Por segundo año consecutivo, la ciudad de Oporto fue elegida como el "Mejor destino europeo 2014" a través de European Consumers Choice, dentro del programa European Best Destinations. Oporto cidade invicta como se la conoce, resume historia, arquitectura, cultura y buena gastronomía, aspectos reconocidos por los viajeros de ese continente. La oficina de turismo asegura que el logro se debe a que la urbe sabe cómo hacer que los turistas se sientan como en casa, manteniendo su autenticidad y colaborando con servicios de calidad. En esta línea, confían en que el premio contribuya a alcanzar el objetivo de más de 140 mil pernoctaciones de extranjeros en la región para este año.
Los porqué
La constante de calles empinadas, de piedra, que jamás siguen una línea recta trepando por las elevaciones rocosas en torno al Duero marcan uno de los atractivos característicos. Nadie escapa de perderse en el entramado para descubrir esos rinconcitos encantadores en cada tramo: muros azulejados con historias de hace un puñado de siglos, frentes de mil colores y los balcones abarrotados de ropa, o un bar con dos mesas cerca de otro de barra y cigarro, alguno de los tesoros.
Claro que el vino tiene su mención por aquí, ya desde tiempos de colonias de ultramar daba que hablar. Su dulzor, la calidad controlada y por supuesto la denominación de origen lo han trasladado con excelentes críticas a todos los continentes. Su secreto es el toque de coñac que se añade a la fermentación para detener su proceso, logrando así un caldo dulce y robusto. Pero cada bodega tiene su pócima mágica, conocerlas ayudará a develar la fórmula o al menos a soñar con ello.
Por la ribera
La Ribeira es lo que todos los viajeros señalan como de ensueño en su visita por Oporto. Es fascinante por la brisa, por las tonalidades de las construcciones añosas, por esos contrastes salvajes entre turquesa, rojo y amarillo, por los sitios para degustar un vinito y las múltiples tiendas de recuerdos. Allí el puente Don Luis I, ícono de la ciudad, con sus 2 pisos y pasarelas para recorrerlo permite vistas impagables.
Fue erigido 1886 por el ingeniero belga Teóphile Seyring, discípulo de Gustave Eiffel, dicen que por ello se parece a la estructura de la torre. Hay que subir a la barrida por sus empinadas calles, disfrutar de las simpáticas terrazas que cuelgan hacia el río y comer bacalao. Por el río lo tradicional es embarcarse en un rabelo, antigua embarcación que servía para trasladar el vino y que hoy es presa de los turistas.
Sobre una ladera la Catedral de la Sé en el barrio de Batalha, junto a las murallas que tiempo atrás protegieron la ciudad se ve como una fortaleza con almenas. Su construcción comenzó en el siglo XII presenta estilo barroco, románico y gótico, pero en general es muy sobria. Cuenta con 3 naves y muchos ejemplos del arte de azulejos lusitano en su claustro.
Un dato curioso es la columna del centro de la plaza catedralicia que era utilizada para colgar a criminales. Para llegar se puede hacer a pie subiendo interminables escalinatas o a través del funicular Dos Guindais, además este paso proporciona una panorámica envidiable del puente. La iglesia de San Francisco merece su atención por los ornamentos de madera dorada íntegramente tallada. El Palacio de la Bolsa otro de los edificios que ofrece visita guiada por sus estancias neoclásicas.
Entre cerros
La Plaza de la Libertad desde donde reina Don Pedro IV a caballo es el epicentro. Los bares y restaurantes en derredor reúnen a locales y foráneos y no se extrañe si ve a grupos de jóvenes vestidos de negro con capas a tono, son los estudiantes que tradicionalmente utilizan esa particular indumentaria.
Conocer la iglesia y subir a la torre de los Clérigos, de 1748, es uno de los paseos preferidos por los visitantes. Son 225 escalones para alcanzar los 76 metros de altura y la mejor vista 360 de la ciudad. El templo do Carmo luce una magnífica fachada con un panel de azulejos de proporciones admirables en un lateral. A pasos el templo de las Carmelitas, entre el barroco y el neoclásico, estilos que se repiten en varias edificaciones. En las cuadras que siguen farmacias del siglo XVII y comercios que bien podrían ser de aquellos días conviven con modernas propuestas gastronómicas y de servicios.
Por supuesto la parada que sigue es Lello & Irmão, la famosa librería utilizada en escenas de Harry Potter que atrapa desde su frente neogótico. Fue declarada patrimonio histórico por su belleza y por seguir cumpliendo su función siglos después de su fundación, es más dicen que es la más hermosa de toda Europa. Sus enormes estanterías de madera repletas de libros tocan el techo, una bella escalera de madera labrada hacia el centro en un ambiente onírico otorgado por los vitral del techo.
Para seguir nutriéndose del esplendor de otros tiempos la estación San Bento con su panel de azulejos, más de 20 mil, que retratan la historia del país o el Mercado Municipal Bolhao con la estructura de hierro de mediados del siglo XIX atrapan. Además este último es un pasaje a los sabores y aromas más típicos de Portugal, tardará un par de horas en salir, eso es seguro. Desde 1914 se venden productos frescos: carne, pescado, fruta, flores entre otros. Las plantas en torno al patio central son bulliciosas y aromáticas, son un pedacito vivo de la cultura vernácula. En los alrededores más comercios y también de alimentos, el bacalao por todas partes.
Pero si seguimos persiguiendo viajes al pasado debemos buscar el el Café Majestic, en Santa Catarina, un ejemplo de la Belle Epoque que resguarda ese esplendor. El café en Oporto tiene tradición y muy buen sabor, hay que detenerse varias veces en los días de visita para degustar las diversas alternativas, siempre acompañados de las famosas natas, esas masas dulces que se deshacen en la boca.
