Es empresario pyme del sector agroindustrial. Dirige la empresa familiar en un escenario muy particular. Desde la austeridad de su oficina, ubicada a pocos metros del secadero y empaque de frutas instalado en el pueblo alvearense de Bowen, al Sur de Mendoza, puede darse el mayor de los lujos: ver a sus hijos jugando en el jardín de la casa.
En ese entorno sencillo, Oscar Achetoni se abrió al diálogo para analizar la coyuntura de su actividad y contar su experiencia en el negocio, en un pueblo que, como tantos otros del Sur, que viven de la agricultura, vienen castigados duramente por el clima y con pocas opciones para recuperarse.
-¿Cómo viene la actividad en un año signado por la escasez de fruta?
-Hemos logrado mantenerla en buena medida, pero la falta de materia prima se nota. El año pasado superamos el millón de kilos de fruta fresca, procesados en nuestro establecimiento, y este año llegaremos a los 600.000 ó 700.000 kilos, debido al faltante de durazno y de ciruela.
-¿Tienen producción primaria o compran a terceros?
-Compramos a productores de la zona y, en casos puntuales, traemos de otras provincias. Iniciamos la temporada con algo de damasco -muy poco-, y seguimos con duraznos y luego con ciruelas. Después comienza a ingresar la uva y más tarde sacamos la pera que guardamos en frío apenas cosechada. Trabajamos tomate también, y traemos higos de San Juan y ciruela Presidente del valle de Río Negro. Lo complementamos con nueces, que traemos de Tupungato, y almendras de Maipú.
-¿A qué mercados llegan con la producción?
-Exclusivamente al mercado interno. Vendemos a mayoristas del Centro y Norte del país; puntualmente, de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Santiago del Estero y Córdoba. No estamos preparados para exportar, no tenemos estructura. Sería necesario dar un paso muy importante y hoy es preferible trabajar tranquilo.
- ¿Es difícil para una pyme competir con las empresas grandes…?
-Se puede compensar la falta de escala ofreciendo más variedad de productos. El grande hace dos o tres cosas en volúmenes muy importantes. Nosotros nos preparamos para hacer la mayor variedad de frutas desecadas y ponemos mucha atención en el packaging, tratando de fraccionar en envases con el menor contenido posible. Ofrecemos sachets de 500 g, sachets de 250 g, bandejas de 200 g.
-¿Hay alguna fruta que prevalezca sobre las demás, en esa variedad que plantea?
-La ciruela, que representa el 50% del volumen que trabajamos. El resto se reparte entre uva (20% más o menos); durazno, con el 12%; pera 7% y un 3% el higo. El resto lo complementamos con frutos secos. Este esquema se ha venido manteniendo históricamente. En nuestro rubro, el que no tiene ciruela prácticamente no puede entrar en el negocio. Además, hace siete años empezamos a trabajar el tomate. Este año hicimos más, porque prácticamente no hubo durazno en la zona.
-¿Qué evolución han tenido las ventas en los últimos años?
-Ha venido aumentado el consumo de frutas deshidratadas en el mercado interno. Es cierto que no es mucho, porque en los últimos años tiene que haber llegado al 8% o al 10% de la producción nacional, pero en algunos lugares estamos vendiendo entre un 20% y un 30% más de ciruela que hace diez años.
Perfil
Oscar Achetoni (38) Se inició a los quince años en Hfrut, la empresa familiar que hace más de tres décadas fundaron su tío y su padre (que sigue en la actividad).
A sus 18 ya estaba plenamente integrado a la firma, y hoy, dirige el negocio del establecimiento especializado en el deshidratado de frutas y tomate, que opera desde Bowen, 16 km al Este de la ciudad de General Alvear.
Otros productos como alternativa comercial
El industrial sureño Oscar Achetoni reveló que cuando la producción frutícola sufre mucho el impacto de los fenómenos climáticos, “la gente encuentra en el tomate una alternativa rápida para salir del paso”. De hecho, Bowen “es un pueblo netamente agrícola y el tomate vino a salvar un poco la situación”.
En la zona hay varias fábricas de conserva que reciben el producto, "pero los secaderos no absorbemos tanto", indicó el empresario.
Se cultivan variedades de tomate perita, que "se utiliza para secadero, para triturado y para transporte también". Achetoni señaló que "el tomate redondo casi no se produce acá, porque tiene un solo destino, que es el consumo en fresco".
En cuanto a los rendimientos del cultivo en la zona, explicó que "un tomate bueno, está en 70.000 u 80.000 kilos por hectárea, pero sólo en los casos de productores que le han puesto todo lo que tenían que ponerle; si no, los números terminan dándole en contra”. De todos modos, reconoció que “el número cierra medianamente” para el productor. Achetoni reveló que “nosotros hemos pagado $ 3,25 el kilo de un tomate muy bueno, y las fábricas han pagado $ 2,50”.
Por otra parte, Oscar Achetoni reveló que “se está importando tomate desecado de Perú y de Turquía”, y que “un mayorista de Buenos Aires está ofreciendo tomate desecado, importado de Perú, a $ 110 el kilo”.