Oscar Martínez está en Venecia para la exhibición de dos films que lo tienen como protagonista. Uno es "El ciudadano ilustre", que se estrena hoy en Mendoza y que participa en la Sección Oficial de la Mostra donde compite por el León de Oro, el premio mayor del festival.
El otro es "Inseparables", la remake de la comedia francesa "Amigos intocables", que Martínez protagonizó junto a Rodrigo de la Serna y Alejandra Flechner, y que sigue en cartel entre nosotros desde su estreno el 11 de agosto pasado.
El actor, que este año también protagonizó "Koblic" junto a Ricardo Darín, llegó a Venecia desde Madrid, donde se encuentra rodando la adaptación española al cine de la mundialmente exitosa obra teatral "Toc Toc", sobre un grupo de personajes con trastorno obsesivo-compulsivo, y donde es el único argentino de un elenco dirigido por Vicente Villanueva y en el que, como no podría ser de otro modo, oficia de psicoanalista.
Sobre esta extraña situación, insólita para el cine argentino, de estar presente en Venecia como protagonista de dos films, Martínez cuenta cómo se enteró: “Fue genial, porque yo me estaba duchando cuando recibí el llamado telefónico de Marcos Carnevale (director de “Inseparables”), donde me avisaba que íbamos a Venecia, pero lo extraño no fue eso sino que 10 minutos más tarde, todavía con la toalla en la mano, me llama Gastón Duprat (uno de los directores de “El ciudadano ilustre”) para contarme que habíamos quedado en la Competencia Oficial del festival”.
Las películas
En "El ciudadano ilustre", cuarta película de la dupla conformada por Mariano Cohn y Gastón Duprat que estrena hoy en Mendoza y en todo el país, Martínez compone a un Premio Nobel de Literatura que, ante el vacío creativo y una vida que no promete demasiadas aventuras, decide dar pie a una invitación que le llega de Salas, un pequeño pueblo ficticio de la provincia de Buenos Aires donde nació y vivió hasta los 20 años y que abandonó para no volver nunca más, aun cuando se transformó en el escenario de todas sus novelas.
Por otra parte, en "Inseparables" hace de un cuadripléjico multimillonario harto de desdicha y trato benevolente, que contrata como ayudante terapéutico a un pibe humilde pero con calle (De la Serna) que le va a devolver las ganas de vivir, en un film que es una remake de una película francesa y que gustó tanto en Venecia que se la eximió del requisito casi indispensable para participar de la Mostra: el de ser una premiere mundial.
En la terraza del Hotel Excelsior, donde desfilan distintos personajes del cine mundial, en una soleada y agradable mañana en el Lido de Venecia, Martínez se presta a un amable mano a mano en el que habla sobre el film de Duprat-Cohn, de “Inseparables” y de la consolidación del cine argentino.
-¿Cómo fue construir el personaje de un Premio Nobel?
-Lo asumí con mucho interés y placer, me sentí muy cómodo porque el mundo de la literatura no es un mundo que me resulte ajeno sino todo lo contrario. Es casi un personaje a mi medida. Mi destino estuvo marcado por lo teatral, pero la escritura (Martínez posee tres obras de teatro escritas por él) no es algo lejano sino muy próximo.
-Tampoco encaraste al típico Premio Nobel o al escritor de buhardilla.
-No y creo que eso fue un acierto de los directores, este escritor está en otro registro, aunque igualmente tiene dos rasgos distintivos: uno es un carácter relativamente fóbico, un tipo que no disfruta en absoluto sino que padece su celebridad y, por otro, es un tipo que atraviesa un vacío creativo, es como que el Nobel fue un reconocimiento pero también una condena, como si viniera a anunciar el fin de su aventura creativa y es un poco por eso que decide volver al pueblo del que se fue 40 años atrás. Y lo hace corriendo todos los riesgos.
-Un pueblo en el que tiene parte de sus afectos pero al que nunca volvió.
-No, es como que huyó de ese lugar, pero igualmente es un lugar importante para él, por un lado porque todas sus historias, todas sus ficciones, transcurren allí y ese es en parte el malentendido con la gente del lugar, y por el otro porque además de ser el lugar de su infancia tiene allí a sus padres enterrados, a sus afectos, pero él en determinado momento, y esto no lo cuenta la película, decide salir de ahí, creo que para escapar del destino que propone.
-Un pueblo que da la impresión en la película de que pudiera ser una cierta metáfora de la Argentina.
-Sí, sin duda, creo que ese pequeño pueblo se puede amplificar, puede haber un espejo deformante, la manera como ese intendente hace política, la ignorancia, el chauvinismo, la violencia, son todos elementos que los argentinos no desconocemos, sino todo lo contrario.
-¿También estás en Venecia con "Inseparables" una comedia que ha gustado mucho.
-Sí, es una gran comedia. Yo ya la había visto en su versión francesa y dije “esta es una película que tranquilamente podría hacer”, y un tiempo después me convocó Marcos porque habían comprado los derechos y quería que hiciera el personaje del cuadripléjico.
-¿Y cómo va el rodaje de "Toc toc" en Madrid?
-Muy bien, es una obra muy divertida en la que compongo a un psiquiatra con síndrome de tourette, un trastorno que te lleva a tener tics verbales o faciales. En mi caso es el tic de putear en cualquier momento y lugar, lo que por supuesto me genera muchos problemas.
-La obra de teatro fue un éxito en Argentina...
-Y en España mucho más, hace ocho años que está en cartel, por eso Vicente Villanueva, un director joven y muy talentoso, decidió llevarla al cine.
-¿Sos el único argentino del reparto?
-Sí, el resto de los personajes, todos pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo, están interpretados por actores poco conocidos en la Argentina pero muy populares en España.
La dupla creativa
Decididos a continuar en la línea de un cine con impronta autoral pero con alcance masivo, los directores Gastón Duprat y Mariano Cohn rodaron "El ciudadano ilustre" durante los meses de abril y mayo de 2015.
La película es un verdadero salto de la dupla creativa que 16 años atrás arrancó trabajando en televisión en aquel inefable programa que negaba de hecho la forma de concebir la pantalla chica y que se llamó “Televisión abierta”, donde, sin filtros, se le daba el micrófono a quien lo deseara, en un deliberado acto provocativo del que nunca hicieron gala.
Luego de eso vinieron otras películas: “Yo presidente” (2006), “El artista” (2008), “Querida voy a comprar cigarrillos y vuelvo” (2011) y “El hombre de al lado” (2009), esta última quizás la más similar, o acaso complementaria con esta, que comparte también guionista, el actual director del Museo de Bellas Artes y hermano de Gastón, Andrés Duprat.