Ven, canta

Tenemos que rescatar la alegría por lo menos para agradecer que aún estamos vivos y podemos ver la luz del sol, que nuestra familia está bien y todavía estamos activos. Esas sí que son buenas noticias y las tenemos.

Ven, canta
Imagen ilustrativa / Foto: Gentileza

En esta época que estamos viviendo han disminuido los niveles de alegría. Es que, cuando se hace presente el miedo, la alegría se refugia detrás de las cortinas.

No todos tienen miedo, pero sí la mayoría y eso nos condiciona en nuestro andar diario y hace que nos cuidemos de una manera contundente para no contraer el virus.

Por lo tanto no hay mucho de qué alegrarse, más bien nos cae una llovizna de temor en cualquier momento y el temor no es compatible con la alegría.

La alegría es esa emoción amistosa o esa sensación de satisfacción o felicidad de duración limitada. A menudo se la toma como sinónimo de felicidad o placer.

Puede manifestarse ante un hecho sencillo, a veces fugaz, que nos hace sentir bien o ante hechos determinantes de la vida.

Es una hermosa sensación que nos colma el alma y hace que uno se muestre dispuesto a disfrutar de la vida en todos sus detalles.

Pues estamos perdiendo esa facultad lentamente. El estar aislado, sin contacto con otros seres de la misma calaña, es uno de los atenuantes de la alegría; en definitiva, no tener con quien compartir.

La soledad también es morigerante. Estar mucho tiempo solo con uno mismo no es motivo para sacarse de encima la pátina de agobio que significa tal situación.

Una manifestación evidente de la alegría es la risa o la sonrisa, si ustedes quieren un grado menor. Es el estallido de la alegría y esto lo logra un simple chiste o un momento de plenitud en los sentimientos.

Uno ríe con ganas cuando está feliz y eso se contagia, hace que los demás se rían de nuestra risa como una feliz catarata de agrado.

Ahora la alegría está en decadencia. También, con la situación que está sufriendo el mundo, no dan muchas ganas de mostrarse a carcajada plena.

Las satisfacciones sos menores porque nos cargan de malas ondas. Las noticias que recibimos no son para ponerse a aplaudir. Uno ve los noticieros o se aproxima a un diario y la mayoría de lo que se publican son pálidas. Hechos que están muy lejos de despertar la alegría.

Hay que tener mucha fuerza de voluntad para sobrellevar la pesada carga de las informaciones. El ochenta por ciento de lo que aparece en los medios no es bueno para el ánimo. Por el contrario, hace que el ánimo se refugie en el sótano.

Tenemos que rescatar la alegría por lo menos para agradecer que aún estamos vivos y podemos ver la luz del sol, que nuestra familia está bien y todavía estamos activos. Esas sí que son buenas noticias y las tenemos.

Es tan importante la alegría que hasta tiene su canción. Beethoven escribió el himno a la alegría sobre poesía de Friedrich Schiller.

Escucha hermano la canción de la alegría

El canto alegre del que espera un nuevo día

Ven, canta. Sueña cantando

Vive soñando el nuevo sol

En que los hombres

Volverán a ser hermanos

Ven, canta. Sueña cantando, que la vida todavía canta la canción de la alegría y nos es imperioso que sumes tu voz.

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