Como en casi todas las cosas, las posturas están divididas. Con respecto al presidente Milei y a la aplicación de su plan económico están los que ven como positivo el superávit fiscal, la baja de la inflación y que comienza el proceso de apertura de la economía. Otros se preocupan porque la suba de precios, aunque a la baja, sigue siendo alta, se desvelan por el impacto de los aumentos tarifarios y por el empleo. De los dos lados se preguntan lo más complejo, ¿hasta cuándo aguantará la gente y la Provincia?
El gobernador Alfredo Cornejo en una entrevista que le concedió a Los Andes a fines de marzo de este año despejó una de las dudas cuando explicó hasta cuándo podía aguantar la Provincia con las reglas de juego que impuso Milei: “La caída de la recaudación está afectando muy feo sobre las provincias. La caída del consumo repercute sobre la recaudación de IVA y de Ingresos Brutos, con lo cual impacta sobre las provincias. Algunas están con sus gastos relativamente acotados y todavía no les es determinante en su cuenta. Entre ellas está Mendoza. Y otras ya tienen el agua al cuello. Pero si no se recupera el consumo, la caída de la recaudación para mediados de año va a ser una dificultad para todas las provincias, para las que están bien administradas y las que no están bien administradas. Si no hay recuperación económica, Mendoza también va a entrar en problemas. Entrará unos meses después, pero va a entrar. Los plazos son cortos”.
En 19 días arranca el sexto mes del año y entraríamos a la zona crítica que marcó Cornejo.
En la semana se supo que la Provincia perdió 31 mil millones por mes de recaudación, entre ingresos nacionales y provinciales, los que no recuperará aun aprobando hoy domingo el paquete fiscal que envió el Ejecutivo Nacional al Congreso. Ayer en la Fiesta de la Ganadería en Alvear, el gobernador parece que olvidó este vaticinio o confía en que todo se ordenará porque hizo anuncios de distinto tipo que involucraban fondos millonarios del Estado y volvió a manifestar que hay que apoyar al presidente Milei. En Mendoza plata hay parece. Pero también dijo que la situación es compleja y que la recaudación venía en baja.
Si bien hay que esperar hasta junio para conocer la tasa de desocupación, hay indicadores que van dando señales. Más gente vendiendo en las calles, más negocios en las casas de los barrios y en el primer trimestre más de 1.000 personas por mes en promedio tramitaron el seguro de desempleo según Anses.
Dos datos sobre la situación social difundidos por Los Andes esta semana, que, si bien son del 2023, nos indican que seguimos empeorando, como era previsible, y que vendrán números más duros cuando se conozcan los indicadores del primer tramo del 2024. En el Gran Mendoza la pobreza infantil llega al 65%, alcanza a 155 mil niños según el Indec.
Mientras que la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DEIE) publicó el viernes un informe en el que señala que la indigencia en nuestra provincia subió 5,8 puntos y pasó del 4,9% al 10,7% entre octubre del 2022 y el mismo mes del 2023, hay casi 93 mil personas que no se sabe si comen porque no llegan a completar ingresos para cubrir la Canasta Básica. Por otra parte, es raro que la repartición informe que la pobreza en Mendoza, entre octubre del 2022 y el mismo mes del 2023, subió sólo un 1,5 punto, pasó del 40,1% al 41,6% en el medio de un proceso de alta inflación. En nuestra Provincia hay 636 mil personas pobres.
Conocemos y se discuten las medidas para las grandes inversiones, algunos diputados mendocinos las aprobaron, pero no tenemos claro que pasará y ojalá no suceda, si no salen las cosas como se prevé. ¿Cuál es el plan B? Nadie sabe qué se hará con la gente que viene mal desde hace años y los que entraron a la pobreza por la devaluación del ex ministro de Economía Sergio Massa y la del presidente Milei en diciembre.
Una red débil
En Mendoza funciona una red solidaria privada que contiene a mucha gente, pero los referentes sociales y distintas personas involucradas en los organismos serios que se ocupan de la asistencia privada, tienen claro que desde el Estado hay que pulir muchas cosas para que la ayuda sea más efectiva y llegue a tiempo. Si así están las cosas hoy, después de más de 30 años con la tasa de pobreza que no baja del 20%, imaginen qué pasaría si finalmente la economía no crece, o crece y no hay más trabajo (derrame), o si el trabajo es mal pago. Simplificando, los seguidores de Milei y radicales de Alem entienden que crecerá la economía porque se quitarán regulaciones de distinto tipo, incluido los precios como ya lo hemos visto, ese crecimiento generará trabajos con buenos salarios. Habrá que ver si sale así.
Volviendo a las políticas sociales, Anabel Nicolai habló esta semana con Los Andes en la nota sobre la pobreza e indigencia provincial y dijo algo que fueron repitiendo otros actores de la comunidad solidaria privada local sobre la aplicación de las políticas públicas: “hace falta que vengan al terreno para que charlen con la gente que está en trabajo social o con los psicólogos para que vean la realidad desde otro lado. Si yo puedo tejer redes de trabajo, cómo no lo van a hacer desde el Gobierno. Tienen falencias graves de comunicación porque no conocen la realidad”.
Más contundencia agregó una experta en temas sociales, Graciela Bacarelli, presidenta de la Fundación Vínculos Estratégicos, de Fadem (Federación de Entidades no gubernamentales de niñez y adolescencias de Mendoza) y vicepresidenta de Nuestra Mendoza: “está faltando vincularse y articular el municipio con la provincia y la Nación. Cada gobierno empieza de nuevo en lo social. Falta un vínculo o red para saber con quién trabajar, cómo y qué hacer. Hay que hacer acompañamiento y una trazabilidad del dinero social para definir si terminó siendo gasto o inversión, para saber cómo se usó el dinero y qué resultados hubo, si el chico come todos los días y si va a la escuela”.
