En los últimos años Mendoza ha tratado -y ha logrado- posicionarse como destino turístico de importancia a nivel nacional. Gran parte de ese nuevo escenario se debe al enoturismo, como consecuencia de la fuerte inversión realizada por las bodegas para atraer visitantes, pero no quedan dudas de que hubo y hay otros factores, como las bellezas naturales que ofrece la montaña, la tranquilidad de las calles mendocinas y la amabilidad de la gente.
A todos esos aspectos positivos se suman las campañas concretadas a nivel nacional por los gobiernos de turno que se centran tanto en la Capital Federal y en los restantes centros turísticos. En ese marco, el turismo en Mendoza se ha convertido en una de las principales fuentes de ingreso y esa situación es advertida también por quienes tienen a su cargo la realización de eventos deportivos.
Mendoza fue sede de uno de los partidos oficiales por las eliminatorias de fútbol para el Campeonato Mundial de Fútbol de Brasil 2014; fue designada sede oficial del Campeonato Sudamericano de Fútbol sub-20 y es aquí donde se juegan los partidos de la fase definitoria; también en Mendoza se jugará la súper final de los campeonatos Apertura y Clausura de la Asociación del Fútbol Argentino, mientras otros deportes también han puesto la mira en la provincia, como sucedió con el Sudamericano de Atletismo o uno de los partidos oficiales de Los Pumas, en rugby.
Sin embargo, todo ese cúmulo de aspectos positivos se ha visto opacado en los últimos días por el accionar de antisociales que se disfrazan de barrabravas para cometer todo tipo de desmanes en las canchas de fútbol. Sucedió en el partido del Sub-20 entre la Argentina y Chile, cuando un grupo de delincuentes agredió cobardemente a hinchas chilenos, en su gran mayoría familias que habían concurrido al estadio para disfrutar de un partido de su selección y alentar a sus chicos. Se repitió después en el encuentro entre Independiente Rivadavia y Gimnasia y Esgrima, como parte de las celebraciones del centenario de la primera de las instituciones.
Al decir de las autoridades, no fueron más de 200 los barras que cometieron los desmanes pero su actitud alcanzó trascendencia internacional. En el primero de los casos, la televisión de Chile dio muchos minutos a la agresión, tantos como los que otorgó al resultado final, que fue un triunfo histórico para el fútbol del vecino país. En el segundo, en el clásico mendocino, la cantidad de heridos, entre ellos más de una decena de policías y los desmanes en las instalaciones, generaron la atención de los noticieros nacionales.
Flaco favor hacen a la provincia esos 400, 500 o mil delincuentes (porque además de golpear aprovechan la oportunidad para cometer todo tipo de atropellos y robos tanto adentro como afuera de los estadios) que lesionan gravemente la imagen que la Provincia intenta imponer como destino turístico.
Creemos que ha llegado el momento de decir basta y de establecer normas que impongan la necesaria solución que las circunstancias exigen. Determinar, por ejemplo, que quien comete desmanes en un estadio no pueda ingresar nunca más a cualquier espectáculo deportivo, como se adoptó en Inglaterra para terminar con aquellos tristemente famosos hooligans. La decisión de jugar los partidos sólo con la participación de hinchadas locales debe convertirse en una solución momentánea. La definitiva debe pasar por fijar leyes que permitan volver a colocar a Mendoza como una provincia que atrae a los visitantes por la tranquilidad y bonhomía de su gente.
