Waldo Vera (50) fue brutalmente asesinado el sábado en la madrugada a la salida de un bar. Lo mataron con trompadas, patadas y el golpe con un palo o una piedra en su cabeza, que terminó con su vida. El hecho conmocionó a la comunidad malargüina y parte del ataque quedó registrado por una cámara de seguridad.
El personal policial se abocó a realizar una tarea de inteligencia y al mediodía del sábado los uniformados lograron detener a dos sospechosos, mientras que en la noche del mismo día capturaron a dos más. Un quinto involucrado se entregó espontáneamente en la mañana de ayer en la Comisaría 24. De este modo, las edades de los detenidos son: dos tienen 17, y los demás 21, 20 y 23 años de edad.
Sin embargo la investigación continúa y aún hay más involucrados. Sobre esto el comisario Alejandro Domínguez, jefe de la Unidad Investigativa de Malargüe, detalló que son 8 los implicados, por lo que aún queda detener a tres sujetos más, los cuales son todos mayores de edad.
Domínguez también comentó que se han conocido más detalles sobre la brutal paliza que le dio la patota de violentos a Vera. En este sentido puntualizó que minutos antes de la agresión la víctima se subió a su furgón junto a dos jóvenes: su hijastro de 17 años y un hijo de 13.
Posteriormente los agresores comenzaron a arrojar piedras contra el rodado, por lo que Vera se bajó del vehículo, mientras que su hijastro logró escapar. En tanto que el niño de 13 se refugió en la parte trasera de la Estanciera mientras ocurría el ataque.
Una vez que los agresores terminaron con su cometido se dieron a la fuga en un auto marca Fiat 125 de color rojo, el cual era conducido por un cómplice que, si bien no participó del ataque, los ayudó a escapar, por lo que también está involucrado en este brutal homicidio.
Pedido de ayuda
Verónica Acosta (30) es la esposa de Waldo Vera y en diálogo con Los Andes pidió ayuda. "Necesito que me ayuden con las cosas del cementerio", comenzó diciendo entre lágrimas la mujer.
Waldo y Verónica formaron una familia y vivían en una casa ubicada en calle Freyre junto a sus seis hijos, el más pequeño de 4 años y el más grande de 13 años. Verónica no tiene trabajo y tampoco recibe ayuda del Estado. Su esposo era changarín, por lo que tampoco contaba con un trabajo fijo. Esta situación es la que hace que se pida la ayuda de la comunidad para salir adelante.
Teniendo en cuenta que a Waldo lo atacó una patota, se le consultó a Verónica si conoce a los agresores, a lo que contestó que con su esposo nunca tuvieron problemas entre sí, sino que los inconvenientes eran con la familia de él, pero "eso era cosa aparte, él no tenía nada que ver y ellos sabían cómo era Waldo.
Por más problemas que pudieran tener con su familia ellos sabían lo buena persona que era". También destacó que su esposo "no se metía con nadie, era una gran persona y si le tenía que dar a alguien las zapatillas que tenía puestas se las daba".
Para concluir, Verónica hizo un pedido: "Quiero justicia. De alguna forma me las voy a arreglar para salir adelante con mis hijos, pero pido que se haga justicia porque mi angelito no era malo con nadie y no se merecía esto".