Otra Vendimia, nuevas esperanzas

Mendoza hace tiempo que no halla un rumbo claro, compartido por todos sus sectores económicos, políticos y sociales, hacia dónde marchar.

Otra Vendimia, nuevas esperanzas
Otra Vendimia, nuevas esperanzas

En la tradición cultural mendocina, las fiestas vendimiales centrales cierran un año y dan comienzo a otro. Tal es la entidad que la vitivinicultura tiene en los significados más profundos de nuestra provincia.

Sin embargo, hoy hay poco para festejar en lo que se refiere al año nuevo que se abre desde ahora porque, como casi toda la economía nacional, la industria vitivinícola sufre la misma crisis que las demás producciones regionales, a lo cual se le deben agregar problemas propios, específicos de este sector.

Las actuales diferencias que se han hecho públicas entre todos aquellos que suscribieron el Plan Estratégico Vitivinícola no son más que la manifestación de las dificultades que nos inundan, como que una etapa hubiera finalizado sin que aún seamos capaces de encarar otra nueva y mejor.

Lo cierto es que ya hace bastante tiempo que Mendoza viene perdiendo posiciones relativas en comparación con el resto del país, en gran parte debido a que le cuesta mucho reformar sus estructuras, muchas de las cuales fueron útiles en otros tiempos pero ahora no podrán sobrevivir sin actualizaciones fundamentales.

De algún modo, la provincia, sus principales dirigentes y sus organizaciones estatales, sociales y privadas, deben barajar y dar de nuevo, como dice el dicho popular. Tienen la obligación moral y la necesidad material imperiosa de repensarse, de compararse con ejemplos exitosos en el mundo donde existen economías parecidas y de apostar a las más modernas tecnologías para incorporarlas a las tradicionales capacidades, que no son pocas, de los productores mendocinos. Ellos necesitan no que el Estado los remplace ni les haga sus tareas, sino que los oriente, que les ofrezca estabilidad y una direccionalidad general para que puedan cumplir con sus trabajos sin que el contexto juegue siempre en contra de sus intereses.

Mendoza tiene un nuevo gobierno, por lo cual es posible renovar las esperanzas de que muchas cosas pueden cambiar si nos abocamos a ellas y postulamos la mayor unidad posible en vez de enfrentarnos por historias pasadas. El futuro debe ser común y compartido.

Es necesario encontrar síntesis para que las producciones tradicionales se conjuguen con otras diferentes porque Mendoza necesita sumar muchas más actividades económicas de las que hoy realiza, o ampliar las que hoy son relativamente periféricas, ya que lo que tenemos nos va quedando chico.

En síntesis, sería muy útil aprovechar estos festejos y el nacimiento del año nuevo vendimial para reformar todo lo que haya que reformar y repensarnos en profundidad.

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