Desde la Iglesia, el padre Marcelo De Benedictis, titular de la Pastoral Social, señaló que el diagnóstico es acertado y que se hace necesaria esa red porque se “incrementó mucho la cantidad de comedores que han surgido espontáneamente”.
Enrique Sampedro, titular del Banco de Alimentos Mendoza, agrega que no tiene claro cómo funciona la asistencia social en nuestra provincia pero que a su organización llega cada vez más gente y “hay funcionarios que no saben qué hacemos”. ¿Algo está fallando o me parece?
Ernesto Mancinelli, es el director general de Desarrollo Comunitario del ministerio de Gobierno, Infraestructura y Desarrollo Territorial, esa repartición es una pata de la administración que se ocupa de la acción social después del desguace que hizo Cornejo de la subsecretaría de Desarrollo Social, lugar que desde 2015 hasta que desapareció, estuvo “tercerizado” por el radicalismo en manos de Barrios de Pie.
El funcionario contó que el pedido de la asistencia se multiplicó y hay más demanda en comedores y merenderos, “pero siempre es posible mejorar las redes de contención. Venimos tratando de articular con los municipios y organizaciones sociales, siempre falta porque se suman nuevos y otros que ya están piden más, pero siempre es posible mejorar esa articulación. Estamos construyendo redes con las organizaciones del Gran Mendoza en temas alimentarios y lo vamos a replicar en toda la provincia, queremos hacer un encuentro con todas las organizaciones para intercambiar experiencias y tener un mapa de la asistencia”. Destacó que hay unas 150 asociaciones a las que el Gobierno les da asistencia alimentaria todos los meses y que hicieron una prueba piloto con exportadores de fruta que les donaron lo que no venden, lo articularon con municipios, y repartieron 20 mil kilos de alimentos. “Siempre se puede mejorar y ampliar, pero desde el Gobierno queremos que la red se agrande y funcione bien”, afirmó.
La otra pata de las políticas sociales pasa por la subsecretaría de infancias, adolescencias y juventudes del ministerio de Educación, Cultura e Infancias y DGE, Verónica Álvarez Ocampos, quien prefirió no hablar.
La provincia entrega 240 mil raciones de desayuno y merienda en las escuelas y también 63 mil almuerzos. Llegan otras 3.800 raciones a los 38 Centros de Desarrollo Infantil (CDI) que hay en la Provincia. También se entregan 50 mil módulos alimentarios a través de las 150 organizaciones intermedias y municipios, y a unos 1.500 comedores les llegan unas 200 viandas. Están por lanzar un módulo especial para más de 1.000 merenderos que tendrá leche, azúcar, harina, aceite, mate cocido y té.
Esta es la parte de la asistencia, faltaría la de la promoción para que no dependen únicamente de la ayuda que les da el Estado que está bien que la entregue. Obviamente no hablamos del chico que va a la escuela o de una persona que hace una changa, sino de las que tienen todas las carencias que una persona puede tener. “Llegan cada vez más sucios y con ropa destrozada”, comentaba una persona dedicada a la asistencia social esta semana, “nosotros estamos con la basura de la basura, con el despojo de la sociedad” decía mientras lloraba al recordar lo que ve cuando asiste a los que no tienen nada.
Estoy convencido que lo mejor de Mendoza y lamentablemente lo que menos marketing tiene, no es el vino, sus bodegas o montañas; sino la solidaridad de la gente. En esta sociedad rara, se valoran más algunas conductas poco éticas que llevó a cabo San Martín con empresarios para liberar a Chile, que la tarea silenciosa de miles de personas que se dedican a la acción social sin ayuda de nadie.
La sociedad mendocina tiene alteradas sus prioridades, ejemplos sobran tanto en el plano empresario como político, por eso no es raro que la mayoría de los mendocinos estén más ocupados, sensibilizados y dispuestos a salir a la calle si es necesario por el bienestar de una mascota, que por el de un niño o de una persona pobre. Es cierto que mucho manoseo hubo con la pobreza, pero el problema está y no podemos mirar para otro lado. La política claramente no le encuentra la vuelta más allá del asistencialismo.
Hasta cuándo aguanta la gente y el túnel de Hirschman
Ariel Hirschman fue un economista alemán perseguido por los nazis, luchó en la segunda guerra mundial, se fue a Estados Unidos en donde participó del plan Marshall, pero la persecución del macartismo hizo que emigrara a Colombia donde se enamoró de la realidad Latinoamericana, según cuenta Leonardo Gasparini en su libro Desiguales. Una guía para pensar la desigualdad económica.
Hirschman utilizó una metáfora genial para explicar la desigualdad en distintos contextos de movilidad. Así fue como propuso imaginar que vamos transitando en auto por una carretera de dos carriles en una dirección, ingresamos a un túnel y el tránsito se detiene. Al ver que todos estamos iguales nos resignamos. Al tiempo los autos de un carril empiezan avanzar y al resto se le explica que en algún momento se moverán, eso genera un poco de tranquilidad. Pero pasa el tiempo y todo sigue igual, los otros avanzan y nosotros no, así el malestar y la frustración crecen. Vemos que la situación es injusta, el conflicto se desata, tocamos bocina y hasta tratamos de pasarnos al otro carril.
La metáfora del túnel de Hirschman explica claramente hasta cuándo aguanta la gente al decir que “la tolerancia a la desigualdad depende de las perspectivas de movilidad”. Algunos “las ven” a esas perspectivas, otros tienen los ojos achinados tratando de encontrar alguna señal.