Durante años imaginamos robots reemplazando a un docente, la literatura de ciencia ficción planteaba mundos aislados, conectados a una computadora, sin presencia humana. El hombre reemplazado por una máquina. Esto insinuaba posturas extremas: docentes imprescindibles, sin tecnología; computadoras y dispositivos absolutamente necesarios para el alumno, docente espectador de esta relación simbiótica alumno-aparato informático.
La resistencia de muchas personas a las comunicaciones virtuales nos sorprendió junto a la pandemia, todos supusimos adultos mayores negándose a incorporar estos nuevos saberes. Sin embargo dicha resistencia fue muy democrática tanto en cuanto a franja etaria, como a niveles socio-económicos. Esto último, en cuanto a la aceptación, en cuanto a los medios para conectarse, hizo una diferencia cuali y cuantitativa en cuanto a la educación en pandemia en barrios vulnerables.
Fue muy interesante ver las reacciones de las personas, pero también de las diferentes escuelas, desde aquellas que entendieron que era sólo un medio. Es decir, jamás pude reemplazar el rol fundamental de la presencia del profesor, y, a pesar que no era igual muchos alumnos tuvieron que conectarse a las 8 hs hasta las 12,30 hs. Mientras otros debían ir a una plataforma; otros rastrear entre varias plataformas virtuales, según el gusto o la que mejor manejaba cada profesor. En el caso de los niños con menos posibilidades económicas, sin wi fi, sin computadora, recibían tareas por whatsapp. Puede observarse la pluralidad de formas, accesos y, sobre todo posturas muy flexibles o claramente rígidas de quienes participan de este proceso, al que se sumó un actor importantísimo en esta ecuación: los padres.
Como toda situación de crisis (pandemia) es un problema y una oportunidad. Depende cómo se afronta y cuánto se aprende de estas situaciones. Por la inmediatez estos cambios se hicieron en principio por ensayo y error, tipo de lógica muy utilizada por los nuevos estudiantes y a veces contrapuesto a la lógica lineal de los docentes. Sin embargo, esto no las hace excluyentes. El resultado puede ser excelente en cada caso, y la complementariedad los enriquece.
Por esto es que debimos detenernos, observar, admirar a docentes, alumnos y padres, que entendieron un axioma aplicable a la pedagogía, y a la vida: “Lo óptimo es enemigo de lo mejor”. Y también descubrir, no gratamente, a personas (alumnos, docentes, padres, sindicalistas, autoridades) que se negaban a modificar un ápice lo que era conocido, y bueno, sin duda, pero que ya no podíamos tener: aula, presencia completa, pizarra, y todo lo que el mundo educativo conlleva.
Nos enteramos, no sin cierta sorpresa, que los alumnos desean ir a la escuela. ¿A estudiar? Sobre todo a ver personas, amigos, compañeros, pero también docentes. Se enteraron que, como dice Goleman en Inteligencia Social, estamos conectados neuronalmente para “ser con otros”, en red. Vi memes riéndose de esto, como si fuera imposible que un adolescente quiera estar en su escuela. No señores, lo escucho en mi consultorio (on line) todo el tiempo. Porque los niños y los jóvenes son más inteligentes que nosotros, cuando entienden que el ser humano nace “incompleto” y nos completa la red, como diría Capra, la “trama de la vida”, la familia, los amigos, la escuela. Escuchémoslo queridos adultos. Nos están pidiendo un espacio de desarrollo y crecimiento, y al mismo tiempo entendieron que lo adquirido en la educación a distancia los obligó a ser protagonistas, a buscar, encontrar respuestas en diferentes autores, miradas, y posturas. Y eso también nos interpela en cuanto a que desarrollar el juicio crítico en los alumnos, esencial es que piensen por sí mismos, esto empieza por aceptar la diversidad de miradas sobre cada tema, y la necesidad de buscar estadísticas, investigaciones y otros elementos para sustentar dicha respuesta. Aunque no nos guste, o no coincida con el adulto.
Señores de nuestro amado país empobrecido, no sólo económico-socialmente, sino sobre todo de tolerancia al otro, de debates sobre ideas y no sobre personas, dobles mensajes y proyecciones, donde acuso al otro de lo que yo hago, y como diría una española “Dime de que te jactas y te diré de qué adoleces”. Nunca se habló tanto de tolerancia, y nunca hubo tan poca. Convertimos cualquier tema en posturas políticas irreconciliables, y en el medio quedan los únicos protagonistas: los alumnos, esos que crecerán creyendo que con quien piensa distinto no se debate, se lo aplasta. Bajemos posturas rígidas y pongamos en el centro lo único importante que nuestros chicos sufran lo menos posible esta situación, y salir fortalecidos de esta desgracia que nos toca a todos, eso, es formar personas resilientes.