Por Luis Fermosel - la.fermosel@gmail.com
No quedan dudas de que gran parte de las medidas anunciadas por el gobierno de Mauricio Macri eran las esperadas por la industria vitivinícola. El “sinceramiento” del valor del dólar oficial y la devolución de las retenciones, entre otras, habían sido reclamadas en reiteradas oportunidades sin obtener respuesta alguna de parte de la anterior gestión gubernamental y sólo restaría, para recuperar la competitividad en los mercados externos, el costo del flete, que en la Argentina y para las economías regionales alejadas de los puertos, como es el caso de Mendoza, se convierte en un “insumo” fundamental. Sin embargo, los industriales no estaban exultantes. Prefieren esperar para poder opinar, en razón de que un aumento desmedido de la inflación los volvería a perjudicar. Con un aspecto no menos importante, como es que la recuperación de los mercados externos no se logrará en forma inmediata sino que deberá ser progresiva, lo que determina en los hechos que directamente “ingresamos” a la próxima cosecha en un marco de optimismo pero con cierta incertidumbre.
Durante la semana que pasó, la información no estuvo centrada en las mesas de café sino en las reuniones de fin de año que realizaron la Unión Vitivinícola Argentina y, de manera individual, por Luigi Bosca, que presentó un nuevo producto, y por Walter Bressia, en este último caso para celebrar los 10 años de uno de sus vinos íconos, el “Profundo”. Y en todos los casos dos fueron los temas que concentraron la atención: las medidas económicas anunciadas y la designación de quien quedará a cargo de la conducción del Instituto Nacional de Vitivinicultura. No quedaron al margen algunos otros temas, como sucedió con la situación que se plantea, o que puede llegar a plantearse, con el acuerdo entre Mendoza y San Juan para la derivación de uvas a mosto.
Durante la cena de la UVA, su titular, José Alberto Zuccardi, indicó entre otros aspectos que finalizaba “un año doloroso para la vitivinicultura”, señalando que la situación había sido advertida en diciembre del año pasado “y no nos equivocamos. La rotura de los equilibrios ha traído a la vitivinicultura muchas pérdidas, muchos problemas que todavía no sabemos cómo vamos a resolver”. Recordó que la industria generó en las últimas dos décadas herramientas para mantener los equilibrios “y la mala utilización de las mismas y la mala articulación entre lo público y lo privado” perjudicaron al sector.
Aseguró que “ilusiona” el nuevo ciclo político, por la posibilidad que se plantea para restablecer una relación digna entre el poder político y las empresas. Dijo que su entidad “tiene una historia de diálogo y de promover los acuerdos que permitan lograr la sustentabilidad de la actividad, que se caracteriza por su potencial distributivo”. Destacó que “si bien estamos en una crisis, profunda, también sabemos hacia dónde vamos. Hemos ganado un lugar en el mundo que es la base para seguir creciendo, mientras el mercado interno se clarificó, se toma menos vinos pero de mayor calidad”.
Calificó al acuerdo Mendoza-San Juan como “una piedra fundamental en el equilibrio vitivinícola. Una herramienta de ordenamiento de los volúmenes. Tenemos las herramientas y no nos equivoquemos: el mal uso de las herramientas, la mala praxis en la que incurrimos por pronósticos inexactos y fijación de porcentajes con criterios políticos y no técnicos, nos han llevado a esta situación. Culpar al acuerdo de la actual situación sería como culpar a un bisturí por una mala operación hecha por un médico, porque la herramienta sirve si se la utiliza adecuadamente. Y el acuerdo es una herramienta adecuada y modificada en la medida de las posibilidades para que sirva. Tenemos instituciones y un plan estratégico establecido por ley nacional.
Lamentablemente no hemos podido modificar la cuota y ello afecta la promoción, que es uno de los ejes del PEVI. Las condiciones están dadas y esperamos que el nuevo cambio de política nos ayude a traer soluciones a la vitivinicultura”.
En la reunión también habló el ministro de Economía, Enrique Vaquié, quien no profundizó futuras acciones en razón de que aún se desconocían las nuevas medidas a nivel nacional. De todos modos, ratificó la intención del gobierno provincial en el sentido de coordinar políticas públicas con el sector privado. “Queremos trabajar en una mesa donde nos digamos las cosas que estamos de acuerdo y en las que no, en coordinación con el Gobierno nacional”, agregando que la mayor preocupación se centra en el sobre stock, y generar las bases para que no se vuelve a producir. Dijo que hay que trabajar también en un cambio en la legislación laboral a los efectos de alcanzar un mayor empleo en blanco, que pueda ser sustentable también para el empresario. Expresó que la economía tiende a la concentración, pero es función del Gobierno establecer cómo se mitiga. “La agenda es muy amplia y nuestro compromiso es trabajar con ustedes y con el sector privado. Nuestro objetivo es que se genere empleo privado, recordando en este aspecto que se generan poco más de dos mil empleos privados por año, siendo que son casi 17 mil los jóvenes que se incorporan a la necesidad de trabajo”, concluyó.
Para Walter Bressia, presidente de Bodegas de Argentina, “antes de opinar firmemente sobre las medidas económicas, habría que ver cómo se estabiliza esto. La idea es que el dólar tenga una flotación sucia hasta poder estabilizarlo. Como primer medida me parece muy buena, es lo que todos solicitábamos, pero esperemos que esto no sea absorbido por un proceso inflacionario como ha ocurrido antes con estas cosas. Esperamos que el acuerdo empresario contenga ese proceso inflacionario para que no desgasten las medidas. Habrá que ver también cómo reaccionan las discusiones paritarias. Es un momento en que todos debemos dejar de lado ambiciones personales para tratar de pensar de que el país salga de una vez por todas”.
Mauro Sosa, del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, dijo que la eliminación de las retenciones “es una buena noticia” y junto al anuncio de un tipo de cambio único “promete una mejora de la competitividad”. “El desafío -señaló- sigue siendo recuperar la rentabilidad, por eso esperamos que de concretarse esa mejora en la competitividad (tanto en el mercado interno como externo) ésta se traduzca en el corto plazo, en mejores precios al pequeño y mediano productor/elaborador vitivinícola”. Planteó la necesidad de reducir la presión fiscal, agilizar las devoluciones de IVA, reducir las contribuciones patronales a la seguridad social atento al contexto de emergencia que vive Mendoza, eliminar el impuesto a los débitos y créditos bancarios, fijar precios diferenciales en el gas oil para los pequeños y medianos productores y para los fletes hacia los puertos, anunciar líneas de financiamiento a tasa cero para garantizar la próxima cosecha, etc.
“Por último -dijo- en el caso particular de la vitivinicultura, las medidas anunciadas ayudarán a instrumentar un nuevo esquema de diversificación regional, más amplio y diverso en posibilidades de elaboración de productos que no tengan como destino el mercado interno. Una mejora en la competitividad abre otras perspectivas de negocios y oportunidades lo que permite pensar en una diversificación mixta; no hay necesidad de que la vitivinicultura se siga “atando” a una diversificación monoproducto, como es el caso del mosto cuando con condiciones adecuadas de producción y comercialización la vitivinicultura está en condiciones de desarrollarse y crecer integralmente. Esto también es innovación”.