Por Jorge Sosa - Especial para Los Andes
Otra vez Veladero, otra vez Jachal, otra vez el cianuro, otra vez la Barrick. ¿Hasta cuándo la avaricia va a vencer a la vida? Porque la Barrick no produce alimentos, que sería algo tangiblemente beneficioso, produce oro y plata, dos metales de los llamados “preciosos” que no se comen, precisamente, pero sirven para que engorden las arcas de los que mandan en el mundo. Para ellos las arcas, para el resto las arcadas.
Sabemos que el planeta guarda en sus entrañas minerales que le fueron útiles a la evolución del hombre, no por nada, revisando los libros de historia, uno se encuentra con la Edad de Cobre, la Edad de Hierro, la Edad del Bronce. Pero aquel uso de minerales era casi artesanal, casi minúsculo, casi intrascendente. Ahora, los señores de la Edad del Oro barren con los paisajes, destruyen glaciares, ensucian el agua o la consumen en tal medida que uno solo de sus emprendimientos bastaría para apagar la sed de gran parte de la humanidad.
La humanidad no ha dudado en emprenderla con todo aquello que le obstaculice su progreso, incluyendo la propia humanidad. Hemos usado y abusado del planeta de tal forma que ya no es el mismo planeta que vieron nuestros antepasados, y no me estoy yendo muy lejos en el tiempo, hablo de nuestros antepasados de hace apenas doscientos años atrás. Entonces, hace una pizca de tiempo, el planeta era para disfrutar no para destruir
Dicen, los bautizadores de turno, que los ambientalistas están en contra de la minería. Es despectivo, muy despectivo catalogarlos con el “no”, hagámoslo por el “sí”: los ambientalistas están a favor de la vida. ¿Entienden señores horadarores del planeta que significa la palabra “vida”?
El planeta está lastimado, numerosamente, profundamente, a veces, irremediablemente, lastimado. Las selvas de otrora ya no lo son, los polos son identikit de los antiguos polos, el océano está tan contaminado que dentro de poco las ballenas van a tener que usar snorkel, el aire ya no es patrimonio del nitrógeno y del oxígeno, ahora manda el dióxido de carbono. Entonces no se trata de cuidar el río magno, o los ríos y arroyos menores, ni siquiera los más pequeños, se trata de cuidar hasta la mínima gota de agua, la mínima porción de tierra, de agua, de verde.
La NASA está buscando vida en otros planetas, y en lo primero que se fija es en el agua. Si un planeta tiene agua es posible la vida. Y nosotros, que la tuvimos siempre, en abundancia, dentro de algunos años vamos a tener que bañarnos en nuestras propias lágrimas (si aún las producimos)
El planeta nos está pidiendo piedad. No quiere morir sin al menos intentar salvar la creación. Está gritando el planeta con grito lastimero y los poderosos del mundo se ponen tapones de metal en los oídos. El hambre en el mundo de hoy es calamitoso, pero ni siquiera va a existir el hambre cuando la naturaleza se dé por vencida.
A ver, señores depredadores, muéstrennos el título de propiedad de este planeta para que nos convenzamos de que pueden disponer de él tan sueltos de cuerpos. Muéstrenlo, para que le contemos a sus nietos, que van a agonizar rápidamente por culpa de sus abuelos que pensaron antes en los bolsillos que en el corazón.
Otra vez Veladero, otra vez la Barrick, otra vez el cianuro. Basta de matar la vida, basta de violar la tierra. Pregunto, señores: cuando ustedes mueran, vuestras tumbas ¿habrán de albergar huesos de oro?