El Gobernador destacó en la semana su decisión de involucrarse en la campaña electoral hacia las PASO. Será, en la práctica, un tiempo de consolidación y ajuste de estrategias. En el oficialismo no quieren sorpresas.
Las encuestas se muestran favorables a Cambia Mendoza, pero por ahora en ese espacio nadie quiere subestimar al principal adversario, el Frente de Todos, ya que hasta el momento ningún otro sector se muestra, según los primeros sondeos, con posibilidades claras de incidir en el reparto de bancas que, en mayor o menor medida, tienen calculado en los dos bandos principales.
Esto explica en gran medida por qué Suárez ya está en campaña. En la semana, en un acto de entrega de viviendas, dijo en declaraciones periodísticas que su involucramiento se explica, en parte, en su cuestionada precandidatura como senador nacional suplente. En realidad, no necesitaba exponerse como lo hizo (el planteo judicial hecho por un sector de la oposición no está para nada resuelto pese a la primera decisión del juez Bento).
Como pocas veces en su primer tramo de mandato al frente del Ejecutivo, Suárez hizo referencia a la trascendencia que adquiere la próxima elección si se piensa en la posibilidad de que el justicialismo cuente con una mayoría más cómoda en el Congreso. Y reiteró que “hemos puesto lo mejor de nosotros para que la gente nos acompañe”. Claro, ese equipo al que dice pertenecer incluye a los ex gobernadores que encabezan las listas nacionales, Cornejo y Cobos.
También habló en la semana sobre la intención de “plebiscitar el gobierno que estamos llevando adelante”, según dijo. No es algo nuevo; siempre en una elección de mitad de mandato la ciudadanía expresa con su voto la opinión que le merece una determinada gestión. Es el momento del voto probablemente más pensado. Justamente, una de las medidas polémicas que el proyecto de reforma constitucional, ahora demorado en la Legislatura, pretendía imponer la supresión de la elección legislativa cada dos años.
Por otra parte, como pocas veces lo hizo públicamente, Suárez también definió a su gobierno en claro alineamiento con el anterior, de Cornejo. “Es una continuidad en la forma de gobernar en la austeridad, en estar cerca de la gente”, fueron algunos de sus conceptos.
Durante mucho tiempo el justicialismo mendocino buscó que Suárez de algún modo se despegara de su antecesor admitiendo que la gestión de éste había derivado en problemas de endeudamiento serios para las cuentas de la Provincia. El Gobernador siempre fue cauto en ese sentido y la mayoría de las veces equilibró sus discursos o declaraciones públicas sin ánimo de introducirse en esa polémica. Más de una vez hemos sostenido desde estas líneas que un eventual distanciamiento entre Cornejo y Suárez era algo imposible de pensar.
Incluso, en los tiempos de necesaria convivencia con las autoridades nacionales por el manejo de la cuarentena impuesta por la pandemia, desde el entorno del Gobernador más de una vez comentaron que las fuertes críticas de Cornejo hacia la conducción nacional se enmarcaban en el rol de legislador que éste cumple, mientras el Gobernador consensuaba con la Nación y gestionaba las flexibilizaciones que consideraba pertinentes para ir liberando las actividades económicas. Eso hoy quedó superado y el discurso de ahora en más será uno.
“Lo que vamos a buscar es reafirmar el modelo mendocino de institucionalidad, transparencia, austeridad que nunca se perdió en medio de la pandemia. Creemos que pudimos hacer compatible la reapertura progresiva de la economía sin descuidar la salud. El concepto de libertad nunca estuvo condicionado aquí en lo que de nosotros dependió”, señaló con énfasis un colaborador cercano al titular del Ejecutivo.
A propósito de la salud, la presencia de la ministra Ana María Nadal en la Legislatura, citada a pedido del justicialismo por la carga tardía de fallecimientos por Covid en la provincia, tuvo la misma tirantez que la cita anterior y no sirvió mucho más que para mantener posturas enfrentadas.
Difícilmente ese panorama cambie en lo inmediato. Hasta ahora todo parece en mayor medida una suerte de revancha que toma el PJ local, en cuanto se insinúa una falencia en la gestión provincial, ante el persistente ataque que hace Juntos por el Cambio al inestable plan de vacunación nacional.
Y cabe destacar que el conflicto con los médicos y demás sectores de la salud continúa vigente. Sobre dicha situación también habló el Gobernador en una de sus apariciones, prometiendo recibir a los representantes de los profesionales para intentar poner fin a la actual crisis, que se traduce en medidas de fuerza cada vez más reiteradas. Todo conduce, por el momento, a una situación conflictiva creciente en pleno tiempo preelectoral. Habrá que ver qué arroja la nueva semana al respecto.
El PJ y su estrategia
Por su parte, desde el justicialismo prometen una campaña electoral que no esquive los temas de la economía. Aseguran que darán un debate fuerte sobre la situación de Mendoza, especulando con que desde el oficialismo provincial estarán más enfocados en lo nacional.
El recurrente reclamo del gobierno local sobre la escasa distribución de recursos que hace la Nación con la Provincia seguramente también estará en el temario. Sin dejar de lado el manejo de la pandemia en la provincia, no es intención del Frente de Todos concentrarse solo en los problemas de la política de salud que, como hemos, visto sigue cuestionando en el día a día.
Las características del arranque de campaña agradaron a la dirigencia del PJ, que entiende que la juventud de Fernández Sagasti y la experiencia y trayectoria de Adolfo Bermejo (ambos como cabezas de lista) constituyen un buen tándem.
En la práctica, lo que hicieron aquí las dirigencias del PJ y el kirchnerismo es un acuerdo de no confrontación en sintonía con lo que logró el Frente de Todos en la provincia y la ciudad de Buenos Aires.
Fue de ese modo que surgieron las listas de consenso interno luego de que se sorteara, incluso, el desafío que significó dejar afuera del armado para el Congreso al aliado José Luis Ramón, que competirá por una banca en la Legislatura.
Los resultados de las primarias de setiembre y, principalmente, de las generales de noviembre servirán como evaluación para la conducción de Fernández Sagasti, al frente de un justicialismo que quiere tener aspiraciones de triunfo dentro de dos años pensando en volver a la Gobernación. Y muy probablemente de los resultados de este año mucho dependerá la continuidad de la actual unidad y la disputa por liderazgos.