El rebrote de la pandemia no se hizo esperar. Hace una semana señalábamos desde este espacio que después del fin de semana largo se verían los primeros resultados de la nueva ola de Covid-19, con la presunción de que los 4 días consecutivos no laborables podrían acentuar el nivel de contagios. Y así fue.
La que finaliza fue la semana de los records, tanto a nivel nacional como en provincias, como Mendoza. Las cifras de contagios, según los testeos, fueron superiores a las de los meses más críticos de 2020. Todo previsto, pero un problema al fin.
La semana comenzó con el lógico acuerdo del Gobernador con los jefes departamentales de la provincia, de todos los sectores partidarios. Los intendentes, en su mayoría, venían reclamando restricciones durante la noche como paso inicial para volver a controlar los casos de contagio sin afectar mucho la actividad económica en general. Hubo coincidencias con el Poder Ejecutivo. Luego llegó el decreto del Gobernador en base a lo consensuado.
A su turno, llegó la decisión presidencial de restringir los movimientos nocturnos en el país también en forma inmediata, aunque en este caso el decreto de necesidad y urgencia (DNU) entró en vigencia recién el viernes. El disparador fue el crecimiento de casos en el AMBA. Esta vez costó mucho llegar a un entendimiento y por eso ya los argentinos no pudieron ver por televisión una vez más al inolvidable trío “Alberto-Axel-Larreta”, un éxito mediático de los meses de cuarentena estricta. Las consecuencias sociales y económicas de aquel encierro fueron disolviendo esa sociedad política.
Existe una indudable pulseada por cuestiones políticas en la elaboración de estrategias para enfrentar la nueva ola pandémica. El sector que más influye, desde el oficialismo, es el liderado por el gobernador Kicillof y sus principales colaboradores en el área de Salud. Confrontan con la postura moderada del gobierno porteño, que entiende que aquella sociedad política del 2020 ya no tiene mucha razón de ser, lo que no significa dejar de lado un estilo de diálogo. Es por eso que Rodríguez Larreta sostuvo, luego del mensaje del Presidente desde Olivos, que su gestión no comparte muchas decisiones tomadas por la Nación, pero igualmente las respetaría y pondría en prácticas.
Es esta última, de algún modo, la actitud que adoptó el gobernador Suárez, quien con su ministro de Gobierno y la titular de Salud leyó en detalle el contenido del nuevo decreto presidencial para ver cómo adaptar a sus exigencias algunas normas previamente aplicadas aquí.
El Presidente ha quedado prácticamente en el medio de la puja entre Kicillof y el porteño Rodríguez Larreta. Obviamente, Alberto Fernández preferiría seguir tendiendo el escenario de concordia y acuerdos que prevaleció durante la mayor parte del año anterior, pero la realidad cambió. Aseguran que no tiene intenciones de confrontar con los gobernadores, con los que prometió “cogobernar”, sea cual fuere su pertenencia política. Por eso se especula con que los dichos de Santiago Cafiero a favor de la compra de vacunas por parte de las provincias y los sectores privados tampoco debe ser casual. En medio de un proceso de vacunación lento y sin mayores certezas, esa prerrogativa se presenta como una opción para que nadie pueda decir en las provincias que la Nación sigue marcando el ritmo en cuanto a medidas para enfrentar la pandemia.
En esta oportunidad, Suárez fue su propio vocero y dejó posturas en claro. Explicó, de alguna manera, que el DNU presidencial le dejaba un margen de maniobra que le permitió mantener lo que había acordado previamente con los intendentes. Sí se adaptó la provincia a los límites que en materia de reuniones sociales se dispuso desde el poder central. Lo mismo con los viajes de egresados y espectáculos deportivos sin presencia de público.
Pero, para evitar malentendidos, el Gobernador esta vez sí se expresó políticamente al tocar el tema de la factibilidad de que las provincias puedan adquirir vacunas contra el Covid-19 y también sobre el lentísimo plan nacional de vacunación. No dudó en considerar que la Nación ahora “le pasa la pelota” a las provincias luego de largos meses de centralización de la compra y administración. Pero también es consciente Suárez de que la intentona no será fácil en virtud del escaso mercado de vacunas que existe. “El gobierno nacional dijo que íbamos a tener millones de vacunas y vacunados y no los hemos tenido”, afirmó ante la prensa.
Como ya se dijo, tener suerte en el mercado de vacunas no resulta muy fácil ante la emergencia. Hay casos en los que la comercialización se realiza entre Estado y Estado, como los productos de Rusia y China. Sí es posible intentar comprar a los laboratorios privados de Estados Unidos, el Reino Unido u otros países europeos, pero ante la fuerte demanda internacional una remota provincia de un país sudamericano puede quedar, obviamente, como un cliente menor. Es una de las salvedades que planteó el jueves Suárez.
De todos modos, el ministro de Hacienda ya fue instruido por el Gobernador para encarar negociaciones al respecto y es por ello que también se planteó la idea de buscar “socios” entre otras provincias que también quieran hacer dicha inversión. Otra tarea para Lisandro Nieri, que ya tiene que encarar urgentes replanteos con los números al advertir que la reciente modificación en el piso de Ganancias dejará a la Provincia este año con mil millones de pesos menos por coparticipación.
La responsabilidad de la gente
Esa nueva apuesta del gobierno local al cumplimiento de las normas por parte de la gente también forma parte del estilo de gestión que Suárez de algún modo comparte con su colega porteño. Lo contrario al frenético Kicillof, partidario de imponer restricciones antes de que la situación lo exija, más allá de que se debe reconocer que la situación en el conurbano bonaerense es difícil de controlar. Por eso, el jueves el Gobernador aclaró que “no nos va a temblar el pulso para restringir lo que haya que restringir”, apostando a la buena voluntad de los mendocinos.
En el Gobierno confían en el cumplimiento de las normas tradicionales de cuidado, sin tener que llegar a recurrir a una imposición preventiva. Pero si las circunstancias lo aconsejan, tendrán que darle la razón a los de la línea dura en materia de medidas restrictivas. Algo que el sentido común desaconseja ante esta realidad que ubica a la Argentina atravesando una crisis económica que se potenció con la extensa cuarentena del primer año de pandemia.
Todo parece indicar que el avance de la nueva ola de contagios podría no acompañar mucho a los partidarios de una economía que se mantenga activa a la par de la pandemia, postura con la que se identifica desde un principio el gobierno mendocino.
Hay sectores que nunca terminaron de aceptar la vuelta a la normalidad que ya se manifiestan en alerta, como en el caso del gremio docente, que, junto con otras voces de la comunidad educativa local, vuelve a plantear el regreso de los alumnos y docentes a la virtualidad.
El retorno a un ciclo lectivo lo más normal posible fue una fuerte apuesta del gobierno provincial este año. Se fijaron protocolos que en buena medida se busca cumplir en los establecimientos educativos de los distintos. Esa postura a favor de la vuelta a las aulas se terminó afirmando también a nivel nacional por el clamor ciudadano luego de un año de una inexplicable inactividad presencial. La virtualidad dejó a la vista desigualdades.
Aspectos a tener en cuenta por el gobierno de Suárez ante el desafío que plantea la llegada de las variantes de la pandemia, que vuelven a poner a prueba la capacidad del sistema de salud, una de sus mayores cartas en el año electoral.