Una guerra política cada vez más difícil de evitar

El gobernador Suárez observa a la distancia lo que sucede en Buenos Aires, pendiente que la misma estrategia kirchnerista pueda repetirse aquí. Sin embargo, no descartan en la Casa de Gobierno local tener que cerrar actividades más adelante, siempre que la situación sanitaria lo justifique.

Una guerra política cada vez más difícil de evitar
Ilustración / Gabriel Fernández.

Además de evaluar el día a día de la nueva ola de pandemia en nuestra provincia, Rodolfo Suárez comienza a mirar y medir los alcances del conflicto político declarado, también en el marco de la segunda ola de coronavirus, entre el gobierno nacional y el de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que tuvo como detonante la suspensión de las clases presenciales durante dos semanas.

A diferencia de lo que se palpitaba hace una semana, es casi evidente que el Presidente dejó de buscar equidistancia de la tradicional puja entre Rodríguez Larreta y Kicillof por el manejo de las políticas de salud y optó por éste. Y al optar por el inquieto gobernador de Buenos Aires y sus principales funcionarios en el área de Salud, le dio paso a la embestida cristinista.

El Gobernador y sus colaboradores interpretaron el nuevo DNU del Ejecutivo nacional y así llegaron a la conclusión de que lo conveniente era mantener las restricciones ya vigentes en Mendoza, consensuadas con la totalidad de los intendentes locales.

Si bien el número de contagios de Covid-19 aumentó en forma preocupante en los últimos días, en el Ejecutivo local consideran que aún el sistema de salud responde, aunque muy exigido. Esto permite por ahora mantener las actividades generales sin condicionamientos extremos. Funcionarios cercanos a Suárez en este tema señalan que la preocupación oficial por la cantidad de camas disponibles y el número de casos es la misma que durante el año anterior y que las medidas se adoptan de acuerdo a las mediciones diarias y a los números que maneja sobre su mesa de trabajo el Gobernador.

No descartan en Casa de Gobierno tener que cerrar actividades más adelante, pero siempre que la situación sanitaria lo justifique. Mientras tanto, la inactividad nocturna también rige aquí, pero menos horas que lo dispuesto para el AMBA, mientras que las actividades sociales, familiares y gastronómicas siguen siendo más contemplativas que para la superpoblada zona de Buenos Aires y el Conurbano.

Por otra parte, en sintonía con la mayoría del sindicalismo docente y al amparo de la conflictiva decisión que tomó Fernández, el justicialismo mendocino salió a pedir que también en Mendoza cese temporalmente la educación presencial. Es una situación que el gobierno local no imagina en lo inmediato y mientras no surja de una disposición de la Nación que incluya a otras regiones del país.

Está claro que el decreto firmado por el Presidente (uno más, puesto que rubricó otro sólo una semana antes) se limita al gran conglomerado porteño-bonaerense. La invitación que cursó Fernández a los gobernadores a respaldarlo adhiriendo a las medidas por él implementadas, sonó más a imposición que a sugerencia. Por lo dispuesto en la mayoría de las provincias, y al margen de lo que impone la pandemia en cada una de ellas, se puede interpretar que el respaldo de la mayoría de mandatarios del Frente de Todos no llegó en esta oportunidad. No hubo la más mínima intención de contemplar alguna posibilidad de cerrar las escuelas, por hacer referencia a la decisión nacional que más rechazo social generó.

Como se apuntaba, Suárez toma nota de los movimientos de presión del kirchnerismo sobre Rodríguez Larreta, uno de los dirigentes de Juntos por el Cambio que mejor mide hacia 2023. El gobernador mendocino, que en estos tiempos encuentra en el Frente de Todos local, una cerrada oposición, observa a la distancia lo que sucede en Buenos Aires pendiente de que la misma estrategia kirchnerista pueda repetirse aquí.

Con respecto al plan de vacunación, Mendoza, como todas las jurisdicciones, padece la lentitud derivada de la escasa llegada de dosis al país. Una cuenta pendiente de la Nación como resultado del optimismo (¿o irresponsabilidad?) de augurar el desembarco de millones de dosis en plazos cortos largamente superados ya.

