Al grito de "íFuera las fuerzas de ocupación!", cientos de miles de personas se manifestaban este martes en Barcelona, en el marco de una huelga general para denunciar la violencia policial durante el referéndum de autodeterminación prohibido por la justicia, que agravó la crisis con el gobierno español.
Convocados a paralizar esta región de 7,5 millones de habitantes por sindicatos, partidos y asociaciones, los manifestantes -unos 300.000 según la policía municipal- marchaban en columnas, que de manera desordenada cortaban la circulación en diferentes puntos.
"Las calles serán siempre nuestras", "Adiós España", "Independencia", gritaban los manifestantes, en su mayoría estudiantes, que partieron de la Plaza Universidad.
En una pancarta podía leerse: "Quieren enterrarnos y no saben que somos semillas".
"Creo que esto ya es imparable, la gestión que ha hecho el gobierno de España ha sido horrorosa", decía a la AFP Albert Auset, informático de 51 años, que acompañaba a sus dos hijas, de 18 y 21 años, ataviadas con banderas independentistas y claveles rojos.
"Puede que con la fuerza consigan que no haya independencia este mes o este año, pero pasará, pasará", agregaba.
Enzarzado desde hace años en un conflicto creciente con el gobierno del conservador Mariano Rajoy, el ejecutivo catalán llevó a cabo el domingo una consulta sobre la independencia pese a la prohibición del Tribunal Constitucional.
En un intento de impedirlo, policías nacionales y guardias civiles recurrieron a porras, patadas, empujones y balines de goma contra manifestantes decididos a votar.
Cientos de claveles rojos, dejados por los manifestantes, cubrían el martes las rejas de la Escuela Ramón Llull de Barcelona, que la policía rompió el domingo para entrar a requisar urnas antes de cargar contra un grupo de manifestantes.
Pese a todo, 2,2 millones de personas lograron participar en la consulta sin garantías legales. Ante el boicot de los partidarios del 'no', un 90% votó a favor de la independencia.
La Unión Europea (UE) y Naciones Unidas pidieron al gobierno de Rajoy que dialogue con el ejecutivo independentista catalán, que amenaza con una declaración unilateral en los próximos días si no hay negociación.
"SOS", "Europe help us": las pancartas de los manifestantes apelaban a la mediación internacional que el lunes había pedido el presidente regional catalán, el independentista Carles Puigdemont.
Tensión
La Delegación del gobierno español en Cataluña, que denunció una "manipulación de las masas", estaba protegida por innumerables furgones de policía, varias filas de vallas metálicas y un espeso cordón de agentes.
Cientos de personas, incluidos bomberos en uniforme, protestaban allí en un silencio sepulcral alzando las manos abiertas sobre sus cabezas en señal de rendición.
Las acciones de hostigamiento a los policías llegados de otros puntos de España fueron creciendo desde el domingo, y en la noche del lunes se organizaron varias manifestaciones frente a los hoteles donde se hospedaban y algunas comisarías.
"Estamos viendo cómo el gobierno de la Generalitat empuja cada día al pueblo catalán hacia el abismo y alienta la rebelión en las propias calles", afirmó en Madrid el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, tras reunirse con Rajoy.
El gobierno central "va a tomar todas la medidas que sean necesarias para frenar los actos de asedio", afirmó.
El seguimiento de la huelga era desigual según los sectores.
El metro de Barcelona se encontraba con servicios mínimos. Las fábricas de automóviles de SEAT funcionaban con normalidad, según una portavoz de la empresa, y unas 50 carreteras habían sido cortadas por los manifestantes.
El FC Barcelona se sumó al paro: ni los equipos profesionales ni los juveniles (de todas las disciplinas) se entrenaban este martes.
El puerto de Barcelona -tercero de España- y el mercado mayorista de alimentación -uno de los mayores de Europa- estaban casi paralizados. El aeropuerto funcionaba "con normalidad", según un portavoz.
La patronal catalana de PYMES Cecot anunció que el 90% de sus miembros hacía huelga: 70% por decisión patronal, 20% por acuerdo entre empleados y dirección, 10% por acción sindical.
Muchos de los monumentos e instalaciones turísticas de Barcelona, como el templo de la Sagrada Familia del arquitecto modernista Antoni Gaudí, tampoco abrieron sus puertas.
"Es una decepción porque sólo estamos aquí unos días, pero es difícil decir que mis vacaciones son más importantes que lo que está pasando", decía Karen Healey, una estadounidense de 53 años.
Desde 2010, el independentismo gana terreno en Cataluña, alimentado por la crisis ecónomica y por la amputación del Estatuto de Autonomía de la región por el Tribunal Constitucional a instancias del Partido Popular (PP, conservador) de Rajoy.
Sin embargo, los sondeos muestran que los catalanes están divididos sobre la independencia: 41,1% a favor y 49,4% en contra, según la última encuesta del gobierno catalán publicada en julio.