Y los humedales... ¿para cuándo?

Resulta fundamental educar sobre el invaluable valor ecosistémico de los humedales, así como la urgente necesidad de protegerlos.

Y los humedales... ¿para cuándo?
La laguna de Llancanelo, en Malargüe, es uno de los humedales que posee Mendoza.

Un humedal es toda área terrestre que está saturada o inundada de agua de manera estacional o permanente, de Acuerdo al Convenio de Ramsar. Entre los humedales continentales se incluyen acuíferos, lagos, ríos, arroyos, marismas, turberas, lagunas, llanuras de inundación y pantanos. Entre los humedales costeros se suman el litoral, manglares, marismas de agua salada, estuarios, albuferas o lagunas litorales, praderas de pastos marinos y arrecifes de coral.

Cada 2 de febrero desde 1997, se celebra el Día Mundial de los Humedales en conmemoración de la firma de la Convención Relativa a los Humedales de Importancia Internacional o Convenio de Ramsar (Irán, 2 de febrero de 1971). Este convenio es el primer tratado internacional relativo a la conservación y el uso racional de los humedales.

Argentina cuenta con una gran riqueza de estos recursos naturales: 23 Sitios Ramsar distribuidos en 16 provincias, abarcando una superficie total de 5.687.651 has de ambientes diversos tales como lagunas altoandinas, zonas costeras marinas, lagunas endorreicas, turberas y llanuras de inundación.

En la provincia de Mendoza existen dos sitios Ramsar en estado crítico de sequía: la Laguna de Llancanelo en Malargüe y las Lagunas de Guanacache, Desaguadero y del Bebedero; compartidas con San Juan y San Luis.

¿Y por qué deberían importarnos los humedales?

Los humedales, tradicionalmente considerados como terrenos baldíos o focos (vectores) de enfermedades, son esenciales para la humanidad por distintas razones. Entre muchas otras, son imprescindibles en la lucha contra el cambio climático por su capacidad de absorber gases de efecto invernadero y de liberarlos durante los procesos de degradación o cambio en el uso de los suelos; también en el ciclo hídrico, indispensables para el sostenimiento de la vida y la satisfacción de necesidades básicas; en el proceso de producción de alimentos; son amortiguadores de la naturaleza, albergando más de 100.000 especies de agua dulce conocidas; son fundamentales para la reducción del riesgo de desastres y para la adaptación al cambio climático.

La discusión por los humedales tomó estado público en Argentina tras los graves incendios ocurridos en 2020 en el Delta del Paraná. Miles de personas cortaron el Puente Rosario-Victoria exigiendo una norma que protegiera a los humedales. Estos incidentes no solo sirvieron de disparador para que se instale en la agenda la necesidad de sancionar una ley de humedales, sino también para lanzar acusaciones cruzadas entre ambientalistas, tomadores de decisiones y sector agropecuario, sobre las responsabilidades de los incendios.

En noviembre del 2020, la Comisión de Recursos Naturales y Conservación del Ambiente Humano de la Cámara de Diputados dio dictamen de mayoría sobre el Proyecto de Ley de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental para el Uso Racional y Sostenible de los Humedales. A lo largo de casi diez años, se han presentado trece proyectos de ley entre las dos cámaras del Poder Legislativo Nacional. La mayoría de estos proyectos han buscado establecer los presupuestos mínimos para la conservación, protección y uso sustentable de los humedales, la realización de un Inventario Nacional de Humedales, establecer un ordenamiento territorial, el establecimiento de moratorias y la creación de un fondo nacional para su sustentación, entre otros interesantes objetivos.

Tristemente, a pesar de los tímidos avances, unos días antes de conmemorar otro aniversario de estos ecosistemas, la Ley de Humedales quedó excluida del temario actual de las sesiones extraordinarias del Congreso. Al perder estado parlamentario la propuesta se encontraba en Agricultura y Ganadería. Debía ser tratada por otras dos comisiones: Intereses Marítimos, Fluviales, Pesqueros y Portuarios; y Presupuesto y Hacienda.

Para algunos de los que defienden y militan la Ley de Humedales, todo se habría truncado por un triple lobby ejercido por sectores de la agro ganadería, la minería y la explotación inmobiliaria. Resulta necesario reconocer que la destrucción de los humedales forma parte de un modelo de negocios y acumulación que tiene a la expansión de la frontera productiva como punta de lanza. Así también, es evidente la alteración significativa y duradera de bienes y servicios ecosistémicos claves, alteración que afecta tanto a la biodiversidad como a los actores sociales que hacen uso de los humedales… y a la vida misma.

Resulta fundamental educar sobre el invaluable valor ecosistémico de los humedales, así como la urgente obligación de protegerlos y conservarlos para las actuales y las futuras generaciones. La agenda ambiental actual se encuentra marcada por una serie de crisis interrelacionadas que se originan en comportamientos antropogénicos (causados por el hombre) y cuya gestión definirá las posibilidades sociales, culturales, económicas, ambientales. La crisis climática, el incremento de la desertificación, la crisis de biodiversidad global, la escasez creciente de agua dulce, e incluso la pandemia, suponen tan solo algunos de los ejemplos de destrucción de la propia supervivencia.

*La autora pertenece al Grupo de Historia Ambiental IANIGLA-CONICET (Mendoza)

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