En las últimas horas, Santiago Cafiero, quien con sus declaraciones en su momento blanqueó la posibilidad que tenían las provincias, y no sólo la Nación, de adquirir vacunas, ayer volvió a insistir con el tema en otras declaraciones periodísticas. Incondicional del presidente de la Nación, dijo que “por voluntad, coraje y determinación” el jefe del Ejecutivo “trajo al país las vacunas contra el coronavirus, algo que podrían haber hecho, también, los gobernadores, el jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y hasta sectores privados, pero no lo hicieron”.

Puede interpretarse que el jefe de Gabinete de la Nación, con sus nuevas afirmaciones, salió al cruce de la indiferencia de los gobernadores en general a las nuevas medidas adoptadas por el Presidente tocando la herida que más duele, como es la escasez de dosis.

Como señalamos en esta misma columna hace una semana, de algún modo la gestión de Suárez tomó el guante ante el desafío de la Presidencia de la Nación, pero siempre consciente de que en estos momentos (en realidad siempre lo fue) la posibilidad de compra internacional es muy difícil por la gran demanda existente en el mundo y porque las negociaciones básicamente son entre Estados, es decir, entre países.

No obstante, hay negociaciones. Se habla de sondeos por parte de la gestión de Rodríguez Larreta, como también de una transacción por parte de la provincia de San Juan que estaría avanzada. Mendoza sigue atenta a la posibilidad. Todos los funcionarios que intervienen, además del ministro de Hacienda, Lisandro Nieri, coinciden en que, más allá del costo, el mercado presenta muchas dificultades.

Con relación a los recursos, en la semana el diputado oficialista, no radical, Jorge Difonso planteó en la Legislatura la iniciativa de recurrir para adquirir vacunas a los fondos inmovilizados que la Provincia recibe periódicamente de la Nación por el resarcimiento por la promoción industrial, que están destinados a financiar Portezuelo del Viento. El legislador considera que se podría estudiar el uso de parte de esos recursos en base a las facultades que otorga al Ejecutivo la emergencia sanitaria vigente en Mendoza. En el Gobierno se limitan a destacar, por ahora, que el acuerdo suscripto en su momento con la Nación fija como destino de esos desembolsos al gran emprendimiento previsto en Malargüe u otras obras hídricas.

¿Terceras fuerzas?

Pasando a la consideración de la carrera electoral, lo más destacado de la semana fue la transformación del movimiento Mendoexit en el partido Éxito. En la presentación del nuevo espacio estuvo presente el titular del Partido Demócrata, Roberto Ajo, quien aseguró que ambas agrupaciones irán juntas a las próximas elecciones.

En realidad, al salir de la coalición Cambia Mendoza la dirigencia del PD señaló que la intención del antiguo partido era, en lo posible, liderar una coalición de centroderecha y de pensamiento liberal. Mucho los alentó para el reciente acuerdo con el movimiento liderado por Hugo Laricchia que éste y sus adherentes atenuaran aquella idea controvertida de la “independencia” de Mendoza para dar paso a un concepto de autonomía que sí cabe pregonar si lo que se busca es consolidar un federalismo bien entendido.

Se espera que a ese nuevo espacio ideado por demócratas y el nuevo partido surgido del Mendoexit se sumen dirigentes libertarios liderados por Espert y Millei, entre otros dirigentes o sectores minoritarios.

Desde hace un tiempo trasciende que hay reiterados requerimientos para que Omar De Marchi lidere ese nuevo espacio como candidato a senador nacional este año. Demócratas y asociados jugarían en esa aventura. Obviamente, la movida está pensada por afuera de Cambia Mendoza. Desde el entorno del principal referente local del Pro sostienen que no existe ninguna posibilidad de que esa movida se produzca, pero admiten que la exigencia es cada vez mayor desde distintos sectores.

Suárez también tiene su tablero electoral in mente, como todo el radicalismo. Si bien siempre hay tiempo para la “rosca” política, es consciente de que su capital electoral sigue siendo el día a día con sus números de la pandemia.

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