Al hablar durante su asunción como gobernador por segunda vez, hace poco más de un año, Alfredo Cornejo anticipaba lo que ya palpitaba luego del rotundo éxito electoral de Javier Milei: “Ayudaré para que cambie el modelo económico”, decía. Aseguraba que garantizaría “la gobernabilidad” a una administración “que tuvo un apoyo fuerte y un mandato concreto”, pero que debía enfrentar sus ambiciosos cambios en un contexto de debilidad política por sus escasos representantes en el Congreso y ningún gobernador afín.
Más allá de los anuncios sobre lo que planificaba para su administración local, Cornejo se situaba correctamente en un escenario complejo hasta para dirigentes políticos de su experiencia. Ni qué hablar cuando comenzó a rodar la pelota de la gestión nacional. La impaciencia inicial del Presidente, al ver que no avanzaba en el Congreso la primera y extensísima versión de la Ley Bases, lo llevó a decir públicamente (nadie evitó que la frase no trascendiera) que iba a dejar “sin un peso” a los gobernadores. Los jefes provinciales de lo que fue Juntos por el Cambio eran la garantía de negociación y apoyo en Diputados, pero la ansiedad presidencial parecía no poder esperar.
Lógicamente, esa amenaza presidencial, como también algunos recortes intempestivos de recursos y subsidios para las provincias, alertaron más de la cuenta a Cornejo, aunque no había mucho que descifrar de los dichos del primer mandatario para una administración local que siempre hizo alarde de un manejo prudente de los recursos provinciales. Nada que no se sepa, dejaban trascender en ámbitos del poder local.
Transcurrido el año político, un claro ejemplo de la sintonía lograda, con algo de resignación seguramente, se pudo ver durante la última semana con los diputados de la UCR dialoguista sentados a la mesa presidencial. No estuvieron todos, pero sí los tres por Mendoza. Lisandro Nieri, seguramente el más cercano a Cornejo en lo político, también en línea con los dichos del jefe del bloque, el cordobés De Loredo, señaló la distancia de oposición dialoguista que siempre pretenden mantener los legisladores radicales solidarios con las reformas libertarias. Obviamente, las diferencias con los radicales ligados a Lousteau y Manes son cada vez mayores, pero seguramente esa será una diferenciación muy marcada recién en el próximo tiempo electoral.
Luego de la reciente cita en Casa Rosada, el diputado Nieri expresó al periodismo mucho de lo que ya había opinado Alfredo Cornejo en una reciente entrevista con Los Andes para evaluar su primer año de gestión. Se trata de otras reformas, no priorizadas por la Nación, que requieren de consensos elevados, como la laboral o las de índole fiscal. Temas, decía entonces el Gobernador, “en los que considero que el Gobierno tiene que concentrarse, así como también la oposición colaborativa, en la que me inscribo. Hay que modificar cosas. La relación fiscal con las provincias es elemental para el futuro y el crecimiento sostenido del país”, remarcaba el jefe del Ejecutivo local.
En lo que se refiere a la gestión local, Cornejo impuso dos ejes para avanzar con políticas firmes: el resurgimiento minero y la utilización de los fondos nacionales por el resarcimiento, es decir, el Portezuelo del Viento que no pudo ser.
Este último tema resultó, seguramente, el de mayor impacto porque fue lanzado en su discurso del inicio de sesiones ordinarias de la Legislatura, el 1 de mayo, cuando tiró la carta mejor guardada: un acuerdo con el gobierno nacional de turno (una adenda) para poder utilizar los 1.023 millones de dólares también para obras de infraestructura. Otro trato paliativo del indudable padre adoptivo de la criatura; Cornejo también había logrado en su primera gobernación, cuando Macri todavía era Presidente, ampliar el uso de los recursos a otras obras hídricas que no necesariamente fuese el emprendimiento malargüino. Una forma de ordenar la distribución de los fondos pagados por la Nación evitando el lógico tironeo de sectores interesados en pellizcar algo más allá de necesidades o prioridades.
No cualquier gobernante logra atesorar semejante cifra dineraria, pero si no hay una ordenada administración de los recursos entonces sí cualquiera puede ser llamado algún día a dar cuentas del uso que se le dio a tal millonada.
En cuanto a la actividad minera, más allá de la lógica resistencia que promueven los alcances de la ley vigente, la 7.722 , el Gobernador orquestó un plan de acción a favor de la actividad sin alterar los preceptos de dicha norma provincial. Todo tuvo como punta de lanza la modificación del Código de Procedimiento provincial, de vieja data, y la fuerte promoción de la actividad en los lugares de la provincia que aseguraran contar con la correspondiente “licencia social”. El plan arrancó en Malargüe, un distrito minero por excelencia muy necesitado de avances en materia económica.
Ya en aquel discurso de mayo en la Legislatura, Cornejo destacó como plan de su gobierno poner énfasis en la minería, el petróleo y la energía como políticas de desarrollo para la provincia, de modo de apuntalar un modelo exportador provincial trastabillante por momentos, en especial por los vaivenes de la vitivinicultura.
En esa corriente, no hace mucho el gobernador Cornejo vaticinó que el próximo semestre marcará el inicio de la producción de potasio. Lo hizo durante una reunión cumbre con otros mandatarios provinciales, ante los cuales el mendocino siempre busca reafirmar su liderazgo en la búsqueda de avances en materia minera.
Se puede decir que en este aspecto el Gobernador se dedicó a recuperar los cuatro años perdidos en materia minera por el traspié sufrido por la anterior administración al intentar suplantar la ley 7.722.
En definitiva, se llega a un cierre de año político, de gestión, en el que el gobierno local pudo acomodarse a los exigentes requerimientos de la administración nacional libertaria en materia fiscal, que en la mayoría de los aspectos entendió y compartió. Y en base a la apertura económica promovida por la conducción económica nacional, buscar posicionarse como provincia receptora de inversiones mineras y demás rubros, con el propósito de generar empleo con salarios apetecibles e ir generando una corriente exportadora que Mendoza necesita.
Lo demás lo dirá el rumbo de la economía nacional en el segundo año de gestión de Milei, cuando comiencen a esperarse mejores resultados en el día a día de la gente y de sectores empresarios todavía expectantes.
* El autor es periodista. [email protected]