Así pateó Higuaín su penal
Y así se lo tapó Bravo a Banega
El gol que no pudo convertir Higuaín en el minuto final del tiempo reglamentario
Así se lesionó Ángel Di María
Mirá la terrible patada de Medel a Messi
Así como ante Colombia en cuartos de final los penales hicieron justicia, esta vez la definición desde los doce pasos también fue así. Allí Chile encontró la llave para el éxito y sumar por primera vez un título a su historia ganando la Copa América. La Selección argentina no estuvo a la altura de las circunstancias y tiró por la borda todo lo bueno que había hecho hasta aquí.
La "idea" de Martino esta vez no estuvo en cancha y desde el pitazo inicial del colombiano Wilmar Roldán la sensación de que la cosa no iba a ser fácil terminó convirtiéndose en realidad. Una dura y triste realidad. El equipo nunca buscó el partido, no tuvo la pelota y las ganas para imponerse.
Del otro lado el hambre de gloria estuvo de principio a fin. Las tribunas del estadio Nacional de Santiago se tiñeron de rojo y se convirtieron en un verdadero infierno. El aliento se hizo ensordecedor y llegó hasta los once gladiadores chilenos que si comprendieron cómo debían jugar la final.
Arriesgando en la salida y con la mira fija en el arco de Romero, los de Sampaoli no renunciaron a su estilo y se quedaron con el premio mayor. Firmes atrás, precisos en el medio, solo carecieron del gol durante los 90' para marcar las diferencias que se hacían claras en el campo de juego.
Pero el dato más sobresaliente es sin dudas la actuación de Messi. Todos esperaban que el crack argentino apareciera en su máxima expresión en el partido definitorio, pero lamentablemente no fue así. Caminó la cancha y si bien tuvo algunos arranques, jamás fue se puso el equipo al hombro.
En la última jugada del tiempo reglamentario tuvo una corrida que podría haber terminado en gol de Higuaín y haber cambiado la historia. Si hubiese sido así hablaríamos de otra cosa, claro está. Pero más allá de alguna pierna fuerte en su contra, estuvo ausente y se fue sin poder marcar un gol de jugada.
La pobre actuación del 10 del Barcelona esta vez se notó más. Es que Javier Pastore no pudo repetir lo bueno que había hecho en los encuentros anteriores y así cubrir los baches futbolísticos del equipo. No hubo juego asociado. Faltaron las paredes.
Quizá en el análisis más fino se puedan encontrar situaciones de gol para Argentina pero estas no alcanzan para tapar el flojo partido de la Selección. Lejos estuvo del buen nivel mostrado ante Colombia en cuartos y la actuación sobresaliente ante Paraguay en la semi.
La salida de Di María en el primer tiempo por lesión dejó en claro una posición inesperada del de Martino. La inclusión de Lavezzi por el volante del Manchester City fue pensada más en tapar la salida de Isla que en complemento ofensivo para Messi y Agüero.
Después, el equipo fue una sombra. Abierto, desconexo, careció de certezas y deambuló en la irregularidad. Esperando alguna jugada "de otro" partido, se sostuvo en la excelente tarea defensiva de Otamendi, que sacó todo. Y por supuesto, en el corazón de Mascherano, que, como siempre, volvió a dejar la vida.
La imagen del "Jefecito" terminado en un sola pierna fue otra vez sobresaliente. Pero Argentina no debe quedarse con eso. Es conformarse con el esfuerzo, cuando tendría que hacerlo con el funcionamiento. Tenía todo para sobreponerse al rival pero no entendió y supo como jugarlo.
Martino dijo durante gran parte del torneo que más allá del resultado final, lo que le importaba era el cómo se buscaba y se mantenía la idea. Ayer en el estadio Nacional esa idea estuvo ausente, o no se vio en su magnitud.
En la parte final el Tata movió ficha por ficha y se la jugó por Higuaín. Afuera Agüero que luchó solo y no tuvo chances ante Bravo. El Pipita metió, pero tampoco se las ingenió para transformar y llevar riesgo. En el alargue debió dar una mano en defensa porque Lavezzi no estaba bien y Masche en una pierna.
Banega ingresó por Pastore y pareció que la cosa mejoraba. Sin embargo, el volante del Sevilla terminó luchando más que jugando y el objetivo del cambio del DT no tuvo resultado. Para colmo, justo a Banega le taparon el tercer penal.
Chile hizo un gran partido. Desde el minuto cero lo jugó como una final. Sobresalientes las tareas de Claudio Bravo durante el juego y los penales, deteniendo el de Banega para dejar la serie match point. También la firmeza de Medel atrás, pero fundamentalmente la visión de Arturo Vidal.
Fundamentos le sobraron a la Roja de Sampaoli para cortar con la sequía de títulos. Y le salió como más quería, ganándole en la final a la Argentina en casa. Justo a su vecino, que tantas veces envidió por el éxito.
Con Sampaoli al frente desde diciembre de 2012, ahora Chile puede exhibir el primer trofeo de campeón en sus vitrinas, tras cuatro segundos lugares (1955, 1956, 1979 y 1987), un tercer puesto en el Mundial que acogió en 1962 y una medalla de bronce olímpica en Sidney 2000 con una selección Sub 23.
Del otro lado, del argentino, otra vez la tristeza por quedar a un paso de la gloria.