La oposición: acordar en lo grande, no en lo pequeño

No se trata de proponer alianzas políticas opositoras contra natura al solo efecto de contrapesar el gran poderío electoral del actual oficialismo; eso se dará o no se dará de acuerdo a coincidencias programáticas en serio. Pero de lo que sí se trata es d

La oposición: acordar en lo grande, no en lo pequeño

Los dramáticos sucesos que se vivieron por estos días en la Argentina desnudaron una vez más tremendas falencias de las cuales es culpable en singular proporción la dirigencia política porque las imprevisiones en temas que competen al poder del Estado, por mal uso o cambio de destino de fondos u otro tipo de recursos no sólo atañen a la ética pública sino que desembocan hasta en acciones delictivas, de índole judicial, y en el no siempre utilizado juzgamiento político de los funcionarios por mal desempeño.

Hay cuestiones esenciales de la vida republicana que el Gobierno nacional ha venido violando sistemáticamente en los últimos años.

Este ejemplo, de las falencias que potenciaron los efectos de las tempestades en Buenos Aires y La Plata, y casos anteriores tanto o más trágicos, como puede ser el accidente ferroviario en la estación de Once, no solamente descubren situaciones que pueden enmarcarse hasta en cuestiones de corrupción en la función pública sino también una serie de negligencias en el control del funcionamiento del Estado.

Muchas veces situaciones accidentales terminan sacudiendo estructuras que los mecanismos democráticos por sí solos son incapaces de desplazar y que, por mantenerse en el tiempo, terminan erosionando los cimientos republicanos de un país.

La tragedia de La Plata, fundamentalmente, con su elevado número de víctimas fatales, debería ser el toque de atención para una gran parte de la silenciada dirigencia política argentina que no ha sabido buscar mecanismos para trascender. Esa gran parte de la dirigencia no es otra que la oposición al kirchnerismo, hasta ahora dispersa por sus propias limitaciones para generar procesos de liderazgo que planteen una alternativa creíble a los desatinos de quienes militan en el oficialismo.

La oposición tiene ahora razones para evaluar, investigar a fondo y hasta juzgar acciones que, por negligencia o corrupción, sumaron otro capítulo nefasto a los argentinos.

Es un incentivo para poner freno al autoritarismo, la prepotencia política y las intenciones muy poco ocultas de avanzar sobre cimientos republicanos tan elementales como la alternancia en la acción de gobierno, el respeto por las minorías y la priorización del disenso sobre el pensamiento único.

En un año electoral clave, porque estarán a prueba indisimuladas intenciones del oficialismo de avanzar como sea con mecanismos que le permitan perpetuarse en el poder, corresponde al abanico opositor no buscar alianzas inútiles que en muchos casos sólo alimentan mezquinas rencillas que se amparan en lo ideológico, sino para acordar premisas básicas del republicanismo que permitan al ciudadano saber que sus representantes al Parlamento, más allá de lógicas diferencias ideológicas, defenderán a capa y espada la institucionalidad y la vigencia de los preceptos constitucionales, algo que ninguna sana ideología puede dejar de lado en un país serio.

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