Otra transición delicada en 20 años

Otra transición delicada en 20 años

Por Gastón Bustelo - gbustelo@losandes.com.ar

No es la primera transición complicada que nos toca atravesar a los mendocinos por los problemas en las cuentas públicas. En varios despachos oficiales recuerdan por estos días lo que sucedió en 1995, cuando Arturo Lafalla había ganado la gobernación en mayo de ese año y tenía que asumir en diciembre y remplazar a Rodolfo Gabrielli. Si bien en ese caso la transición se produjo entre dos personas del justicialismo, las diferencias sobre la administración del Estado, así como las discrepancias políticas internas, hicieron que los problemas se amplificaran.

A principios de 1995 comenzó el debate por la deuda de la provincia, como ahora. La oposición tenía sus números y el oficialismo otros que hasta diferían con los que manejaban distintos sectores del justicialismo.

En la intimidad, Gabrielli y Lafalla se enfrentaron recurrentemente durante esos seis meses por el estado de la deuda. Gabrielli insistía en que su administración había sido ordenada, que las crisis que se habían soportado eran consecuencia de los problemas de México (Efecto Tequila) y que el estado financiero de la provincia era “holgado y privilegiado”.

Pero la realidad, la prensa y la oposición indicaban que la situación no era la que describía el gobernador Gabrielli. Un día, cansado de los cuestionamientos de Lafalla y de la oposición, el entonces gobernador entregó a su sucesor una planilla en la que le mostraba los números que él manejaba y le explicó que el déficit provincial no llegaba a 1.000 millones de pesos/dólares -en esa época estaba vigente la Convertibilidad-, como afirmaban opositores y economistas.

Le indicó también que en 1994 ingresaron recursos extra por el acuerdo alcanzado con la Nación por regalías petrolíferas mal liquidadas a través del cual se compensaba deuda. También señaló al gobernador electo que si se sumaban las acciones que Mendoza tenía en YPF, las de los bancos oficiales (Mendoza y Previsión), los Bonex, Bonhidros y acciones de gas y de los Nihuiles, y se vendían, le quedaba un activo financiero de 425 millones de pesos/dólares.

¿Dónde estaba la trampa? ¿Por qué no coincidían los números? Una de las diferencias era que Gabrielli computaba como activo cerca de 700 millones de pesos/dólares de créditos impagos que estaban en el Fondo Residual y que eran irrecuperables, como finalmente sucedió.

El desorden era tal que el Estado tenía 2.200 cuentas corrientes sobre las que no se efectuaba conciliación bancaria y giraban en descubierto los funcionarios sin que el Ministerio de Hacienda tuviera control sobre ellas.

“Los números y los balances pueden ser presentados y acomodados para reflejar una realidad que no existe. Los argumentos de Gabrielli consistían en que vendiendo todas las acciones y títulos que tenía el Fisco, la Provincia podía pagar la deuda pública, y le quedaba plata.

Esto desgraciadamente no era cierto. Éste fue uno de los puntos clave de inflexión en la relación con Gabrielli. Él se negaba a reconocer la realidad tal cual era, y yo le exigía que dijera la verdad”, cuenta el ex gobernador Arturo Lafalla en su libro Utopía y Realidad. Testimonio de un gobernador (1995-1999).

La deuda real era de 980 millones de pesos/dólares, 20 millones menos que el monto del presupuesto que el Ejecutivo envió en diciembre del 95 a la Legislatura para ser sancionado.

Recordar estos hechos no ayudan a ver varios problemas que no se resuelven: una vez más la Provincia se encuentra con problemas financieros y luego de haber tenido una ley de Responsabilidad Fiscal que no se cumplió en su totalidad. Mendoza parece San Juan o cualquier Estado del Norte en décadas pasadas, cuando sus gobernadores tenían que estar más tiempo en Buenos Aires consiguiendo dinero para pagar salarios que gobernando.

Un aspecto delicado es que dos décadas atrás se pudo conocer la situación real de la deuda porque la información estaba, la interpretación y cómo se acomodaban los números era otra cosa. Hoy no es tan fácil conseguir los números. Es tal el desastre con el que se han manejado los números públicos que la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE), hace un par de años decía que, en 2009, Mendoza no había tenido tasa positiva en su PBG y le daba -1%.

Luego revisó el número y quedó en -9,9. Poca diferencia ¿no?

Pero el punto más complejo es que la crisis que vivimos hace 20 años no dejó ninguna lección, no se aprendió nada. A 2 décadas, otra vez hay que discutir sobre el gasto, la responsabilidad de los que administran el dinero de todos y sus consecuencias.

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