Otra fuerte advertencia del Papa sobre la corrupción

Con la precisión y la crudeza que lo caracterizan, el Sumo Pontífice alertó sobre este flagelo mundial, que desde los poderes está corrompiendo a sociedades enteras.

Otra fuerte advertencia del Papa sobre la corrupción

En una reciente entrevista concedida a un diario de Roma, el papa Francisco formuló impactantes declaraciones con duros conceptos sobre la expandida corrupción política, los que obligan a una seria reflexión.

“Es difícil ser honesto en política. Hoy el problema es mundial. Ocurre que la política se ha devaluado, devastada por la corrupción, por el fenómeno de las coimas. Hay jefes de Estado en la cárcel justamente por esto”, sostuvo, entre otros términos, el Pontífice.

Sobre las circunstancias en que se incrementa este verdadero flagelo y las causas que le dieron origen, Francisco dijo haber llegado a la conclusión de que “se trata de un mal que ha crecido porque el mundo se encuentra no en una época de cambios sino en un cambio de época (...) El cambio de época alimenta la decadencia moral, no sólo política sino, también, en la vida financiera y social”.

Este es el aspecto central de la reflexión papal. El Pontífice argentino ha planteado con total crudeza y precisión una situación real. La corrupción está expandida por todo el mundo, y en muchas regiones y países no sólo está fuertemente insertada en las dirigencias políticas y en los distintos estamentos estatales, sino que se ha trasladado a los diferentes segmentos sociales. Un ejemplo: en estos días un ex presidente de una de las potencias militares y económicas del mundo, el francés Nicolas Sarkozy, también fue procesado, y hasta temporariamente detenido, justamente por un hecho de corrupción. Y la Argentina, lamentablemente, va por ese camino.

Nuestro país sabe mucho de corrupción política. Estos 30 años de democracia han dejado, lamentablemente, muchos casos palpables de mal desempeño en la función pública precisamente fundamentados en este tremendo problema. Ocurrió en mayor medida durante la última década del siglo pasado y el mal se ha prolongado en el transcurso de los años que llevamos en el siglo XXI.

Las últimas gestiones nacionales, en manos del peronismo kirchnerista, cuentan con muchos ejemplos de funcionarios que ya están en los tribunales sentados en el banquillo de los acusados y otros, como el vicepresidente Amado Boudou, recientemente procesado, que comienzan a poner al país al borde de una crisis institucional, fundamentalmente por el empecinamiento de las autoridades en querer responsabilizar a la oposición, a los jueces y a los medios independientes de todos los males que sufre el Gobierno sólo por culpa de sus ineptitudes y del mantenimiento entre sus cuadros de dirigentes corruptos.

Por eso viene muy bien esta nueva reflexión del Papa sobre la corrupción política y la imagen que ésta irradia a la sociedad entera. Porque lo peor que le puede pasar a una sociedad es caer en la indiferencia ante hechos de esta magnitud. Es esa liviandad y hasta incredulidad en el verdadero juzgamiento y sanción de quienes delinquen aprovechándose de la investidura de funcionario público, lo que lleva a la resignación y a pensar que todo se puede obtener sin transparencia porque la Justicia nunca llega.

La ciudadanía es responsable de aplicar su propio anticuerpo para evitar que la corrupción que baja desde los poderes del Estado termine destruyendo la razón de ser de un país.

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