Tras perder 0-4 sin atenuantes ante River el miércoles pasado en el estadio Malvinas Argentinas, el panorama del futuro inmediato de Godoy Cruz era altamente desolador.
En menos de cuatro días debía visitar nada menos que al bicampeón del fútbol argentino en La Bombonera sin tres de sus futbolistas clave: Tomás Cardona (expulsado), Juan Andrada y Luciano Abecasis (lesionados). Tampoco estaba la posibilidad de mandar a la cancha a Fabián Henriquez.
Más que nunca, el Negro Gómez estaba obligado a armar un verdadero rompecabezas. El desafío para DT y protagonistas era mayúsculo. Entonces, se apeló al sentido común, la lógica y la simpleza. Gómez dejó atrás sus gustos futbolísticos, metió mano a un 5-3-2 en el que reforzó la protección en las bandas, intentó ahogar la incipiente sociedad del juego interior de Boca (Marcone-Campuzano) e inteligentemente colocó a Ángel González más cerca del Morro García. El plan iba perfecto.
El Tomba estaba por llegar al primer cuarto de hora inicial sin que Roberto Ramírez tocara la pelota. Apenas se había tenido que revolcar para la foto ante un remate del colombiano Campuzado que se fue desviado. Pero Facundo Cobos (uno que justo pasó por Boca) no entendió aquello de que la Bombonera hace temblar a todo el mundo y, en una pelota larga a la que Tevez ¿iba a llegar? demasiado exigido contra la raya de fondo, lo alcanzó a manotear levemente y Silvio Trucco sancionó con energía el penal para Boca. Cuando daba la sensación de que el escenario se presentaría más difícil y complicado (Boca necesita meterla para jugar con la ventaja a favor), la estructura colectiva de Godoy Cruz comenzó a crecer a partir del desdoblamiento defensa-ataque con un bloque muy ordenado.
De un momento a otro, el doble pivot del medio (Gutiérrez-Elías) se hizo fuerte en el pressing móvil sobre los receptores de la pelota. La primera prueba fue, entonces, de ánimo. ¿Qué sería capaz de hacer este Godoy Cruz por tercera vez en desventaja y en un escenario como La Bombonera? ¿Tendría reacción? Pasaron los minutos y lo que se vio fue que el gol no lo afectó en lo profundo. Paciente, tranquilo, generó un par de chances vía Angileri (remate por arriba del travesaño) y Ángel González, quien quedó mano a mano con un Andrada que lució rápido de piernas para ahogarle el ángulo de remate. En la jugada siguiente, el mismo Andrada se quedó con un cabezazo del Morro.
Lógicamente, ante la jerarquía de un rival que sabe jugar de contragolpe, se expuso a dejar espacios que Pavón y Tevez no supieron aprovechar. Y de ahí hasta el final del primer tiempo, el Tomba tuvo otras tres chances para empardar el resultado, pero sendos remates de González se fueron apenas desviados y Diego Sosa sacó un remate que tras pegar en el travesaño picó afuera de la línea.
El Tomba no ligó ni un poquito. Pero como las pruebas no se superan a base de desesperación, buscó el empate con calma. Y el empate llegó a 5' del final con una estupenda definición del Morro García (el año pasado en el Monumental le hizo uno muy similar a Armani estando adelantado y fue convalidado) que el asistente Mariano Rossetti se encargó de anular injustamente porque el uruguayo estaba perfectamente habilitado, en la misma línea que Carlos Izquierdoz.
Por primera vez en su incipiente ciclo, Marcelo Gómez hizo gala de su aplomo. Hubo cambios de nombres, de estructura y de dinámica antes y durante un partido que leyó muy bien. Entre miércoles y domingo se sobrepuso a un golpe muy duro como la goleada de River con las secuelas que significó perder soldados importantes. Tres derrotas, ocho goles en contra, ninguno a favor, cero puntos. Como analizó el propio Gómez en La Bombonera post derrota 2-0 ante Boca, los números no cierran. Sin embargo, las formas son las que cuentan.
En este caso importó más el cómo que el qué. Y en esta transición del repentino cambio de DT que venía asomando más compleja que la de un simple cambio de estilo (la vara de 2018 quedó muy alta), el equipo pareció encontrar el rumbo. El domingo, ante San Martín de Tucumán en el Malvinas, es un momento más que propicio para comenzar a consolidar la levantada. Eso sí, está más que claro que dicha búsqueda está supeditada a la concreción de una victoria que cualquier modificación estructural necesita como el agua.
Claves
El sistema de juego. El dibujo 5-3-2 le permitió al equipo tener más respaldo por las bandas y ser más equilibrado en el medio. No se complicó para salir jugando.
La posición de González. Como en tiempos de Bernardi, Ángel dejó la punta y se cerró para aprovechar los espacios que generó el Morro arrastrando marcas.
Calma y orden. El 0-1 tempranero no lo abrumó sino todo lo contrario. Fue paciente para buscar y encontró el empate en una gran jugada, pero lo perjudicaron.