Las críticas sobre la gestión que encabezó Francisco Pérez se multiplican y, a medida que pasan los días, se conocen nuevos hechos. Ahora es el turno del Le Parc.
El emblemático espacio cultural ubicado en Guaymallén permanece y permanecerá cerrado al público por un tiempo porque no hay servicio de iluminación, sonido ni video en ninguna de las cinco salas. Es que la empresa que proveía el servicio terminó contrato el 31 de diciembre y retiró los equipos.
El principal problema es que ese servicio de iluminación y sonido, que proveía Vidal Arte Sonoro y Visual SA, le costaba a la provincia 465.000 pesos por mes y en el contexto de crisis financiera ese monto parece inalcanzable.
Para más datos, el actual secretario de Cultura, Diego Gareca, asegura que con un millón y medio de pesos la Provincia podría haber comprado el equipamiento para todas las salas, es decir, con poco más de lo que se pagaba en apenas tres meses de alquiler.
En la Secretaría de Cultura dicen que reutilizarán equipamiento viejo del Auditorio Angel Bustelo para poder habilitar dos salas y así tener alguna programación artística, pero nada más.
Para ser exactos, una de las salas, la Naranja, tiene servicio de audio que aporta Vidal SA como gentileza. En esa sala están ensayando los músicos que actuarán en vivo en la Vendimia 2016. Pero todo el resto la empresa lo retiró.
“Es legal el contrato y que hayan retirado sus equipos”, aclara Gareca. Hay licitación y un contrato que se debe cumplir, pero inmediatamente aclara que “hubo una mala gestión” de parte de los funcionarios del ex Ministerio de Cultura, que encabezaba Marizul Ibáñez.
Quienes no conocen el mundillo de las salas de espectáculos podrían pensar que hoy las salas están a oscuras. No es así, lo que falta son las parrillas de luces que van en los escenarios, las que aportan clima a las presentaciones en las tablas.
Tampoco hay sistemas de audio, es decir micrófonos, consolas y parlantes que amplifican el sonido de lo que pasa en el escenario; y tampoco hay pantallas de video y proyectores.
Dentro del gigante cultural se escucha a lo lejos la tarea de los músicos que trabajarán en el Teatro Griego Frank Romero Day. La sala Azul, la Roja, la Violeta y la Naranja tienen la potente luz de sala. La Circular apenas un reflector ubicado en el borde del escenario que no alcanza a cortar del todo la oscuridad.
En todos los casos, no existen las parrillas de luces de escenario, esos tarros a veces plateados, a veces negros, que están suspendidos sobre las tablas. Y en todos los casos, la plataforma elevada prevista para que el sonidista maneje las consolas de audio (siempre ubicada detrás de las butacas del público, suspendidas de la pared), está vacía, así como tampoco hay columnas de parlantes en los costados de los escenarios.
Vidal Arte Sonoro y Visual SA es una empresa de la ciudad de Rivadavia que prestó el servicio en 2014 y 2015; desde el momento en que abrió el Le Parc en 2012 y 2013 los proveedores fueron rotando. No trascendieron los montos originales que percibió la empresa hace dos años, si lo que cobró cada mes en los últimos tiempos: 465 mil pesos.
El contrato era por el equipamiento en las cinco salas, más tres técnicos a cargo de los sistemas de sonido, iluminación y video y dos técnicos asistentes por sala con un régimen de 44 horas semanales, de martes a domingo. El excedente de horario se facturaba aparte.
Como se dijo, el secretario de Cultura no cuestionó el contrato con la empresa, pero sí la forma de gestionar por parte de los funcionarios del área: “En otras épocas, cuando la situación económica era mejor, perfectamente podrían haber comprado el equipamiento y contar con el servicio por seis o siete años” de acuerdo al salto tecnológico y el desgaste por el uso.
La cuestión es que hoy es incierto lo que sucederá con el Le Parc. La plata no sobra y parece improbable que se llame a licitación para contratar a otra empresa. Gareca arriesga con los equipos desgastados del Bustelo, cree que podría rescatar algo para equipar dos salas y poder programar actividades en el espacio cultural del que solía ufanarse Pérez.
Conflicto sindical por trabajo en negro
Uno de los conflictos sindicales que tiene el secretario de Cultura, Diego Gareca, es por los “contratos basura”.
No son los conocidos contratos de locación de servicio, en el que el empleado estatal en realidad es un monotributista que le factura al Estado; sino que el trabajador en realidad es empleado de alguna de las asociaciones artísticas de Mendoza, a ellas les factura y ellas son las que le pagan el sueldo cada tres meses.
Esta modalidad de contratación es común entre quienes actúan en la Fiesta Nacional de la Vendimia; no hay un contrato con el Estado, sino con las asociaciones de bailarines o músicos o actores, pero nunca había trascendido de esos límites festivos hasta la última gestión de Marizul Ibañez y Fabricio Centorbi. Los empleados bajo esta modalidad cobraban su sueldo cada tres meses.
Gareca cuenta unos 48 contratos en varias dependencias de Cultura. Estos contratos vencieron el el 31 de diciembre y no fueron renovados, ni prorrogados. Cabe aclarar que la prórroga alcanzó a todos los contratos de locación de servicios de la Administración pública.
El secretario dice que no se puede tener gente en esa modalidad porque no los alcanza la ART y los empleados afectados a espectáculos enfrentan ciertos riesgos laborales al subirse a las parrillas de iluminación en escenarios o trabajar con electricidad.
Por esos contratos han pedido ATE y el Sindicato de Trabajadores Estatales Autoconvocados (Sitea). Esta última organización asegura que un par de esos contratados son delegados gremiales de Sitea y piden el pase a planta, de acuerdo a la paritaria de mayo pasado.
En Sitea hasta plantean posibles medidas de fuerza. Gareca responde que será Fiscalía de Estado la que se expida sobre esos casos de trabajo en negro.
