Con las mujeres tiene varias deudas la revista Time en materia de “personas del año”, la distinción que hasta 1999 se llamaba “man of the year”, incluso cuando ocurría la excepción de que se nombrara a una mujer.
Fueron “hombres del año” Wally Simpson, la norteamericana divorciada que hizo abdicar a Eduardo VIII; Soong Mai-ling, la esposa del líder chino Chiang Kai-shek; la reina Isabel II de Inglaterra y la mujer que venció a la dictadura de Ferdinand Marcos y gobernó Filipinas: Corazón Aquino. Pero también habrían merecido esa portada la líder laborista israelí Golda Meir, la líder de la India Indira Gandhi, la líder cingalesa Sirimavo Bandaranaike.
Si a Ronald Reagan lo distinguieron de ese modo por la “revolución conservadora” en Estados Unidos, por qué no se le reconoció lo mismo a la ex primer ministra británica Margaret Thatcher.
¿Compensan esas ausencias las portadas dedicadas a Angela Merkel, Hillary Clinton, Greta Thumberg, Kamala Harris y Taylor Swift?
La duda se agranda con el elegido de este año: un líder indiscutible, aunque no necesariamente un probado gran estadista, que acumula denuncias de acoso sexual y malos tratos típicos de misóginos. ¿Se justifica que Donald Trump sea el personaje del año 2024?
Trump es, objetivamente, un personaje notable del mundo de estos días. Desde ese punto de vista, se justifica totalmente su elección. La pregunta es si la razón de ese señalamiento de Times es de la misma naturaleza que la elección de Franklin Roosevelt, de Churchill, de Eisenhower, de Adenauer, de Gorbachov o de los astronautas del Apolo 8.
Estar en la portada de la revista como personaje del año es una señal importante de relevancia, pero no necesariamente certifica algo positivo. El Nobel de la Paz distingue luchas y logros positivos para la humanidad, pero en la tapa anual de Time no siempre lo que se destaca implica grandes y positivos aportes a las personas, las sociedades y el mundo. Muchas veces señala logros relevantes, pero sin trascendencia en la vida humana.
Sin duda, Tylor Swift mereció como fenómeno artístico mundial ese lugar, pero está en un andarivel diferente al que transitaron Franklin Roosevelt, Juan XXIII o Mahatma Gandhi, cuando los destacó la prestigiosa revista neoyorquina nacida a principios de la década del 20 del siglo pasado.
Hace casi cien años, en 1927, inauguró su señalamiento anual de grandes personajes para destacar la dimensión de Charles Lindbergh como primer piloto que cruzó el Océano Atlántico en avión. El segundo “man of the year” fue el titán de la industria automotriz Walter Chrysler. Pero a partir de la década siguiente, la política monopolizó ese posicionamiento periodístico.
Casi todos los presidentes ocuparon ese podio. También líderes como Martin Luther King y estadistas extranjeros, como Charles de Gaulle y Angela Merkel. Pero no siempre los personajes del año lo fueron por razones positivas. Hitler estuvo en esa portada en 1938, cuando su liderazgo en Alemania ya irradiaba fanatismo, oscuridad y violencia.
Nixon fue nominado por razones buenas, por caso poner fin a la guerra en Vietnam, pero volvió a esa portada por razones malas, como el caso Watergate. Y el ayatola Jomeini estuvo en el podio de Time en 1979, por haber derrocado con su revolución islamista al tiránico sha Reza Pahlevi, pero ya siendo visible su fanatismo oscurantista.
También Vladimir Putin fue personaje del año por razones inquietantes.
El caso de Trump tiene que ver con un hecho histórico: es el primero en ganar dos veces no consecutivas la presidencia desde hace un siglo y medio. El único antecedente n la historia es Grover Cleveland, en la segunda mitad del siglo 19, cuando tras haber perdido la reelección frente a Benjamin Harrison, la recuperó en la siguiente elección presidencial. Todos los demás, desde Washington hasta Biden, fueron reelectos de manera consecutiva o perdieron la reelección y no volvieron a presentarse, hasta que Trump recuperó el Despacho Oval derrotando a quien lo había sacado de la Casa Blanca.
Los próximos años dirán si el magnate neoyorquino tiene futuras portadas en la revista Time por razones históricas relacionadas a proezas más positivas para su país o el mundo. Por ejemplo cerrar la “grieta” entre norteamericanos, o lograr la paz entre Ucranianos y rusos sin que Putin sea premiado territorialmente por haber perpetrado una invasión desatando una guerra trágica. O lograr la paz entre Israel y Hamas, haciendo que deje de existir esa organización terrorista y convenciendo a Netanyahu aplicar “la solución de los dos estados”, para que ya no vivan bajo ocupación los palestinos de Gaza y Cisjordania.
En última instancia, que dentro de cuatro años no vuelva a ser “personaje del año” por intentar otro golpe de estado o por haber reemplazado la democracia norteamericana por una autocracia conservadora.
* El autor es politólogo y periodista.