La disputa en el radicalismo nacional parece la de un partido político que perdió una elección y hace replanteos. Sin embargo, los amagues de trompadas, los insultos y los vasos con agua que vuelan provienen de dirigentes que ganaron holgadamente en sus distritos el 14 de noviembre y que ahora no se ponen de acuerdo sobre cómo seguir. Probablemente muchos dirigentes radicales no lo quieran ver, pero con total seguridad miles de ciudadanos que votaron por Juntos por el Cambio hace menos de un mes estén mirando con decepción el quiebre de una coalición que volvió a tener el respaldo de una mayoría ciudadana que exige respeto a las libertades y equilibrio institucional.
Puede ser válido el reclamo de un recambio en la conducción legislativa, especialmente en el caso del diputado Mario Negri, que perdió en las primarias radicales de su provincia, aunque consigue avales para revalidar su lugar al frente de los diputados. Pero la política también hace necesaria una cuota de inteligencia y paciencia para armar liderazgos y hacerlos valer en el momento justo. Y el sector rupturista no tuvo el armado suficiente como para tamaña aventura.
En esa insólita e inoportuna pelea quedaron involucrados los dos principales referentes del radicalismo mendocino, Alfredo Cornejo y Rodolfo Suárez. Sin tomar partido, el Gobernador puede dar fe de la tensión interna en su condición de destinatario involuntario del agua derramada por la turbulencia. La necesidad de reacomodarse luego del mal momento le puede haber servido como excusa para retirarse mientras el resto buscaba que los exaltados no llegasen a la agresión lisa y llana.
Suárez, de todos modos, ya está instalado en el escenario nacional. Acompaña a Cornejo en la búsqueda de posicionamiento que hace éste para no perder protagonismo al tener que dejar la presidencia partidaria. Una jerarquía en el Senado le servirá para seguir ocupando un lugar en la mesa de conducción de Juntos por el Cambio. “Ese doble posicionamiento (Suárez y Cornejo) en el orden nacional es de suma importancia para Mendoza en estos momentos. Habla bien del radicalismo nuestro”, destaca una fuente cercana al Gobernador.
El Gobernador, además, sigue siendo considerado como un potencial aliado de Rodríguez Larreta cuando llegue el momento de pensar en fórmulas o acuerdos para las próximas elecciones presidenciales. El mendocino siempre se identificó con el estilo de gestión del jefe de Gobierno porteño y esas coincidencias quedaron más en evidencia durante la larga cuarentena, por la voluntad compartida de flexibilizar la misma.
El reciente éxito electoral no sólo respaldó a Suárez y su gestión hasta ahora; también consolidó en parte a la “marca Mendoza” que pretende posicionar en el orden nacional. Por eso en el oficialismo local descartan por el momento que el conflicto a nivel nacional pueda repercutir internamente. Sí reconocen en el Gobierno que lo que ocurrió en el Congreso no es bueno, pero no tiene por qué afectar al partido en esta provincia.
En ese aspecto se imponen los lineamientos sugeridos en el congreso del radicalismo mendocino del sábado pasado: unidad partidaria y esmero para cuidar la integración de la coalición Cambia Mendoza.
En el equipo de gobierno de Suárez advierten que llegó el momento de volver a instalar el debate político de los temas de fondo que tenía en carpeta el Gobierno y que fueron quedando en el tiempo por la pandemia.
Por eso hay expectativa con la iniciativa para reformar el sistema de votación en la provincia a través de la boleta única. Estaba incluida en la propuesta electoral de Suárez. Están esperando todos los aportes de los intendentes para terminar el proyecto y remitirlo a la Legislatura. Se ilusionan en el Gobierno con un gesto a favor del justicialismo cuando se formalice la propuesta, aunque las tensiones que dejó el tramo final de la campaña electoral reciente generen muchas dudas en ese sentido.
En cuanto a Cornejo, está claro que priorizó la unidad partidaria sobre otros sentimientos. Su valoración a Lousteau es conocida, pero en esta oportunidad pudo más la coyuntura que el corazón. Y no pasó para nada inadvertida su injerencia para que las diputadas Jimena Latorre y Pamela Verasay cambiaran en cuestión de horas de vereda en la pelea política interna, dejando el espacio disidente al que dijeron sumarse para mantenerse en el bloque oficial del radicalismo en la Cámara baja.
Suárez y Cornejo son partícipes de una escena nacional que ya los incluye, pero les muestra una realidad completamente distinta a la bonanza del microclima radical mendocino que construyeron.