricos puedan ayudar económicamente a las naciones pobres en el proceso de adaptación al cambio climático incluyendo la conversión a formas alternativas de energías renovables (solar, eólica, biocombustibles entre otras). El Acuerdo de París es una prueba de que en un contexto de voluntad política y confianza mutua, el multilateralismo puede tener éxito en la construcción de soluciones justas y efectivas a los problemas globales más críticos de nuestro tiempo.
Reacciones
La decisión tomada por la administración Trump ha provocado fuertes reacciones a escala global. Sin la presencia de Estados Unidos en el Acuerdo de París, China y la Unión Europea se han comprometido a efectivizar la implementación de las políticas destinadas a alcanzar los objetivos propuestos en el convenio suscrito en Francia. En respuestarr a su reciente desarrollo económico y la política de los países desarrollados de trasladar los problemas ambientales fuera de sus contextos territoriales, China es ahora el primer emisor mundial de gases invernadero seguido por los Estados Unidos.
Las reacciones a la decisión de abandonar el Acuerdo de París por parte de la Administración Trump se han hecho sentir hasta en los Estados Unidos donde los estados de Nueva York, California y Seattle han ratificado su compromiso de implementar las políticas acordadas contra el Calentamiento Global más allá de la decisión federal. Para muchos, el hecho de abandonar el Acuerdo de Paris no es más que otra demostración del gobierno de los Estados Unidos de colocar sus propios intereses económicos al frente de los esfuerzos de la comunidad internacional.
Sin embargo, esta reacción global contra la medida de la Administración Trump puede bien ser tomada como una prueba alentadora en un mundo que intenta unificarse ante los problemas ambientales que enfrenta nuestro planeta.