Ya no tiene que demostrar nada. Está comprobado que anda en lo que sea. Pocos pilotos han alcanzado lo que él ha cosechado con 22 años y apenas 5 y medio en el automovilismo nacional a partir de aquel debut en la temporada de 2011 dentro de la Fórmula Renault.
Acostumbrado a batir récords desde el karting que lo vio nacer, además de alcanzar trofeos en cuanta categoría transitó y reuniendo dos consagraciones en este último tiempo (la de la “escuela” de los monoplazas en 2013 y el de 2015 en TC Mouras, sin dejar de lado el subcampeonato en TC 2000), Julián Santero no se achica al momento de debutar. Por el contrario, su figura se agranda más allá que la empresa sea más que complicada.
Lo hizo con el Renault Mégane II en Río Cuarto, cuando el 10 de marzo de 2013 arribó segundo en su primera carrera. Al año siguiente, más precisamente un 23 de marzo en el siempre exigente óvalo de Rafaela, llegó al tercer escalón del podio con pocos kilómetros a bordo del Peugeot 408 de Súper TC 2000. Encima el año pasado, cuando tuvo su prueba de fuego en TC Mouras el 22 de febrero, se despachó con la segunda posición al volante de la Chevy que a fin de temporada lo llevó a la coronación que permitió su ingreso al TC Pista que actualmente integra.
Es nacido en Guaymallén pero a veces parece que vino de otro planeta. Cuando Mauricio Lambiris y el Dole Racing (escuadra que lo tiene en sus filas desde la temporada pasada) ofrecieron la conducción del Torino del piloto uruguayo para los 500 Kilómetros en el Hermanos Emiliozzi de Olavarría, nuestro representante ni la dudó y aceptó el desafío que significaba conducir un auto de muchísima potencia sin ensayos previos.
Recién dos días antes de la competencia, en las tandas de entrenamientos pactadas para los invitados, Julián se subió al auto atendido en el taller de Ramos Mejía.
Los resultados llegaron enseguida: séptimo y quinto en ambas tandas, lo que hizo ilusionar al equipo a raíz de su rápida adaptación.
El día de la carrera llegó ayer y Santero, haciendo frente como siempre, decidió comenzar la quinta final del año para después entregar el Toro a Lambiris. Justamente en el Día del Trabajador, su desempeño fue superlativo. Moviendo del 14º cajón de acuerdo a los puntos acumulados por el charrúa en 2015 y 2016, el también piloto de Turismo Nacional se colocó rápidamente entre los diez mejores del clasificador.
Condujo prolijamente durante 41 vueltas, sin entrar en maniobras polémicas. En ese lapso, llegó a figurar en el tercer puesto hasta su ingreso a los boxes para el cambio de piloto y el reabastecimiento de combustible.
Su escuadra también llevó adelante una buena tarea. En la primera parada marcaron 52’’309 en los relojes, mientras que la segunda detención en la 82ª vuelta -con Lambiris a bordo- se demoraron 53’’952 para regresar al circuito de 4.067 metros en el 12º puesto.
A medida que sus antecesores ingresaron a boxes, Lambiris fue ganando terreno. Así, derrotó a Emiliano Spataro y a su coequiper Martín Serrano para quedar tercero. A 13 giros del cierre, Juan Martín Trucco terminó a un costado del trazado y Lambiris accedió a la posición de escolta para desatar la euforia del Dole Racing de los hermanos Jakos.
Adelante, como en casi toda la final, marchaba cómodo Matías Rossi mientras su invitado Esteban Guerrieri sufría en los boxes del Donto Racing.
El último giro fue para el infarto porque, tras retirarse el auto de seguridad por el despiste de Laureano Campanera (coequiper del Granadero), comenzó a lloviznar y todos se cuidaron con el fin de completar los 123 giros de carrera.
Lambiris arribó al parque cerrado. Al descender se fundió en un abrazo con Santero. El 1 de mayo, el trabajo ya estaba hecho. Nuestro crédito brilló como otras tantas veces. El titular obtuvo su mejor desempeño en la máxima superando el tercer lugar en Concepción del Uruguay en 2015.
La bandera de Torino flameó y Julián fue parte importante del festejo, además de sentir el calor de los seguidores de Chevrolet en el podio al ser fiel a la marca desde 2015.