Podemos observar, en nuestra expresión cotidiana, que utilizamos los nombres de diferentes partes de nuestro cuerpo en sentidos figurados, que únicamente podemos conocer a través de un uso consciente del diccionario académico. Lo vamos a advertir, por ejemplo, con la palabra “hombro”. Decimos “a hombros” para señalar que algo se lleva sobre los hombros del que conduce, generalmente en señal de triunfo. Existe la locución “a hombros de gigantes”, que se usa en el ámbito de la ciencia para indicar que los que descuellan en ellas siempre se han apoyado en trabajos y esfuerzos previos de otros sabios. Como “hombro” da idea de apoyo, se da también la locución “arrimar el hombro”, que señala que alguien está ayudando o contribuyendo para la consecución de un fin: “En este momento crucial, es preciso que todos arrimemos el hombro”. En otros lugares de habla española, se dice “meter/poner el hombro”. Da idea de responsabilidad la expresión “echarse (alguien) al hombro (algo)” porque significa que se hace cargo de su ejecución: “Comprendió que ya era momento de echarse al hombro esa tarea que nadie quería”. Si nos mostramos indiferentes ante lo que vemos u oímos, diremos que “nos encogimos de hombros”: “Ante su respuesta, me retiré encogiéndome de hombros”. Esta misma locución puede usarse para significar que no se sabe o no se quiere responder a lo que se le pregunta: “Se sorprendió por la propuesta y, sin saber qué decir, se encogió de hombros”. Hay ocasiones en que una persona elude cooperar con otra para el logro de un fin; se dice, entonces, que “hurta/escurre el hombro”: “Veo que nadie ayuda y que cada uno escurre el hombro”. Si se alude al desprecio a alguien, se dice “mirar por encima del hombro”: “No se siente integrada al grupo y le parece que la miran por encima del hombro”. En cambio, si se usa la locución “poner a alguien hombro a hombro con otra persona”, se quiere significar que se las equipara y que están en la misma categoría. Otro tanto significa “ponerse hombro a hombro”, equivalente a “codearse”: “Se sentía cómodo en ese trabajo pues se ponían hombro a hombro”. Y se agradece cuando una persona libra a otra de un riesgo y la pone a salvo, en cuyo caso se dice que la “sacó a hombros”. En la descripción de alguien, se puede decir que es “cargado de hombros”, para señalar que presenta una pronunciada convexidad en la columna vertebral: “Había tenido una figura apuesta, pero ahora impresionaba cómo estaba cargado de hombros”.
Otro vocablo referido a nuestro cuerpo, usado con varios sentidos es “codo”: cuando se quiere indicar un abuso impertinente de confianza, se dice que “se agarró del codo” o “dar la mano y agarrar el codo”; se señala que una persona se aprovecha de la bondad de otra: “Es un confianzudo: le das la mano y se toma el codo”. Hay una expresión que hace referencia a la ingesta excesiva de bebidas alcohólicas: se trata de “empinar el codo” o “alzar de codo”: “Siempre, sentado ante la barra, empinaba el codo con unos amigos”. En cambio, “beber de codos” es hacerlo con mucho reposo y gusto.
Trabajar o realizar algunas personas una actividad “codo a codo” significa que lo hacen en forma cooperativa, juntamente: “Es un gusto verlos trabajar codo a codo”. Describe una situación de extrema necesidad o miseria la locución “comerse los codos de hambre”: “En aquellos años, más de una vez se comían los codos de hambre”. Una persona puede ser muy avara y mezquina: diremos de ella que es “dura de codo”; y si habla demasiado, le conviene la frase “habla hasta por los codos”. En cambio, es positivo afirmar de alguien que “hinca/se rompe los codos”, pues se indica que estudia con ahínco. El compromiso de alguien para un trabajo o en una empresa se manifiesta con la locución “estar metido hasta los codos”: “Ha progresado mucho porque se metió hasta los codos en ese proyecto”. La asistencia a un moribundo próximo a expirar se evidencia en la frase “apretar el codo”: “Se quedó hasta el fin, apretándole el codo”. Otra parte del cuerpo que se utiliza para connotar distintas realidades es “cuello”. Decimos, por ejemplo, “Se produjo un cuello de botella en la autopista, a raíz de un choque”; con esa expresión se quiere significar que hay un estrechamiento, que hace más lento el paso por un lugar. Análogamente, “cuello de botella” es también el “impedimento del curso normal de un proceso por concentración de excesivos elementos en una sola de sus fases”: “El cuello de botella para el avance de la obra fue el problema surgido con el gas”. Si una persona adelgaza en exceso, se dice que “se escapa/se sale por el cuello de la camisa”. Hay quienes, al hablar, lo hacen en un tono tan bajo que resulta inaudible; allí, se lo puede indicar diciendo que “habla para el cuello de su camisa”. La participación de una persona en un hecho puede tener un alto grado de compromiso; esto se indica con la locución adverbial “hasta el cuello”: “Lo detuvieron porque estaba hasta el cuello con la falsificación de esos documentos”. Si alguien sale de una situación desgraciada o se ha restablecido de una enfermedad, se dice que “ha levantado el cuello”, locución que puede también decirse “levantar cabeza”. Cuando una persona domina a otra totalmente, se dice que “lo tiene cogido por el cuello”. Y si, enojada, le da una bofetada con gran violencia, se llama a esta “bofetada de cuello vuelto”. Llamamos “cogote” a la parte superior y posterior del cuello; usando este término, decimos “estar hasta el cogote/la coronilla”, con lo cual se quiere indicar que alguien está cansado y harto de sufrir alguna pretensión o exigencia: “Me tiene hasta el cogote con sus requerimientos”. Y si una persona es muy presuntuosa y altanera, se dice de ella que “es tiesa de cogote”.
* La autora es profesora consulta de la UNCuyo.