"El peor enemigo de la democracia es la mafia". Manu chao
Nada tuvimos que ver con los K. Sin embargo tampoco con la oposición sistemática. Desde el oficialismo anterior, se descalificaba a la oposición; gorilas y destituyentes era la muletilla sectaria y fundamentalista. Carta Abierta mediante. Desde el otro lado, otros despropósitos hacían lo suyo. Muy sueltos de cuerpo e irresponsablemente algunos afirmaban que los gobiernos K eran una dictadura. Sin embargo unos y otros se suceden alternativamente y "nada nuevo aparece bajo el sol".
De nuestra parte nos pronunciábamos en defensa del proceso institucional. Vinculando Democracia con soberanía popular que cada dos o cuatro años se expresa electoralmente. Elemental resulta respetar resultados y consecuencias institucionales. Más allá de que el conocimiento del carácter de nuestras democracias, no nos inhibe de luchar por lograr nuevas conquistas y defender otras.
Lo cierto es que estábamos en un contexto en el que un estado mafioso se estaba enseñoreando. Salvo que Lobos, Miranda, López Puelles, Pérez y otros cuantos, sean expresión de honestidad en el desempeño de la función pública. La corrupción extendida, la impunidad, el fanatismo a sueldo y la soberbia fueron determinantes del triunfo de "cambiemos".
En ese contexto unos cuantos fueron funcionales a políticos mafiosos, coimeros y ladrones. Protegidos por una "justicia" que como casi siempre, nada hace. Los "trajes a rayas" para los corruptos que prometió Kirchner fueron solo palabras. Como también lo fueron sus promesas electorales para Mendoza; a propósito de un federalismo solo declamado.
El hartazgo cundió. De allí el resultado electoral adverso al proyecto K. Aunque oyendo "cantos de sirena", oportunamente exhortamos a no votar por el mal menor. Como otrora lo hicimos con la Alianza de otras derechas.
De esto se trata. Los datos de la política de estos últimos días, nos afirman en nuestras previsiones. Si hubiera un cambio verdadero caminarían distinto. Nada indica que eso esté ocurriendo.
Por lo pronto en lo económico ajustan. En particular saquean los bolsillos de los trabajadores ya castigados por la inflación. Al aumento extraordinario de los precios en general, se sumará ahora el de las tarifas de los servicios públicos. Redistribución regresiva del ingreso nacional en términos técnicos.
Y en ese contexto algunos K, además de haber dejado tierra arrasada y desequilibrios muy superiores a los que se suponía, reaparecen ahora como campeones de la justicia social. Haciendo lo mismo que hacían con ellos; también hablan de dictadura. Aunque ahora agregan el apocalipsis.
Para tomar un solo ejemplo analicemos la problemática de los ñoquis.Y solo Las Heras; de 600 contratados 200 ni aparecieron. 300 parece que efectivamente lo eran. Lo que no tiene justificación alguna. Como no la tiene explicar a los delincuentes como una cuestión de clase. El que es ñoqui es ñoqui. Y el que roba, roba. Lo que pasa, y esta es otra cuestión, es que por obvias razones solo se castiga penal y administrativamente a los que no tienen recursos.
Los ñoquis estables, producto de los acuerdos históricos entre radicales, peronistas y demócratas, continúan cómodamente en "funciones". Como en los barrios señoriales, los "ladrones de guante blanco". En sintonía con la presencia de los elencos estables de la política.
Algunas referencias cuya honestidad fue clave para el triunfo comicial, siguen teniendo en sus entornos a algunos viejos funcionarios conocidos de la justicia. Zafan no por inocentes; sino por cuestiones de procedimiento que aprovechan abogados bien pagos.
Esto no cambia. Como no cambia la estructura económica ni los servicios de inteligencia. De modo que ni unos ni otros. Se impone la unidad de quienes soportamos inflación y ajustes desde siempre. Los engañados de ayer y los de hoy.
Al margen de los fanáticos a sueldo que quieren aprovechar "el río revuelto" para defender prebendas, que nada tienen que ver con el pueblo. Mucho menos con la justicia social.
Se impone la construcción de una alternativa plural y diversa desde la izquierda democrática; alejada de fanatismos inconducentes.