“El peronismo no hace ajustes”, repite la mayoría de sus dirigentes con convicción, quizás la única convicción que tengan. De esta forma, cuando de vez en cuando les toca hacer algún retoque bajista al gasto público (no le llamemos ajuste, porque en su léxico no existe esa palabra), lo hacen sin ganas, de mala manera y tarde y solo en la medida que estén al borde del precipicio. Esto último es lo que está intentando Massa para cumplir con la meta del FMI.
Pero claro… el ajuste era mucho antes, tuvieron muchas oportunidades. Primero fue Néstor, cuando en medio de las tasas chinas de crecimiento (gracias a las commodities), la inflación empezó a dispararse y el país necesitaba enfriar un poquito el gasto. No lo hicieron, al contrario, lo siguieron aumentando, y encima tomaron el INDEC y adulteraron los índices de inflación.
Después vinieron los gobiernos de Cristina, ambos, donde ya lo fiscal estaba más ajustado y la inflación más elevada. Nunca bajaron el gasto público, nunca, no se sentían al borde, siempre pensando que le explote a otro.
Y finalmente ahora el trío Alberto-Massa-Cristina, que sí se siente al borde del abismo, con la imagen pública más baja de la historia y tratando de cumplir un acuerdo con el FMI en el cual no creen, ni filosóficamente adhieren. El resultado es una economía en estanflación (recesión con inflación), sin crédito externo, con un cepo cambiario asfixiante e índices de pobreza e indigencia trepando por las nubes.
El FMI ha solicitado una reducción en términos reales del gasto para que el Gobierno cumpla la meta de déficit primario, equivalente al 2,5% del Producto Bruto Interno. Massa ha anunciado algunas medidas voluntaristas, entre ellas la segmentación de tarifas con tope de consumo, el límite de fondeo presupuestario a algunas áreas del Estado y el congelamiento de ingresos de nuevos empleados al sector público, entre las principales. La primera está ejecutándose, las otras dos generan muchas dudas en los mercados y la opinión pública, nadie le cree al peronismo, lo condena su historia. Además, el cumplimiento de las metas fiscales de Guzmán en el primer semestre se logró gracias al aumento de la deuda flotante, o sea no pagar las deudas con proveedores o provincias, lo que ahora en el segundo semestre no puede pasar y que obliga a un ajuste fiscal adicional. Y ni hablar del año que viene, electoral, donde seguramente echen a andar fuerte la maquinaria del gasto fiscal. No son sustentables sus promesas.
La inflación está claramente relacionada con el exceso de gasto público y de emisión monetaria, eso ya no admite discusión. Solo cabezas retrógradas como las kirchneristas pueden negar eso, es como los terraplanistas, que aún hoy en el siglo XXI sostienen que la Tierra es plana, contra toda la evidencia científica. El peronismo es una especie de terraplanismo económico.
Encima, no aprenden de sus propios errores y salen a financiar un nuevo IFE para que la calle no se les desborde, lo que de nuevo dispara el gasto público, lo que retroalimenta la expectativa inflacionaria, lo que termina anulando el efecto del IFE, de paliar el impacto de la inflación en el bolsillo de la gente. Incongruente.
En síntesis, el kirchnerismo ya lleva más de 15 años gobernando y no para de hacer descalabros en la economía. El resultado está a las claras, casi dos décadas perdidas para el país, con un empleo privado registrado que no crece hace una década, el PBI per cápita tampoco, y un escenario para el próximo gobierno que obliga a un 2024 de ajuste fuerte, para sanear todo lo que ellos no quisieron hacer en 4 gobiernos. ¡Ah!, nobleza obliga, lo que si creció en los gobiernos K es la pobreza, muy lejos del relato que hacían en el anterior gobierno de Cristina, “Argentina tiene menos pobres que Alemania”, ¿se acuerdan?.
Ojalá la gente, de todas las clases sociales, se dé cuenta del grave error de votar populismo, y el año que viene otorgue un mandato a la oposición para hacer lo que hay que hacer (de una buena vez) para que este país sea lo que alguna vez soñaron San Martín, Belgrano, Yrigoyen, Alem y todos los estadistas e intelectuales de bien a lo largo de nuestros 200 años de historia: una Gran Nación.
.* El autor es senador provincial por Cambia Mendoza