OuAntiguos combatientes, muchos de ellos de más de 90 años, acudieron entusiastas ayer a la conmemoración del 70 aniversario del desembarco aliado de 1944, a pesar de su edad y del cansancio del viaje a Francia.
Setenta años después de haber enfrentado los disparos alemanes, Ken Godfrey, de 89 años de edad, originario de Derbyshire, en Gran Bretaña, enfrentó con orgullo casi dos kilómetros de caminata por una carretera en pleno sol hasta el cementerio británico de Bayeux. Sin aminorar, pese a las subidas y bajadas del camino, pasó junto a cientos de curiosos que lo aplaudieron, gritándole "gracias" en francés y en inglés. Godfrey sonrió y saludó y luego aplaudió él también, antes de besar con galantería la mano de una mujer. Godfrey no desembarcó el 6 de junio, sino unos días después para unirse a la línea del frente.
"Entre los alemanes y nosotros, no había nadie", contó. "Me vuelvo a ver chapaleando penosamente en el mar, con agua hasta el pecho", agrega. "No me gusta hablar de los combates. Si la gente me pregunta, sólo digo que fueron momentos aterradores. Pero tengo la suerte de haber sobrevivido", dice.
En Hermanville-sur-Mer, ante su primera ministra Erna Solberg, siete veteranos noruegos, a los que les cuesta caminar, se levantaron aclamados de su silla de ruedas para pisar una vez más la playa. Algunos de ellos necesitaron ayuda, otros lo lograron solos, con uno o dos bastones. "Es maravilloso para un anciano de 91 años, es como volver a casa", dice el australiano Bob Cowper.
En la noche del 5 de junio y la madrugada del 6, sobrevoló el norte de Francia en un bombardero, buscando aparatos enemigos, con el fin de proteger a las tropas terrestres, tal como hizo durante las 10 noches siguientes.
"Derribamos muchos bombarderos alemanes y todos los que derribamos eran bombarderos grandes que llevaban bombas radiocontroladas, por eso pienso que nuestra contribución fue positiva", afirma Cowper, mientras esperaba que la reina Isabel de Inglaterra llegara al cementerio. Mientras sus bisnietos jugaban en la arena cerca de él, Robert Jones, de 88 años, recordó los cuerpos amontonados de los soldados alemanes. El ex soldado de infantería británico contó que lloró cuando visitó la tumba de uno de sus amigos, lo cual, afirmó, le hizo revivir uno de los peores combates en los que participó.
"Caminaba por este bosque que apestaba a muerto, lo cual me aterrorizó de verdad y me puse a temblar", recuerda. En Normandía desembarcaron unos 130.000 soldados. La batalla provocó cerca de 37.000 muertos en el bando aliado y entre 50.000 y 60.000 del lado alemán. La mayoría de los ex combatientes tiene más de 90 años, por lo que para muchos el día de ayer será probablemente la última vez que pisen la arena de las playas cuyos nombres en código eran Utah, Omaha, Sword, Juno y Gold.