Con la cosecha casi terminada, es hora de mirar en dónde está parada la vitivinicultura. Tal como se advierte en una nota de Los Andes, los despachos al mercado interno llevan 4 meses de caída. Es una situación que preocupa. Las exportaciones cerraron 2022 con una baja del 10% para el vino fraccionado y del 41,8% para el vino a granel.
Así se dejaron de vender 70 millones de litros de vino en 2022. Y si sumamos los resultados negativos de enero y febrero, el resultado se abulta aún más. Esto significa que si se confirman las estimaciones de los industriales de una cosecha de 14 millones de quintales y las ventas tanto en el mercado interno como externo se mantienen en niveles similares a los del 2022, se proyecta que las existencias de vino para el año 2023 estarán alrededor de 4,6 meses de stock, según los cálculos provisorios del gobierno de Mendoza.
Pero de cara al mercado interno, además del hecho de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, ahora las bodegas también se plantean otros desafíos: precios justos, los plazos de pago del on y off trade y los cambios de hábitos del consumidor.
Precios justos y plazos de pago
El acuerdo de precios con la Nación mantiene un tope de aumento del 3,2% a los vinos que se venden en supermercados. Eso ya está planteando un desafío porque con mayores costos y sin la posibilidad de trasladarlo a precio final, la rentabilidad de las bodegas terminará afectada. Algunos informes privados las calculan en su mínimo histórico. Es más, hay mayor incidencia en las que venden en los segmentos bajos de precios, donde la rentabilidad es cero o en algunos casos negativa y se termina promediando con otras líneas.
Otro tema que preocupa son los plazos de pagos. Aún en este nivel de inflación, los industriales se quejan de que para los pagos de compras de insumos, los plazos son muy cortos, en tanto que para las ventas a clientes nacionales (principalmente los que más preocupan son restaurantes y vinotecas) los plazos se están estirando. Y nadie quiere volver al pasado y revivir la historia de la cadena de vinotecas en cesación de pagos.
En tanto, el cambio de hábitos de consumo también juega como un factor. Es cierto que el vino básico sigue siendo un gran jugador, pero no es menos cierto que pierde espacio y que los consumidores apuestan a mejorar la calidad de los que toman, escalan segmentos y eso también genera una retracción en la demanda general.