Venezuela: la oposición dio señales de negociar, pero Maduro las rechaza

A tres semanas de la elección, la oposición y sus aliados muestran contradicciones en su estrategia, mientras Maduro se mantiene firme. La cuestión es a favor de quién juega el tiempo de ahora en más.

Venezuela: la oposición dio señales de negociar, pero Maduro las rechaza
Nicolas Maduro y Miguel Diaz-Canel en La Habana, Cuba. (AP)

A tres semanas de la elección, el presidente venezolano Nicolás Maduro mantiene el control de las fuerzas militares y policiales, aunque no ha logrado sofocar las protestas de la oposición. Este es el factor clave que le permite mantenerse en el poder.

María Corina Machado continúa ejerciendo un liderazgo fuerte y capacidad de mantener manifestaciones en las calles. Pero no puede descartarse que la Justicia venezolana ordene su detención si Maduro lo decide. Los detenidos superan holgadamente el millar y sufren un duro tratamiento y torturas en las cárceles de máxima seguridad en las cuales se encuentran detenidos. Los muertos llegarían a veintiséis.

Edmundo González Urrutia podría ser apresado por desacato al negarse a concurrir a una citación judicial. La Justicia es un poder que hasta ahora ha tenido un marcado alineamiento con el Gobierno. Los millones de venezolanos que están fuera del país siguen atentamente los acontecimientos, con intención de regresar al país si la crisis política tuviese un resultado adverso a la permanencia de Maduro en el poder. Pero ahora el gobierno aumenta la represión. Han aparecido en domicilios de opositores pintadas que los señalan como tales y se está exigiendo al personal militar y policial que den públicas muestras de apoyo al chavismo a través de grabaciones con imágenes de sus teléfonos.

Para comprender cómo Maduro logra mantenerse en el poder en una situación tan adversa hay que tomar como referencia la perdurabilidad del régimen cubano, que lleva sesenta y cinco años en el poder. Este es el modelo que ha adoptado el chavismo desde 2002, cuando fracasó el golpe militar contra Chávez, que llegó a tenerlo detenido cerca de veinticuatro horas. Hace veintidós años que el control de las Fuerzas Armadas y policiales se realiza con este método, que hace de la delación y la sospecha sistemática los instrumentos de alineamiento de estas fuerzas. No se conocen cifras de deserciones de militares y policías en las últimas dos semanas, pero este es el tipo de reacción que se produce en Venezuela en crisis como estas.

Tanto la Administración Biden como Corina Machado han dado señales para negociar una eventual salida del poder de Maduro, que incluso le permita su impunidad, como también a la cúpula de su gobierno. Posiblemente la dirigente opositora comienza a advertir que el tiempo juega a favor de su rival y que la voluntad de sus seguidores puede ceder antes que la lealtad militar y policial a Maduro. Ha dicho públicamente a sus seguidores que había que aceptar concesiones para producir un cambio en el poder.

El Jefe de las Fuerzas Armadas y ministro de Defensa, el general Padrino López, sería el punto de referencia de estas eventuales negociaciones. Pero se mantiene al margen de ellas y sin romper su alineamiento con Maduro por ahora. Una defección del máximo jefe militar, junto con un plan de impunidad respecto a la cúpula, tendría posibilidad de alterar la situación a favor de la oposición. Pero se trata de un proceso complejo al cual todavía no está decidido el régimen chavista.

Estados Unidos, en momentos que enfrenta conflictos críticos en varios lugares del mundo, se muestra proclive a una salida negociada, pero no todavía a negociarla a través de La Habana. Pero en los últimos días, Estados Unidos se ha negado a participar en negociaciones y Machado ha rechazado enfáticamente la posibilidad de una nueva elección propuesta por Brasil y Colombia.

El rol geopolítico del conflicto venezolano se hace cada vez más evidente y ello hasta ahora no juega a favor de una solución negociada. Rusia, China e Irán coinciden en respaldar la continuidad de Maduro. Ello implica el mantenimiento de la relación económica y comercial con ellos que resulta clave para la supervivencia del gobierno de Maduro, como lo ha sido hasta ahora para Putin.

Hay informaciones que dan cuenta que centenares de mercenarios rusos del grupo Wagner están reforzando la custodia de Maduro e incluso participando en actos de represión. Pero esta puede ser información manipulada por la oposición y medios estadounidenses. Maduro, por su parte, avanza en el control de las redes sociales para impedir la comunicación de la oposición. Una flotilla rusa que tiene una presencia más diplomática que militar continúa en el Caribe, respaldando la situación de la permanencia de Díaz Canel en Cuba y Maduro en Venezuela.

Pero no hay un despliegue militar significativo de Estados Unidos en el Caribe sur frente a Venezuela. En cuanto al petróleo, éste juega un rol importante. Pese al fracaso económico del chavismo, el país sigue teniendo las mayores reservas petrolíferas del mundo e importantes empresas estadounidenses, como Chevron, extraen petróleo en el país.

Esta situación se incrementó a partir de la invasión rusa a Ucrania, que llevó a Washington a ampliar sus fuentes de abastecimiento de petróleo. Esta situación no parece haberse alterado por ahora. Aunque es un escenario que hoy todavía está lejos, una guerra civil de baja intensidad sería favorable para Rusia y China, en momentos en que los conflictos bélicos escalan. Maduro ha hecho referencia a esta posibilidad, acusando a la oposición de impulsar este tipo de escenario y usar para ello las redes sociales.

A tres semanas de la elección, la oposición y sus aliados muestran contradicciones en su estrategia, mientras Maduro se mantiene firme. La cuestión es a favor de quién juega el tiempo de ahora en más.

* El autor es Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

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