En pocos días más, recordaremos el Día de la música y habrá conciertos y homenajes en honor de grandes maestros, compositores, instrumentistas, directores, cantantes, orquestas, coros...
En pocos días más, melodías y canciones nos llevarán al mundo mágico en que el sonido hecho arte nos transporta a realidades inefables.
En pocos días más, quienes no somos músicos por profesión, pero llevamos la música en el alma, podremos recordar a figuras inolvidables –mi esposo, en primer lugar, además de otros músicos relevantes en mi historia personal– en el quehacer sonoro y artístico de nuestra Mendoza.
Y entonces...
Se mezclarán en nuestras mentes figuras y pentagramas, acordes y partituras, diapasones y batutas, voces e instrumentos.
Realizamos una mirada introspectiva y ponemos sobre la mesa vocabulario del ámbito musical que usamos todos los días: “Tocamos de oído” es una expresión en que se recalca que alguien actúa u opina en algún asunto, sin haberlo estudiado o conocido a fondo. Viene de la diferencia existente entre el que interpreta música en un instrumento, con estudios acerca de él, y quienes lo hacen sin haber estudiado, simplemente por habilidad o talento natural: “En ese trabajo, toca de oído porque carece de la formación adecuada”.
Muchas veces decimos que alguien “dio la nota” en algún asunto: con esta expresión estaremos significando que esa persona llama la atención al accionar, pues hace o dice algo poco adecuado o lo lleva a cabo contradiciendo la opinión de la mayoría: “Siempre tiene que dar la nota y hacerse ver”. La frase se origina en la costumbre según la cual el director o el solista de un grupo musical “da la nota”, antes de iniciar la ejecución de una obra, para lograr la afinación correcta y para que no haya nada discordante.
Sin embargo, cuando se dice “dar la nota”, se la usa de modo irónico porque se recalca que alguien va a destacarse del grupo, por una conducta que no armoniza adecuadamente: “Como siempre, Raúl dio la nota con sus bromas de mal gusto”.
Otra construcción que se escucha es “dar en la tecla”, usada con el sentido de “acertar haciendo algo o en el modo de hacerlo”. Se dice también “dar con la tecla”, sobre todo en España: “Aún no dan en la tecla con la vacuna más adecuada”. Esta locución es equivalente a “dar en el clavo”.
Alguna vez hemos estudiado qué significa el vocablo “bemol”: el diccionario académico nos ilustra acerca de la etimología del término pues lo divide en dos partes, siendo la primera “be”, letra musical que, en la gama antigua, representaba la nota “si”, y “mole”, equivalente a suave, blando”.
Actualmente, se define como “dicho de una nota, de entonación más baja que la de su sonido natural”. Pero a nosotros nos interesa la expresión “tener sus bemoles”, locución coloquial usada para ponderar lo que se tiene por muy grave y dificultoso: “No es tarea sencilla la que debe enfrentar, tiene sus bemoles”.
¿Y qué significa “llevar la batuta”? Sabemos que una batuta es el bastón corto con el que el director de una orquesta, banda o coro marca el compás en la ejecución de una obra. También, por metonimia, se llama así al director de orquesta. Pero, en relación con la locución planteada, lleva la batuta el que dirige una corporación o conjunto de personas pues determina lo que se ha de hacer o la conducta que se debe seguir: “Consultá ese problema con José, que es el que lleva la batuta en ese negocio”.
A veces, importamos a nuestro vocabulario habitual la expresión “in crescendo”: ¿de dónde proviene la locución? Si bien nos llega desde el italiano, la forma “crescendo” deriva del gerundio del verbo latino “crescere”, equivalente a “crecer”. En música, el sustantivo masculino se utiliza para señalar el aumento gradual de la intensidad del sonido; por extensión, en las expresiones cotidianas, “crescendo” es el aumento progresivo de algo”: “En este último tiempo, verificamos un crescendo de la tensión social”. Si usamos “in crescendo”, como locución adverbial, queremos significar “con aumento gradual”: “La rabia entre los estudiantes fue in crescendo”. Destacamos que el término, al no estar adaptado al español, debe escribirse entrecomillado o en cursiva y que, de este modo, figura en el diccionario académico.
El significado de “orquesta” es conocido por todos, pero quizá no tanto el de “hombre orquesta” y el de “mujer orquesta”: se aplica a quien se ocupa de diversas tareas funciones o tareas, en forma simultánea o compatibilizándolas: “No sé cómo lo hace, pero está en todo porque es un hombre orquesta”. En relación con este sustantivo, encontramos el verbo “orquestar” que, en forma peyorativa, puede significar “organizar una confabulación”: “Habían orquestado esa rebelión para producir la caída del gobierno”. En Uruguay, puede ser equivalente a “organizar algo o prepararlo con anterioridad, sin atender otras opiniones”.
¡Qué bello es, en otoño, decir que en nuestro parque hay una sinfonía de colores! Indudablemente, no está tomada la palabra como una composición musical, pero sí toma de este vocablo el valor de “armonía de los colores”.
Otra voz que, sacada del ámbito musical, también conserva parte de su valor original es “coro”, en locuciones como “a coro” y “hacer coro”; la primera de ellas, que se usa como locución adverbial, es equivalente a “cantando o diciendo varias personas simultáneamente una misma cosa”: “Cuando hice esa pregunta, me respondieron a coro que les interesaba la propuesta”. En cuanto a “hacer coro”, su uso indica que es igual a “unirse o acompañar a alguien en sus opiniones”: “Los presentes, de inmediato hicieron coro para que triunfara esa moción”.
También en el lunfardo encontramos expresiones tomadas del ámbito musical, con connotaciones negativas. Tenemos, por ejemplo, “tocar el piano” que toma el valor de “entintar los dedos para tomar impresiones la policía e imprimir las mismas en la ficha respectiva para registrarlas”: “Los detuvieron y, ya en la comisaría, los hicieron tocar el piano”.
Finalmente, encontramos el verbo “guitarrear”, también registrado en diccionarios de lunfardo, con el valor de “charlatanear, improvisar sin conocimiento, opinar de cosas o temas que no se dominan”: “No me agradó la conferencia porque creo que el orador guitarreó mucho”.En relación con la técnica para tocar este instrumento, encontramos acuñada la expresión “no tener uñas de guitarrero”, usada en general en sentido restrictivo, con el significado de “no tener la capacidad o el talento natural para efectuar determinada tarea o cumplir con una responsabilidad”: “No me parece que vaya a desempeñarse bien en ese puesto porque no tiene uñas de guitarrero”.
A veces, un acontecimiento merece divulgarse con mucha algarabía y es entonces cuando se dice “a/con bombo/s y platillo/s”. Al ser el bombo y los platillos instrumentos de percusión, su sonido no pasa inadvertido, sino al contrario, son estruendosos y llaman la atención: “Se casa en noviembre y lo hará con bombos y platillos”. Como dato complementario, añadimos que la frase provendría de la ostentación y sonoridad de los desfiles militares, puesto que estos instrumentos de percusión tienen en ellos un papel relevante: mantienen el ritmo y captan la atención del público. Vale también aclarar que los bombos de la locución son, por lo general, tambores.
*La autora es profesora Consulta de la UNCuyo