El 6 de diciembre tendrá lugar en Montevideo la Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, reunión que sucede cada seis meses. Se organiza en un momento de tensiones dentro del grupo y especialmente entre los dos países más grandes de los cuatro que lo integran: Brasil y Argentina. Lula es el líder más importante de América Latina dentro de la corriente progresista o de centroizquierda, y tiene además una proyección a través de estructuras como el Grupo BRICS, que reúne a las potencias emergentes. El presidente argentino, Javier Milei, representa a la nueva derecha en América Latina y se alinea definidamente con Donald Trump, apuntando a ser su referente en la región. La Cumbre del G20 realizada en Brasil subrayó esta situación. No hubo relación cordial entre los presidentes brasileño y argentino, sólo fríos saludos. Mucho menos se logró una agenda común para avanzar hacia el futuro. Cabe señalar que el Mercosur necesita una revitalización para evitar que su importancia siga decayendo en el ámbito regional. Esto no sólo es por razones políticas, sino por la economía. Es que hace un par de décadas, el comercio interregional era el más importante para los países miembros, pero la irrupción de China ha cambiado esto, transformándose en un nuevo socio que ha superado el comercio interregional. Pese a que los dos países más grandes del Mercosur integran el G20, no hubo posiciones comunes entre ambos, como tampoco la hubo con México, que es el tercer país de América Latina que integra este grupo.
La imposibilidad de llegar a un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea subrayó el estancamiento del grupo. Este acuerdo se viene negociando desde hace casi tres décadas. Encuentra un obstáculo fundamental en los productores agropecuarios europeos, y especialmente en los franceses, que ven como una amenaza la llegada de la producción del Mercosur. Mientras se realizaba la reunión del G20 en Brasil, manifestaciones públicas en calles y caminos llevaban las protestas de los agricultores franceses a su máxima expresión. Macron se mantuvo firme frente a los reclamos de los presidentes del Mercosur y se negó a firmar el acuerdo. Cabe señalar que éste debe ser firmado por la totalidad de los veintisiete miembros de la Unión Europea, es decir por unanimidad, lo cual es muy difícil de alcanzar. Francia no fue el único país que mantuvo la objeción a bajar las barreras arancelarias frente a los productos de América del Sur, pero sí el más importante. Mientras tanto, entre Brasil y Argentina se desarrolla un conflicto político. Decenas de partidarios de Bolsonaro se encuentran en el país bajo el derecho de asilo y la Justicia brasileña reclama que sean entregados, cosa que no ha sucedido hasta ahora. Esta situación se ha agravado con la denuncia realizada por la Justicia y la policía brasileñas de que la ocupación de la sede de los tres poderes que tuvo lugar en enero de 2022, fue una operación orquestada por el ex presidente, sus ministros y varios jefes militares. La denuncia nunca había llegado a este nivel.
El conflicto entre Bolsonaro y la justicia brasileña amenaza con convertirse en un problema político. Milei se muestra solidario con el ex presidente brasileño y parece asumir, e incluso justificar, la actitud de Bolsonaro -que niega las acusaciones-, que hasta ahora se mantiene en libertad aunque sin poder salir del país. La llegada al poder de Donald Trump juega a favor del ex presidente de Brasil. Es que el nuevo mandatario estadounidense fue candidato con varias causas judiciales pendientes, sin que esto le impidiera presentarse ni ganar la elección. Milei está adoptando una actitud similar, pero a partir de una relación bilateral argentino-brasileña mucho más próxima. Cabe recordar que en la embajada argentina en Caracas hay seis dirigentes que responden a Corina Machado desde hace meses y que la embajada brasileña se ha hecho cargo de los intereses argentinos en Venezuela, incluída la protección de la sede diplomática. Esto no parece ser valorado por la diplomacia argentina. Lula, en los últimos días, ha acentuado sus críticas a la posición represiva de Maduro y ha asumido una posición más dura hacia él. Lula mantiene una buena relación con la mayoría de los presidentes progresistas de la región, muy distinta de la posición de Milei, cuyo canciller estuvo ausente de la conmemoración en Roma del 40° aniversario por la firma del tratado de paz y amistad entre Argentina y Chile que puso fin al conflicto por el Canal de Beagle. Fue una actitud que el Vaticano consideró hostil en términos diplomáticos.
La elección uruguaya, que fue ganada por la fuerza opositora Frente Amplio, es una señal pero que no cambia en forma relevante los alineamientos políticos en la región. Pero este país es un caso particular, a partir del cual no puede generalizarse. Algunos estrategas brasileños sostienen que Brasilia debería alinear a Asunción y Montevideo -pese a sus diferencias ideológicas- para enfrentar las posiciones de Milei, a quien ve como un aspirante al liderazgo regional.
* El autor es director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.